Soy un cadete espacial. Soy una cabina de teléfono. Soy un feriante. Soy un tiovivo. Soy el Sargento Pimienta. Soy un zeppelin. Soy un prisma. Soy una banda en el backstage. Soy un garaje. Soy un clipper. Soy un quiste en tu sobaquera. Soy la bayeta del fregadero. Soy el arenero del gato. Soy polvo perfecto. Soy ensalada cheddar y un vaso de Codorníu. Soy un quiché de espinacas. Soy Camarón de la Isla. Soy una tetera. Soy un trapo en disolvente. Soy Teresa de Calcuta. Soy un rímel de pestañas. Soy un orzuelo. Soy un pino plantado. Soy un equipo de fútbol. Soy una bombona de butano. Soy un chop suey. Soy un puercoespín. Soy una almorrana. Soy un espía. Soy un autoestopista. Soy una bañera de París. Soy un hotel de Baltimore. Soy el rollo de la Bastilla. Soy exhibicionismo público. Soy un circo ambulante. Soy parafílico. Soy un fonógrafo. Soy un gorrilla. Soy introspectivo. Soy Chapman. Soy un taco de billar. Soy trazas de maquillaje. Soy las agujas del reloj. Soy un provocador. Soy un póker de ases. Soy un instituto público. Soy una lata de Coca-Cola. Soy un mosquetón. Soy ropa interior sin combinar. Soy un puntapié en tus bolas. Soy una gastroscopia en ayunas. Soy un edema pulmonar. Soy Bunhill Fields. Soy un poeta de los bajos fondos. Soy la Venus de las pieles. Yo soy el poema. Yo soy el poema que se atreve. Yo soy el poema que se atreve a ir. Yo soy el poema que se atreve a ir más allá.
Pongo La 2. Están echando una película sobre la enteogénica flagelación y la ansiolítica crucifixión de Barrabás a través de la córnea izquierda de Nicodemo y la mano derecha de José de Arimatea. Me viene a la cabeza los programas mediáticos en los que intentan arreglar los problemas sentimentales, no sin antes insultarse. Los sentidos se embotan y me nublan la mente. La melancolía fustiga mis manos sucias llevadas al verso. Es la anaconda quien regurgita el ciervo que engulle. Aquí es donde el filósofo persigue unos fantasmas que no puedo proteger. Aquí es donde el escritor celebra la desmembrada orgía báquica. Formo parte de tu proceso. La sigilosa máscara de mi refugio. La paradoja de cualquier actor es representar el doble papel.
La muerte fue oficialmente anunciada a la hora de la merienda.
Adiós, gran masturbador.
V
Also Sprach Zarathustra, Op. 30
La primera escena representa la muerte de la Virgen María, interpretada por una prostituta, yace en un lecho provisional vestida de cinabrio con la cabeza ladeada, el pelo enmarañado, los pies hinchados, la mano izquierda posada sobre el vientre abultado y el brazo izquierdo caído inerte.
Alrededor de la figura central se disponen los Apóstoles y María Magdalena. Los discípulos de Cristo, encarnados por mendigos y jornaleros, vestidos con pesados mantos rodean el velatorio con distintas actitudes. A un lado, sentada sobre un taburete, María Magdalena, interpretada por la hija de un omerciante, llora desconsolada hundiendo el rostro sobre sus rodillas. El cortinaje rojo, suspendido en la parte superior, cae sobre la obra deliberadamente. El desarrollo transcurre en penumbra. La tristeza está contenida.
La segunda escena representa a San Jerónimo escribiendo. Jerónimo de Estridón aparece sentado bajo la figura de un anciano demacrado y amarillento, con la barba hirsuta blanca y grisácea, ataviado con el manto bermellón y la orla circunspecta atornillada sobre su cabeza pelada.
El pecho hundido y los pliegues de sus arrugas encuadran el sacramento penitente. El santo se encuentra en actitud meditabunda traduciendo las Sagradas Escrituras al latín. Vulgata. Encima de uno de los tres libros abiertos que enmarcan la obra se halla una calavera, recordatorio de la transitoria fugacidad de la existencia. El fondo vacío desencadena la soledad inexorable.
