René Descartes: El método de las figuras. Pablo Chiuminatto. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Pablo Chiuminatto
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789569058349
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también de su vida como autor. Sus publicaciones son un testimonio fundamental de su trabajo como escritor y componen un conjunto bibliográfico de indudable riqueza.

      De esta manera, si se intenta estudiar la herencia de Descartes, debemos considerar principalmente al propio autor como figura. No la representada por los retratos que nos permiten imaginar su apariencia, sino otra, aquella presencia que ha sido fijada a través de la historia de la filosofía y de la ciencia, hasta volverse una figura de autoridad en sí misma, con todos los matices —o ausencia de ellos— que esto implica.

      La figura de Descartes —tal como decía antes— se asocia a la historia de la filosofía y la ciencia, y esto, de algún modo, define su rol como entidad intransferible a otros aspectos del estudio de la cultura. Esta situación es más bien contradictoria si se considera que fue precisamente él quien combatió algunas de las formas más monolíticas de autoridad, ante el consenso filosófico y científico de inicios del siglo XVII. Podemos ver, retrospectivamente, cómo aquella disposición que en su tiempo era reconocida como original, rebelde y crítica, se vuelve exactamente lo contrario. Su estilo —caracterizado por la transformación del método del conocimiento, por su innovadora búsqueda de la verdad, y principalmente por su rol como promotor de una orientación vital fundada en la experiencia personal, en cuanto dimensión de diálogo y disputa interna frente a las doctrinas establecidas—, se vuelve en sí mismo modelo de rigidez e inflexibilidad canónica, tanto en términos teóricos como formales, encarnado en el racionalismo cartesiano. Esta catalogación sufre transformaciones durante el proceso —digamos histórico— de constitución de su figura como autoridad, y fija la silueta de Descartes y la impronta de su pensamiento bajo la rigidez de una doctrina inamovible, la que, a veces, logra dominar incluso aquellos otros aspectos de su obra, científicos y también humanistas, si me permiten el uso de este término.

      Por otra parte, la figura de Descartes ha generado ciertos relatos fabulosos y míticos derivados de anécdotas más o menos precisas. En el caso de la celebridad de Descartes, se observa un tránsito similar entre vida y doctrina, donde sus afirmaciones como autor son consideradas prácticas de vida, hecho que transforma la conducta histórica del personaje, bajo el halo de la ilusión de una transitividad total al interior de su obra. Vida y obra del autor son supeditadas a la óptica de la autoridad y del prestigio que sus epígonos proyectan retrospectivamente, buscando convertir a Descartes en un cartesiano, dualista, racionalista, entre otras encarnaciones.

      Es en este punto donde encontramos uno de los nudos que podrían servirnos para explicar el hecho que ha permitido el retraso en la llegada a un análisis en torno a las imágenes científicas de los libros de Descartes. Se trata, precisamente, de un efecto de autoridad, una especie de retorno a cierta prohibición, la que actuaría sobre la obra y la doctrina cartesiana e impondría la imposibilidad de combinar algunos aspectos fuera de esta consecuencialidad —idealizada— al interior de su doctrina filosófica. Una lógica imposible, representada por la coincidencia de todos los aspectos de su obra como un sistema perfecto. Lo anterior, se vuelve un contrasentido si se considera lo experimentado por Descartes frente a la tradición escolástica de su época, ya que fue precisamente él —al seguir la fuerte corriente anti-aristotélica del siglo XVI y suspender las parcelaciones epistemológicas tradicionales— quien estableció los principios para la transformación general del conocimiento a través de un modelo racional diferente, tanto físico como metafísico. Su geometría fue la demostración concreta de una consideración reformada que permitía enfrentar el temor estructural constitutivo del conocimiento de su tiempo, mediante la combinación de universos heterogéneos que, inevitablemente, determinaban el desarrollo de la ciencia y las nuevas perspectivas de la filosofía. Descartes logró cruzar un umbral, sin embargo su legado padece, por su misma relevancia epistémica, cierta petrificación, propia de los monumentos.

      Según nos explica Funkenstein, la doctrina de Aristóteles distingue claramente entre lo inconmensurable y lo incomparable, a diferencia del caso de Descartes, quien propone visionariamente una mezcla de categorías que rompen este habitus: