Cambiar de sistema de referencia siempre es complejo y más cuando está asentado ya en muchas generaciones pero una vez que uno se da cuenta de una nueva forma de enfocar la vida más racional no puede cerrar los ojos si tiene un mínimo de sentido común. La idea no es que la gente se apunte a esta nueva forma de tomar conciencia de la realidad política y social sino simplemente que conozca su existencia y luego, tras un proceso lo más racional posible, decidirse o no por él.
Darse cuenta que el socialismo es una religión más, como el cristianismo, el islam o el judaísmo, no es fácil. El socialismo se presenta como una ideología antirreligiosa basada en métodos racionales y justos, con una ética inmejorable, y con un atractivo muy difícil de poner en duda, la llamada “supremacía moral” del socialismo que desarma al que no tiene la perspectiva superior de la razón. El socialismo se centra en especial en los jóvenes defraudados de la vida, de la religión en la que quizás hayan crecido, con una vida sin presente ni futuro, o con un deseo grande de pertenecer a un grupo donde poder desarrollarse, sabedores de hacer algo grande y a la vez divertido, y apartarse de los adultos que entorpecen su camino. La clase obrera y el movimiento sindical está en retirada y ahora se apoyan en las minorías: feminismo, ecologismo, animalismo, movimientos LGTB+, etc. El socialismo ha fracasado a la hora de cambiar la justicia social y ahora lo que intenta es cambiar a las personas, ha abandonado la lucha de clases centrándose en las identitarias. Este libro sería de desear que cayera especialmente en manos de los jóvenes, a mí me habría gustado que así hubiera sido en mi juventud, mi vida seguro habría sido otra.
La religión socialista tiene su dios, sus templos, sus sacerdotes, sus santos, sus apóstoles, sus mártires, sus fieles, sus ritos, sus libros sagrados, sus procesiones, sus púlpitos, sus recompensas, sus castigos, su paraíso, su infierno, sus inquisiciones, sus dogmas, su historia sagrada, etc, como las demás religiones. Siempre se pueden encontrar antecedentes de su origen pero el más claro y rotundo es la Revolución Francesa. A esta le siguió un siglo XIX muy convulso con sus grandes santos y visionarios: Hegel (padre filosófico del comunismo), Marx, Engels; un siglo XX terrible de asentamiento de la nueva religión: Lenin, Stalin, Mussolini, Hitler, Mao; y un siglo XXI con personajes de menor talla pero con medios mucho más peligrosos para controlar a la población, no sólo físicamente sino mentalmente. Frente a esta religión que intenta apoderarse del mundo, como todas, se encuentran las otras religiones que no quieren perder su poder y las personas racionales, que comprenden la existencia de las religiones como esa evolución necesaria pero que se encuentran en un fuego cruzado tan peligroso que puede acabar con el salto dado por los hombres al reino racional. Desenmascarar a este movimiento religioso, que se presenta como justo lo contrario, es la misión de este libro.
Este libro está estructurado en tres partes. En la primera trato de hacer ver que el socialismo es una religión, o se comporta como tal, con todos los componentes que la forman, y también los campos en los que se manifiesta, en especial los tipos de seguidores de los que se alimenta. La primera sensación que se tiene con su lectura es la de tirar el libro a la piscina, como hacía Francisco Umbral; choca con las ideas que tenemos y no lo aceptamos, habrá que echarle algo de valor y seguir adelante. En la segunda parte intento poner un poco de orden en las ideas que tenemos sobre el capitalismo y socialismo y en erradicar la nefasta diferencia entre derecha e izquierda, y aunque doy algunas ideas de sus orígenes históricos, el capitalismo y socialismo que me interesa es el del siglo XXI, que es en el que nos encontramos. Para ello utilizo bastantes citas de personajes contrastados, la mayoría sufridores de la nueva religión socialista a la que se apuntaron en su juventud. La tercera parte es la más personal y escribo sobre España y los problemas que la acucian hoy en día. España siempre ha sido católica y hoy en día, como hace unos decenios, esta religión está siendo atacada en todos los frentes por la nueva que quiere apoderarse de la mente y del cuerpo de los españoles. Quizás una segunda lectura del libro fuera conveniente una vez relacionadas las tres partes aunque para muchos sería una labor difícil de soportar.
