Sociedad Pantalla. Esteban Ierardo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Esteban Ierardo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789507546426
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hacerlo, más allá de sus beneficios funcionales, como más velocidad de descarga, o mejor conectividad, etc. Una sociedad bajo “sonambulismo tecnológico” debiera despertar, y Black Mirror, con sus golpes de terror tecnoparanoico, busca sacudirnos para que interrumpamos nuestro apacible dormitar. Algo que el mencionado Jacques Ellul buscó mediante el pensamiento crítico. Frente a la situación de cautivos de las pantallas y los dispositivos técnicos, Ellul propuso una ética del no poder; es decir, resistirse al consumo pasivo de los tecnoproductos; manifestar que puedo (consumir), pero no quiero. O solo lo haré desde mi decisión, y no por sometimiento a las imposiciones ambientales.

      Temas, inquietudes, perspectivas críticas, dudas, componen la base de flotación de nuestra navegación sobre algunos perfiles de la contemporaneidad. Y muchas preguntas. En un futuro no muy lejano, ¿la vida será solo dentro de las pantallas? ¿Las pantallas rotas de un espejo negro?

Primera parte Hacia la pantalla cerrada y distópica

      I

      Black Mirror: la dimensión desconocida de la era digital. Del espacio abierto a la pantalla cerrada

      En nuestra lectura de Black Mirror, o de la ficción en general, lo más significativo es el poder de estimular conciencia ante procesos significativos (como el impacto tecnológico generador de dependencia, pero también de desarrollo). La lucidez crítica que se logra a través de lo ficcional es a veces superior a la que deviene de los análisis puramente conceptuales. Un relato literario cuestiona la actualidad de forma lateral, por la metaforización que propone la imaginación. La Rebelión en la granja, de George Orwell, es un ejemplo de ello: la ficción como crítica indirecta de la realidad. Pero en el caso de Black Mirror, su modo de inquietarnos ante el exceso de vida digital es frontal. Y esto es así porque la crítica imaginativa no necesita hoy ocultarse, como sí ocurría cuando la libertad de expresión estaba condicionada. El antecedente de Black Mirror, La dimensión desconocida, construyó sus ficciones en el tiempo en el que la ficción tenía que disimular su aguijón crítico. Antes de la emisión de un drama televisivo sobre el holocausto nazi, a Serling se le anunció un cambio a última hora. Un patrocinador de la emisión (una compañía de gas), exigió eliminar escenas de los judíos gaseados en las duchas. De no cumplirse la exigencia, la empresa no continuaría con la financiación del programa, y este sería cancelado. La crítica solo podía ser expresada de forma sesgada.

      Rob Serling creó su serie en el contexto del macartismo. Tiempos de la Guerra Fría, de la lucha ideológica en el mundo bipolar de la posguerra. El enfrentamiento entre Estados Unidos, el gigante de la supuesta democracia, y la ex URSS, el dragón del supuesto socialismo liberador. En el país del dólar, la “paranoia roja” expresaba el miedo ante la expansión comunista en Occidente. Para la Casa Blanca, el peligro no era solo un ataque nuclear soviético, sino también una posible infiltración ideológica del enemigo socialista en la vida civil. Se temía la penetración en todos los niveles de la sociedad norteamericana de una Quinta Columna, sostenida en los hombros de intelectuales y artistas de izquierda, devenidos topos espías y conspiradores. Paranoia desatada. Envuelto en el temor rojo, el senador Joseph MacCarthy sembró la conspiroparanoia y diseñó una caza de brujas para apresar a supuestos comunistas infiltrados, entre los que se sospechaba de muchos emigrados, incluso del propio Einstein.

      Ese contexto histórico condicionaba la creatividad de La dimensión desconocida. Los patrocinadores y los canales de televisión eran parte de la censura legitimada como cuestión de seguridad nacional. Por eso, en ese escenario, ante el acecho del ojo censor, Serling advirtió que la única manera de criticar su presente era realizando un cálculo de prudencia estratégica: apelar a la ciencia ficción, o más exactamente a las situaciones fantásticas, para, desde allí, metaforizar los conflictos estructurales de su tiempo. Así escapaba a los censores de turno. Las tijeras de la censura no amputaban las tramas de una serie