Hierba sardonia: los músculos se contraen, la risa es imitada.
Adiós, gran masturbador.
VI
Y ahí estaban los anarquistas: Alan (cuarenta y dos años, sobredosis de barbitúricos junto a las vías del tren), Sergio (treinta años, se ahorcó en el hotel donde se hospedaba), Yukio (cuarenta y cinco años, se desentrañó el vientre con un tantō de izquierda a derecha), Federico (treinta y ocho años, acribillado a balazos en el paredón), Elisa (veintinueve años, saltó por la ventana desde un séptimo piso), Alejandra (treinta y seis años, se ahogó tras ingerir grandes cantidades de Seconal), Ernesto (sesenta y dos años, se voló la tapa de los sesos con una escopeta Boss calibre 12), Paulo (cincuenta años, se arrojó al río Sena desde un puente en plena fuga), Silvia (treinta y un años, encendió el gas del horno y metió la cabeza estigmatizada de anhelo griego), Jack (cuarenta y siete años, dejó el camino como un vagabundo del dharma a causa de una cirrosis hepática).
¿Recuerdas cuando éramos jóvenes y no podíamos parar la canción? Un remolino de mosquerío se aglutina por las calles para reivindicar el desvío de la degeneración y consumir ácido debajo de la lengua o en la córnea. El baile seduce al monstruo a inventar faisanes en la garganta. ¿Por qué atasteis un petardo en el cuello de Holden? Proliferan las salamandras indigeribles por el sumidero atorado. ¿Has callado a la mosca de tu pared?
Moscardón: [Moscarda y —ón]. m. Mosca de doce a trece milímetros, de color pardo oscuro, muy vellosa, que deposita sus huevos entre el pelo de los rumiantes y solípedos en los puntos en los que el animal se puede lamer, para que así pasen aquellos al aparato digestivo y produzcan larvas, saliendo con los excrementos y cayendo a tierra cuando van a cambiarse en ninfas, antes de pasar a insectos perfectos.
Mantis religiosa. f. Insecto alargado de color verde o pardo, con grandes ojos compuestos y patas anteriores largas y robustas, que mantienen recogidas ante la cabeza en actitud orante y que están provistas de fuertes espinas para sujetar las presas de las que se alimenta. En la época de apareamiento, las hembras adultas, en ocasiones, acaban por comerse al macho justo después del apareamiento, e incluso durante, empezando por la cabeza y evitando dañar al sistema nervioso encargado de la reproducción.
Te oigo sollozar...
En el camino
el grito de la garza
y en el sendero
las plumas de oca teñidas.
No tengas miedo
de la lluvia
cuando derrita la nieve.
La flor de cerezo ha caído
en la boca abierta
del espantapájaros.
Los animales han abandonado sus cuerpos y nosotros seguimos en el mismo lugar y a la misma hora obedeciendo el mismo pellejo.
Adiós, gran masturbador.
VII
31 de diciembre. Nochevieja. Botines chelsea de poliéster. Traje negro con camisa blanca y corbata estrecha. La Naturaleza profiláctica: la erudición se rinde a la intuición. ¿Quieres escapar de la monotonía? Elige el camino menos recorrido. Siéntete vivo. Sácate la chorra y baila el hula hoop. Sí. Esa es la respuesta para todas las feminazis hijas de puta. Necesitamos hacer un gran falocentrismo en el cual nos saquemos la chorra y bailemos el hula hoop. Hey hey hey! ¿A quién no le gustaría tener un hemipene para cada día de la semana? Uno de lunes a viernes y otro para los fines de semana. ¿Cuál es la epopeya moderna en estos tiempos? Viagra. ¿Cuál es la purga contemporánea? Cerveza y ardores.
Eran las dos de la mañana cuando la luna llena iluminó mil calles zarrapastrosas y un cartel de neón medio fundido. Nos pusimos a la cola. Las puertas rellenas de caucho se abrieron. La cuadra desprendía un pestazo a José Cuervo y aliento mañanero. Mofetas colgadas de las vigas y tortugas descapulladas. Space Oddity, de David