Entre 1521 y 1564 se localizó el peor de los periodos de despoblación indígena en una de las zonas con mayor densidad humana del continente: el altiplano, al que tuvieron que hacer frente los conquistadores por la escasez de mano de obra y de alimentos. Este periodo coincidió, por supuesto, con la introducción de las más devastadoras epidemias. Por todo ello, los sistemas de sobreexplotación del trabajo tuvieron que irse regulando y moldeando para poder satisfacer sus necesidades.
Debido a que los abusos de los conquistadores y sus aliados llegaron a poner en peligro el poder del rey en estas tierras, entraron en vigor las "nuevas leyes" que suspendieron el repartímiento o servicio personal dentro de la encomienda (1542), la esclavitud de los indios (1548) y la encomienda en términos de señorío a perpetuidad, aceptando para 1549 la libre contratación asalariada, que se transformó rápidamente en el coatequitl o reparto forzoso con pago por jornal de un peso y ocho reales.29
Entre 1550 y 1560 también se prohibió el abuso de los encomenderos para mover grandes masas de individuos a zonas climáticas peligrosas y el uso de tamemes (cargadores) para pesos excesivos y traslados muy largos; todo ello se ligó a la búsqueda irracional de oro, que sucedió a las crecientes minas de plata.30
La dispersión de los poblados fue una característica de los asentamientos prehispánicos que dificultó la conversión y control de la población, así que para tener un mejor manejo de los sobrevivientes, de su fuerza de trabajo y sus bienes se propusieron en dos periodos distintos congregar a los indios en pueblos. Así, los espacios y sus habitantes sufrieron nuevas transformaciones y maneras de abusos, dando lugar a los asentamientos en cuadrículas, tal como los conocemos ahora. No fue casual que entre 1550 (primera pandemia de paperas) y 1564 (primera pandemia de tos ferina) se intentara llevar a cabo las primeras congregaciones de indios, y después de la peste de 1575-1585, las segundas, considerándose éstas una última medida frente a la oferta y demanda de cuerpos y almas por parte de los españoles.31
En términos estrictamente económicos, también gracias a las nuevas leyes, se unificó el tributo de especie en moneda o su conversión, respetando algunos tratos preferenciales a las comunidades que sirvieron de aliadas para conquistar y acul- turar a los nativos, como los tlaxcaltecas, o a los pueblos cuyas tierras carecieran de minas, como fueron Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas y Guatemala.32
En estas condiciones caóticas de gestación para todos, de una novedosa sociedad que desestructuró a las anteriores, cualquier cambio climático local o general implicaba hambruna, levantamiento y desagrado, junto con las malas cosechas, precios altos, y como resultado casi inmediato se incrementaron la mortalidad y las formas de represión que culminaban en matanzas de indios como modelo civilizador.
Sin embargo, a corto plazo la falta de indios permitió que el alimento alcanzara para meses después, pero como no hubo quien sembrara, el hambre aumentó, todos los productos escasearon y su precio subió; aunado a esto, los animales europeos en plena expansión (ganado vacuno, caballar, lanar, porcino, etcétera) enUaron en competencia alimentaria con los nativos al demandar maíz para su subsistencia. Además, los cultivos y animales de producción europeos ocuparon las mejores tierras y aguas, de las que fueron fácilmente despojados los nativos y sus comunidades.
Los primeros años de colonización no fueron fáciles para dominados y dominantes; hubo que adaptarse e improvisar. Como hemos señalado, los males se encadenaron formando sutiles lazos demográficos, económicos y sociales, obligando a la corona a buscar mecanismos de estabilización en bien de sus intereses.
CÁLCULOS DEL DESPOBLAMIENTO
Debemos volver, sin embargo, a la necesidad occidental de las cifras; entre las dadas por aquellos historiadores que construyen números tenemos cálculos hechos de la población del centro de México (unos 500 000 km2). Ellos han considerado que hubo aproximadamente entre 25 y 18 millones de habitantes antes de la Conquista, que se redujeron a un millón tan sólo 85 años después, registrándose las más elevadas pérdidas durante el periodo de incursión de la nueva patología (1519-1564).33 Véase cuadro 3.
Cuadro 3
Cálculos de despoblación indígena
para el centro de México34
Es decir, que se calcularon 25 millones de habitantes antes de la llegada de los castellanos y para establecer las temporales reducciones se tomaron en cuenta distintos documentos disponibles.
Nosotros, por otro método no cuantitativo en sentido estricto, queremos mostrarles los posibles efectos producidos solamente por la patología biológica, los cuales pudieron causar una reducción de similar magnitud (véase cuadro 4).
De acuerdo con los conocimientos de los epidemiólogos, infectólogos y patólogos actuales que han estudiado los efectos de estos males en poblaciones vírgenes tenemos:
Viruela, se expande lentamente, limitándose a áreas geográficas, el contagio es efectivo en cuatro días. La forma hemorrágica es monal en el 95% de la población: este tipo es más frecuente en mujeres y en adultos que en niños; 2/3 partes de las mujeres embarazadas mueren. La monalidad general es del 80% en menores de 15 años (la forma hemorrágica fue la que padecieron los nativos, según se registró en los documentos del siglo XVI, tanto escritos como dibujados en algunos códices).
Sarampión, es más común en invierno y primavera, es endémico en poblaciones concentradas de más de 300 000 habitantes. Entra cuando hay más de un 40% de susceptibles, es altamente contagioso, con un promedio de 11 días de contagio, sus formas graves ocurren en desnutridos avanzados. No afecta especialmente a las embarazadas ni al producto. Es anergizante,35 y fuera de sus fechas comunes de aparición es más severo.
Peste, produce una mortalidad preferencialmente de grupos adultos, sin embargo no confiere inmunidad alguna pues cada vez que se presenta, la "Yersinia" muta. Su mortalidad oscila entre el 80 y 90%.
Paperas, son contagiosas siete días antes de aparecer los síntomas y nueve después, entre 14 y 21 días. Confiere inmunidad los primeros meses de nacidos, en hijos de madres que la han padecido.
Tos ferina, su periodo de contagio es entre cinco días y seis semanas. La enfermedad se presenta casi exclusivamente en la infancia, el recién nacido es susceptible, ya que los anticuerpos maternos no son protectores. En medios mal saneados se observa un mayor número de casos en edades tempranas: recién nacidos y lactantes, dura el contagio nueve días, ataca al 75% de los susceptibles y mata (cuadro 5).
Estos