Madrid, España - octubre de 2019
“Ser iletrado en la sociedad europea moderna no se debe a una injusticia social, sino a una mala elección moral”.
(Mauricio Wiesenthal)
“No relacionar el socialismo y todas sus versiones con una nueva religión, con una nueva versión de las antiguas religiones, es seguir una senda que no conduce más que a la destrucción por incomprensión de la realidad”
(Guy Sorman)
UN POCO DE HISTORIA
La evolución de las poblaciones humanas, según el psicólogo Ken Wilber, sigue la dirección del tiempo que va desde el reino arcaico al mágico, del mágico al mítico, y del mítico al racional. En las sociedades, el salto de nuestros ancestros en la época arcaica, y sus cultos a la luna o al sol, hacia las grandes religiones monoteístas fue largo y duro, también lo fue el de las grandes religiones hacia la razón, aún estamos en ello.
En las personas, al igual que en las sociedades, ocurre algo parecido, el niño vive apaciblemente en su entorno mágico familiar. Cuando su entorno se agranda, emerge el mundo mítico, se apunta a las grandes ideologías míticas ya sean religiosas, culturales, políticas, deportivas, etc, quiere pertenecer a un grupo donde se encuentre a gusto. Si esa estancia placentera no le es suficiente entrará en el mundo de la razón, el pensamiento racional servirá de filtro para abandonar lo de mítico, y no digamos mágico, que tiene su vida. Es esta insatisfacción que tienen las personas, que forman las sociedades, la que hace evolucionar y crecer a la humanidad. Muchos retroceden a niveles inferiores donde se siente más felices, pertenecen a grupos donde son comprendidos, forman parte de algo en común y eso les satisface. Otros están desubicados y van de uno a otro como perdidos, sin un marco de referencia.
Nuestros antepasados evolucionaron y dieron un gran salto evolutivo al aparecer las religiones monoteístas, ya no tenían que adorar objetos, había un ser superior, nuestro creador, Dios, que velaba por nosotros, por nuestra seguridad, nos daba la vida y nos hacía enfrentarnos a ella de forma más entusiasta. Así apareció el judaísmo y de él emergieron las otras dos grandes religiones monoteístas: el cristianismo (católico, ortodoxo y protestante) y el islam (sunní y chiita).
Con la aparición del protestantismo, en el que la Iglesia Católica no regía en exclusividad la religión cristiana, fueron creándose nuevas formas de entender el cristianismo, cualquiera podía interpretar las escrituras y el mensaje de dios a su manera, sin el intermediario del Vaticano. Las nuevas religiones protestantes aparecían una tras otra, cada una con sus líderes: luteranos, anglicanos, calvinistas, evangélicos, metodistas, mormones, etc. Cada nueva religión protestante interpretaba las escrituras, anteriormente inamovibles, aumentando sus seguidores y formando grupos cada vez mayores que hoy en día se aproximan en número a los católicos. Los cristianos son el 30% de la población mundial (católicos el 50%, 37% protestantes, 12% son ortodoxos). Los musulmanes son el 23% de la población mundial (90% sunitas y 10% chiitas). Los judíos representan el 2% de la población. El resto de personas pertenecen a otras religiones, a ninguna o a la nueva religión socialista, que muchas veces se encuentra infiltrada entre ellas.
No todas las personas eran religiosas, muchas convivían con ellas con temor a ser señaladas o incluso tenían ideas contrarias a esta forma de entender el mundo. El mundo clásico, Grecia y Roma, tuvo un nuevo amanecer en el Renacimiento y en siglos posteriores los pensadores de la época crearon ideologías que en principio parecían alternativas a las religiones. Las ideas de Platón, quizás el primer socialista que quiso aplicar sus ideas colectivas en la península Itálica, y que fracasó, no pasaron desapercibidas. Tomás Moro escribió su libro “Utopía”, sinónimo de perfección u objetivo a alcanzar por la sociedad en la cual se veía en la propiedad privada y la riqueza por