Pero probablemente por razones que dependen de su formación inicial, Ciencia y Teología, en el nivel especulativo, no encuentran su articulación en la obra de Mons. Lemaître. Se puede subrayar aquí un punto que no suele notarse. Las reticencias de Einstein y de los defensores de la cosmología del estado estacionario dependen de una forma «no creyente» de concordismo. En efecto, si desconfían de la singularidad inicial es porque asimilan creación (en sentido metafísico) y comienzo (en sentido del estado cosmológico inicial), poniéndolos en un mismo nivel epistemológico. Ahora bien, es precisamente este concordismo el que, en el fondo, va a inducir el discordismo «creyente» de Mons. Lemaître. En realidad, la influencia de este concordismo y su reacción defensiva discordista van a tener una influencia más bien nefasta, ya que desde un punto de vista científico, ciertos astrofísicos y astrónomos van a alejarse, entre 1931 y 1965, de lo que se convertirá después en la teoría del Big Bang (modelo cosmológico estándar). Desde un punto de vista teológico, el discordismo hará a Georges Lemaître extremadamente desconfiado respecto a los intentos de articulación especulativa de la Ciencia con la Teología. Ello le llevó a dudar y por último a renunciar a comprometer a los miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias, de la que era presidente, en ciertos debates del Concilio Vaticano II, mientras que Pablo VI le había abierto dicha posibilidad44.
El discordismo procede de una actitud prudente que trata de no mezclar de manera incoherente, desde el punto de vista epistemológico, niveles de discurso que es necesario distinguir. Sin embargo, al acentuar, a menudo por razones de paz social o de buenas relaciones con los colegas no creyentes, la distinción se puede llegar a una fractura que impide todo diálogo entre Ciencia y Teología y a una limitación de esta última a un universo puramente privado y arbitrario. Si la ciencia desea tener un alcance ontológico real y si, por otra parte, la Teología católica desea ser un discurso portador de verdad sobre el mundo y sobre la persona humana real es necesario decidirse a abandonar el discordismo y buscar otro modelo de relación Ciencia-Teología.
Articulación: un verdadero diálogo respetuoso de las condiciones límite
La figura de la articulación, por emplear un término caro al profesor Jean Ladrière45, representa una relación que une sin confusión, pero también sin separación irreductible, los niveles teológicos y científicos.
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