18- Los autores se refieren a Stefan Halper.
19- David Zweig (2010) divide en cinco olas el periodo de reforma y apertura experimentado por China. La primera (1978–1983) inicia con la descolectivización de la agricultura y la apertura de cuatro zonas económicas especiales (Shénzhen, Zhuhai, Xiamen y Shantou). En la segunda ola (1984–1985) se abren catorce nuevas zonas al comercio y a la IED, se intensifica la relación con el exterior a través de intercambios y se descentraliza el control del comercio. En la tercera (1987–1988) se prioriza la consolidación del sector exportador para implementar un modelo de crecimiento económico basado en las exportaciones y se abren todas las costas de China a la economía global. La cuarta ola (1992–1997) comienza con el “Viaje al Sur” de Deng Xiaoping, el cual resultaría en un periodo de apertura profunda y en el establecimiento de la “economía de mercado socialista”. Finalmente, en la quinta ola (1998–en adelante), bajo el mando de Jiang Zemin, se promueve una mayor integración de China con el mundo.
20- Aún más, cabe señalar que si bien los argumentos son importantes, también son debatibles. Li, Broadsgaard y Jacobsen (2009) rebaten contundentemente la importancia de cada uno de los puntos señalados para el desarrollo económico de China.
21- Una de las principales críticas que se hacen al Consenso de Washington (Willis, 2011).
22- Al respecto, los proponentes del posdesarrollo, como Arturo Escobar, cuestionan la idea y legitimidad del concepto de desarrollo. Discuten los modos en que “Asia, África y Latinoamérica llegaron a ser definidas como ‘subdesarrolladas’ [...] y necesitadas de desarrollo” (2005, p.18). En este sentido, la búsqueda legítima no es la de alcanzar el desarrollo, sino emanciparse de él —por ejemplo, pensar que “la realidad puede definirse en términos distintos a los del desarrollo […] abogar por concepciones distintas” (p.22).
23- Instituciones entendidas, siguiendo a Luiz Carlos Bresser Pereira, como el conjunto de “leyes, políticas, acuerdos, entendimientos, creencias compartidas” que “orientan las acciones económicas” llevadas a cabo por políticos, burócratas estatales, empresarios, trabajadores y profesionistas (2010, p.71).
24- Las cinco narrativas son: (1) la degradación y marginación, (2) la conservación y el control de los recursos, (3) el conflicto ambiental y la exclusión, (4) los sujetos e identidades ambientales, y (5) los actores y objetos políticos (Robbins, 2012, p.22).
25- Cabe señalar que durante los tiempos de Mao Zedong (1949–1976), los dirigentes negaron la existencia de problemas socioambientales (Shapiro, 2001).
26- Sobre este último punto es importante notar el cambio mostrado por los dirigentes chinos en lo que toca a su compromiso con el medio ambiente en foros internacionales. De manera puntual, el gobierno chino ha expresado su intención por avanzar con el Acuerdo de París, en el que se plantea la meta de reducir las emisiones de dióxido de carbono en 2030, sin menoscabo de la situación económica del país. Es decir, sin importar que se trate o no de un país en desarrollo (Hunt, 2017). Sin embargo, aún es pronto para confirmar si el compromiso chino va más allá del discurso.
II. Estructura internacional y nuevos actores
Orden y exclusión
CARLOS ALEJANDRO CORDERO GARCÍA
La exclusión no se refiere a niveles de desigualdad,
sino a mecanismos que operan para apartar a grupos de personas
de la corriente principal de la sociedad.
ANTHONY GIDDENS (2000, P.125)
Los ricos se encerrarán cada vez más en su burbuja para evitar
que su sensibilidad quede herida si entran en contacto
con las clases inferiores. Todos esos mecanismos
de corrección política no están para proteger a las víctimas,
sino para protegernos de las víctimas (inmigrantes, refugiados,
violadores y terroristas) y volverlas de ese modo
socialmente invisibles. Este mundo dividido, que tiene cada vez
más miedo de sí mismo, es la realidad de la utopía capitalista,
liberal, globalizada y unida que imaginábamos hace 25 años,
cuando creímos en el fin de la historia.
SLAVOJ ZIZEK (2016)
El siglo XXI, pese a todo pronóstico, no ha sido el siglo de la utopía materializada que auguraba Francis Fukuyama en su ensayo El fin de la historia, en el que la democracia liberal y el capitalismo neoliberal se erigían como los dos pilares sobre los que descansaría el orden mundial, dado que la era de las ideologías había sido superada y, en buena medida, ambos principios habían conseguido una década de paz aparente al finalizar el siglo XX. Por el contrario, los pocos años trascurridos del siglo XXI se han caracterizado por la emergencia de fenómenos políticos y económicos que han puesto en jaque aquella fantasía de los felices noventa.
El terrorismo, las crisis económicas, el aumento de los radicalismos políticos y el calentamiento global son solo algunos de los problemas a los que el mundo se enfrenta y que no han podido ser resueltos por vías democráticas o con ayuda del libre mercado. En lugar de ello, las fórmulas convencionales para restablecer el orden en el sistema internacional —por ejemplo, las intervenciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para manejar las crisis económicas de los países, o bien el fracaso de los Objetivos del Milenio que han tenido que postergarse—, fuera de mitigar los conflictos los han recrudecido. Así pues, lo que se presentaba como la fórmula perfecta para construir un futuro esperanzador, ha generado un ambiente complejo e incierto que obliga a repensar las maneras en que se ha construido ese aparente orden en el que los conflictos no cesan, por el contrario, mutan y se recrudecen.
Para muestra dos ejemplos: el primero es la lucha internacional contra el terrorismo, que ha propiciado la aparición del autodenominado Estado Islámico, al que se le puede señalar como consecuencia de las intervenciones militares de Occidente en Iraq y Siria, y que ha conseguido perpetrar ataques terroristas funestos en las principales capitales europeas, pero sobre todo que ha podido reclutar a miles de seguidores en todo el mundo. En poco más de 15 años de guerra contra el terrorismo, los atentados siguen cobrando la vida de centenares de personas alrededor del mundo y no se ve el final de esta confrontación en el corto plazo.
El segundo ejemplo es el aumento de los radicalismos políticos, ya sean de izquierda o de derecha, que, recurriendo a la estrategia populista, han empezado a avivar los temores del nacionalismo y el proteccionismo económico, lo que planta un claro desafío a la interdependencia económica internacional que se produjo con los avances tecnológicos y las gestiones políticas internacionales del siglo XX. El presente capítulo está encaminado a identificar esta nueva fuerza social conformada por aquellos sujetos que han sido excluidos o apartados del orden, como consecuencia a las propias dinámicas de este.
Se tiene como propósito hacer una aproximación a este fenómeno desde las