Claro está que mi alma también se manifiesta y me conduce por lugares que a veces no desearía atravesar… vivencias fuertes que abarcaron y abarcan un abanico de situaciones complejas y penosas, pero que debí y debo superar a diario. Son pruebas que en principio parecen insuperables, pero que con voluntad férrea las venzo y, día a día, me hacen crecer y aprender. Este sinuoso y arduo recorrido que me fue llevando por diferentes sitios en un largo viaje que aún continúa, me devuelve siempre a la magia de ir encontrándome cada vez más con el sentido de las vivencias y el mensaje que contienen para fortalecerme y superar cada obstáculo.
Y ese fue, precisamente, mi inicio como aprendiz. La sinuosa senda del compromiso de descubrir, de mirar con otros ojos, de ver, finalmente, lo que luego volcaría en mi cotidiana práctica profesional.
Hace ya mucho tiempo que fui guiado por una querida amiga y colega, Olga Giordano, hacia las Constelaciones Familiares y los Órdenes del Amor, de Bert Hellinger. La vida de este gran maestro me conectó enseguida con aquella original fascinación… descubrir una dimensión donde se puede unir de manera perfecta todas las piezas del rompecabezas de la existencia y abrir la mente hacia un nuevo campo de consciencia.
Para quien aún no entró en contacto con esta herramienta terapéutica y espiritual, puedo adelantar brevemente que a través de las Psicoconstelaciones Familiares es posible comprender que formamos parte de una inmensa red relacional, donde los padres, hermanos, tíos, antepasados lejanos y cercanos y hasta amistades que tuvieron lazos con nuestros ancestros son los que influyen y moldean “de alguna manera” nuestro aquí y ahora.
Justamente, en la consulta emerge lo excluido en nosotros, aquellos temerosos secretos, las urdimbres del silencio y todo lo que ha quedado aparentemente olvidado.
La intención de la presente obra, queridos lectores, es acompañar desde mi experiencia profesional a quienes estén interesados en iniciarse en el camino constelativo, mágico viaje del alma por lugares desconocidos para sanar aspectos de la historia personal no recordada, oculta, encapsulada.
Todos los que hemos vivenciado esta experiencia psicoterapéutica podemos afirmar que gracias a este método de trabajo es posible recuperar información que creíamos perdida, reconstruir ciertos tramos del pasado, armar una autobiografía más coherente y sana, elevar nuestro presente a una forma de vida más digna y placentera.
CONTEXTUALIZANDO LAS PSICOCONSTELACIONES
ACERCA DE ESTA METODOLOGÍA REVOLUCIONARIA Y EL ROL DEL TERAPEUTA
Los hijos casi nunca se atreven a vivir una vida más feliz o más plena que sus padres. Inconscientemente, siguen siendo fieles a tradiciones familiares tácitas que operan invisiblemente. Las Constelaciones Familiares son una forma de descubrir vínculos familiares subyacentes y fuerzas que se han llevado inconscientemente durante varias generaciones.
Bertold Ulsamer
“El terapeuta o ayudador están en sintonía con el alma dándole todo el espacio, todo el tiempo. El alma muestra lo esencial inmediatamente. Naturalmente el terapeuta o el ayudador tienen que estar en concordancia con el sistema mayor. Libre de imaginaciones, libre de teorías, libre de intenciones, libre de emociones, libre de empatía en el sentido habitual. Así, algo se muestra”.1
Las Constelaciones Familiares y las Psicoconstelaciones se inscriben en un marco amplio como herramienta sistémica de sanación desde la mirada de una transgenealogía que implica reconocernos como parte de una historia viva, presente en cada uno de nuestros desafíos, en cada uno de nuestros sueños. Se trata de una historia en acción que cambia momento a momento y que nos lleva más allá de una imaginaria línea de tiempo en un viaje que trae las voces de nuestros ancestros.
