La vagina mecánica de Dios. Daniel Polunin. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Daniel Polunin
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418411038
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la noche senescente.

      Avanza el ganado.

      ¡Gula! ¡Pereza! ¡Lujuria! ¡Soberbia! ¡Ira! ¡Avaricia! ¡Envidia!

      ¡Gula! ¡Pereza! ¡Lujuria! ¡Soberbia! ¡Ira! ¡Avaricia! ¡Envidia!

      Todos planeamos a cada momento un nuevo asesinato.

      Todos acabamos dentro del circo.

      Todos acabamos en el spoliarium.

      Aquí, cobardes y mezquinos,

      en un ligero resuello, dormiréis

      con la cara hundida y el cuello estrangulado

      a través de las botas y las cruces de madera.

      Los pulgares nivelan su ángulo de la razón

      y la espina dorsal cae, roja, mancillada,

      en los campos preñados de pólvora.

      Deja que las moscas se queden.

      Deja que la carroña se alimente.

      Yo he visto la gran depresión.

      Yo he visto el orificio de los vampiros.

      SABBAT

      Cual Padre Cual Rey,

      descubrieron la Baja Galilea,

      las sombras inestables proyectadas

      y la representación de sus propias obras.

      Agarraron el falo de obsidiana que les unía,

      se santiguaron sin dedos en el altar de los corderos

      y el rostro avanzó pálido de vergüenza por la penitencia.

      El sacerdote levantó los brazos engastados de morfina líquida

      y recibió el sacramento eclesiástico de la extremaunción por la

      boca,

      canonizando por el culo la unción del sacro óleo con la

      vaselinadoctrinal.

      Quitado el velo misericordioso del celibato, la obediencia y la

      aislada castidad,

      los pies desnudos de la monja atraviesan el oratorio oscuro de

      los tristes meditabundos,

      cual silencio cavila fiel a sus propios demonios mientras el

      espíritu se desprende del cuerpo.

      ¿Acaso crees tú poder distinguir los pastos nauseabundos de la

      matanza religiosa de los cerdos?

      Y a la tarde descienden por el monte Sinaí los destocados

      serafines con ricas vestiduras,

      portan consigo el arca de la Alianza y los diez mandamientos

      de la dominación,

      los cuales nos sacarán de la tierra de Egipto hacia las puertas

      prometidas.

      Contendremos la lengua que nos han disecado por temor a

      utilizarla,

      pero el hombre con cabeza de chacal despertará en el

      amanecer,

      aquel cuyo nombre bienaventurado cuenta los corazones

      y embalsama a los faraones a la eterna existencia,

      traerá consigo la crux ansata de la fertilidad,

      erigida por los señores de las pirámides,

      la cual deificaremos con la sangre

      negra de nuestros antepasados

      y la calavera primitiva

      del antiguo mago

      LA CIUDAD

      Veo a la raza humana despierta:

      los blanquitos se maquillan en la cuneta

      y los negratas maltratan el colibrí disecado.

      La vivisección de los perros.

      El tiempo de los miriápodos.

      Los cuerpos trasplantados.

      Siento la espera, la persecución,

      la bandada de los omnipotentes,

      el Dios reído de mi hosanna en el cielo.

      Ha llegado la noche,

      y con ella el caballo blanco de la heroína,

      el neumático inyectado.

      Lombrices,

      gusaneras,

      candirú.

      Déjenme en mi retiro,

      entre el guardián y el verdugo,

      el sueño y la pesadilla.

      El gallo ha cantado tres veces.

      Vigilia.

      PRÓSTATA

      Os cubriré de miel para que las moscas

      se acerquen y jueguen con vosotros.

      Os daré de fumar la flor de loto azul

      y os taparé con hojas de parra.

      ¿Con cuántos penes de sangre

      y pezones te irás a la otra vida?

      ¡Oh dalias, rhipsalis,

      llevadme a la gloria…!

      ¡Oh, crudas y salvajes valquirias,

      conducid mi espíritu caído al Valhalla!

      ¡Einherjer!

      ¡Einherjer!

      Tengo que dejarlo.

      Estoy llegando al urólogo.

      ODA A J.C

      Guardo celosamente la cabeza de mi madre

      en una caja tallada en perlas y cornalinas.

      La gran avispa, con su aguijón de marfil

      y su furioso zumbido de tormentas,

      agujerea el moteado cuello de la jirafa,

      haciéndola caer sobre sus costillares

      en un yermo abatido de arados y provisiones;

      las hormigas coloniales de la legión africana

      corretean por el intumescente cuello de la jirafa,

      transportando la rayada lámpara amarilla y negra.

      El hombre americano cruzó desarraigado

      las drenadas cavernas del hombre europeo,

      cual pinchazos perfumados se abrieron paso

      bajo la agradable sombra de la higuera.

      El cuerpo infantil nada fresco y lento

      manchado por la ingenuidad y el estiércol.

      ¡No te alejes de la orilla, Jimmy!

      La golpeada corriente te trae de vuelta,

      y contigo, miles de resbaladizas sanguijuelas,

      gruesas y ladeadas, absorbiendo tu pulpa.

      Imagina los lamentos de una perezosa ciudad

      discurriendo por tus venas el litio sintético.

      Tuyos