Comprender la vida a través de la mirada de las Psicoconstelaciones implica un cambio paradigmático porque la realidad se capta con otros ojos, con otra mentalidad y emoción.
Hablar de Psicoconstelaciones es hacer referencia a la experiencia enriquecedora en donde opera una filosofía de reconciliación en el amor, de integración de aparentes opuestos, de abrir canales para que el alma se exprese; es también manejarse dentro de una ética de cuidado como lo requiere todo trabajo emocional profundo, ya sea con una persona o un grupo, de forma asistida y sumamente cuidada. Esta metodología así planteada produce una magia, un proceso de sanación que nos integra y nos convierte en artífices del cambio energético que el mundo reclama.
EL MARCO TEÓRICO-SISTÉMICO DE LAS CONSTELACIONES Y PSICOCONSTELACIONES
Es importante poder tomar en consideración el marco en el cual están inscriptas las Constelaciones Familiares porque de ese modo es posible que quienes se acercan a esta herramienta puedan tener mayor claridad a la hora de comprender determinados fenómenos que, de otra manera, se podrían interpretar erróneamente.
Para ir definiendo las Constelaciones Familiares, trabajaré con la imagen de círculos concéntricos donde el núcleo central será el desarrollo de esta herramienta ubicada dentro de la terapia sistémica hasta el círculo exterior donde llegaré a consideraciones metafísicas o filosóficas.
El Modelo Sistémico
Comenzaré por el núcleo central definiendo en primer lugar a las Constelaciones como una herramienta que está encuadrada dentro del Paradigma Sistémico que se diferencia significativamente de la teoría Psicoanalítica.
A este respecto tomaré las palabras de algunos maestros como John Weakland, Richard Fisch y Lynn Segal, representantes de la Escuela de Palo Alto California, modelo en el cual fui formado en Psicoterapia. En el libro La Táctica del Cambio estos tres autores expresan:
La teoría psicodinámica se centra en el paciente individual, sobre todo en las estructuras y procesos intrapsíquicos. Por consiguiente, no atiende primordialmente a la conducta provocada por un problema, sino a supuestas cuestiones subyacentes. Más aún, este punto de vista considera que el presente es, básicamente, resultado del pasado, en términos de cadenas lineales de causa a efecto, desde los orígenes hasta las consecuencias. A esto se añade el énfasis que se otorga a lo que está debajo y atrás, a lo que sucedió hace tiempo y lejos, en vez de al aquí y ahora. Este énfasis sobre los orígenes ocultos, en vez de sobre lo que se puede observar ahora, lleva necesariamente a una prolongada indagación sobre el pasado y a un uso preponderante de la inferencia. Además, esta perspectiva tiende en gran medida, aunque a menudo implícitamente, a considerar que los problemas son el resultado de deficiencias del individuo, de carencias provocadas (excepto en el caso de aquellas a las que a veces se les asigna un carácter innato) por la ausencia de experiencias positivas tempranas o por experiencias negativas, precoces o tardías. Con respecto a la práctica, se prescribe que el terapeuta debe lograr primero una comprensión de esas cuestiones complejas y ocultas, y a continuación ayudar, mediante interpretaciones, a que el paciente obtenga la comprensión adecuada. En algunas formas de tratamiento individual también pueden ser importantes el apoyo y la orientación con vistas a superar o compensar una supuesta carencia, pero el factor curativo fundamental sigue siendo la introspección, la comprensión interior. La premisa básica es de orden intelectual: «El conocimiento hará libre al sujeto».2
Sin embargo el modelo de la Terapia Familiar Sistémica que tal como lo mencioné oportunamente corresponde a mi forma de leer los procesos psicológicos plantea lo siguiente:
La terapia familiar no constituye una mera cuestión de cambio en las prácticas específicas, que mirarían a familias enteras en vez de a individuos aislados. Por el contrario, su visión difiere punto por punto de la postura psicodinámica que acabamos de esbozar.
Como es obvio, la terapia familiar se centra