Posterior a la separación de mis padres, asumí el papel de la mujer de la casa, me encargaba de las cuentas y la limpieza, los primeros años fueron muy complicados dado que mi hermano y yo teníamos que ayudar a mi papá a que saliera de una enorme depresión que vivía por la separación, y nosotros tratábamos de vivir la vida de la mejor manera posible y por otro lado, mi madre también pasó por un largo proceso de depresión por separarse de sus hijos. Gracias a Dios tenía ángeles a mi lado, que nos acompañaron en este proceso y de allí en adelante en nuestras vidas, me refiero a mi abuela y dos tías, que realmente nos acompañaron. Me acuerdo de que una de mis tías me decía: “Madeleine, puedes hablar conmigo, dime qué es lo que sientes”, y yo le respondía: “Tía, no siento nada…”, y a través de un silencio profundo, mis ojos se ponían cristalinos y me hacía la fuerte para no llorar, y así fui creciendo, pensando que me hacía la fuerte, tomando un rol que nadie me pidió que asumiera pero así lo hice.
Fue cuando llegué a los catorce años que me di cuenta de que yo no me preocupaba por mí misma, es verdad, realmente vivía para los demás, no me preocupaba por mi imagen o por el estado de mi cabello, en esos momentos yo no me gustaba para nada, me decía que era muy llenita, que el color de cabello y de ojos no era el ideal. Sentía bastante inseguridad y empecé a tratar de buscar la aprobación de mis familiares, maestros y de todos, siendo la mejor en todo. Era aquella persona que se esforzaba al máximo por ser la mejor hija, la mejor hermana, la mejor alumna, porque inconscientemente al no tener amor por mí misma, me esforzaba por tener el amor de los demás para que llenará mi vacío, pero como se darán cuenta nada fue suficiente y en tan corta edad empecé a crear capas sobre mi corazón para buscar las respuestas en otros, al menos deposité mi atención en ellos para no ponerme atención a mí misma.
Así que fui creciendo de esa manera, sintiendo tener (porque no lo tenía) el rol de madre para todos, madre de mi hermano, de mis papás y mis amigos de colegio y de universidad, siendo la niña buena y la mejor en casi todo. Mientras que maduraba me sentía cansada, cansada de tener siempre esa postura, de ir de meta, tras meta, porque si yo me creía que debía ser la mejor hija, entonces tenía desde mi punto de vista que ser una de las mejores estudiantes en el colegio, en la universidad y en la maestría.
Y desde ese estado de conciencia, atraje parejas super complicadas, personas de las que yo pensaba que debía hacerme cargo, que podría cambiarlos y resolver sus vidas, todo desde el papel controlador y de madre, por lo que atraje a mi vida hombres mujeriegos y de todo un poco, hasta que llegó un punto en el que me dije a mí misma: “Es momento de hacerme cargo de mi propia persona, quizás me dará miedo pero no importa…, es momento de iniciar este camino”, eso porque me di cuenta de que a pesar de todo lo que había logrado, las metas, los títulos y los triunfos profesionales, no me amaba a mí misma, no me hacía cargo de mí misma, era claro que había cedido el poder a otros. Estaba presente para el resto, llenaba el placer de los demás, menos el mío, no me valoraba completamente, no aceptaba mis curvas de latina, no aceptaba mis senos perfectamente pequeños, no aceptaba mi cabello negro ensortijado, y la larga lista de no aceptación continuaba.
Luego de varios avisos que la vida me daba, a través de situaciones que se me presentaban (puedo decir que el camino fue largo pero fue maravilloso), empecé a trabajar en mí misma, tomando varios cursos, entrenamientos, soy del tipo de personas a la que le encanta saber de todo y poder experimentar diferentes vivencias. Por tal motivo, así como en mi vida invertí tiempo y dinero en mi educación, en ese momento empecé a hacerlo para mí misma. Poco a poco empecé a amarme, aceptarme, engreírme, hablar con “mi niñita”, preguntarle qué es lo que necesita. También me tocó desaprender lo vivido y volver a aprender aquello que necesitaba, desafié mis creencias limitantes, o aquellas que me fueron inculcadas desde muy pequeña. Y como por arte de magia, al cambiar mi mundo interior pude encontrar mi propio poder interior, y gracias a ello, mi mundo exterior fue cambiando poco a poco, mis relaciones interpersonales eran de calidad, mi relación con mi pareja mejoró notablemente. Lo maravilloso de este proceso personal, fue encontrarme a mí misma, aceptándome y amándome tal como soy, porque desde ese espacio puedo ser más feliz y puedo evolucionar como ser humano.
Aunque haya dado varios pasos en este camino, desde mi punto de vista esta vía del desarrollo personal nunca termina, y eso es lo realmente maravilloso, es maravilloso porque en el proceso de amarnos, aceptarnos y valorarnos podemos descubrir más posibilidades de nosotras mismas. Por tal motivo, tomé la decisión de poder compartir mi camino hacia las demás mujeres (hermanas) y compartir mi experiencia de vida a través del presente libro, mis aprendizajes, aquellas herramientas que sí funcionaron en mí para que también al menos pueda aperturar una luz en tu corazón y en tu camino de vida, para que inicies esta vía o que sigas construyendo este templo de amor propio para ti misma, y así puedas encontrar la magia de tu poder.
Porque recordemos, si nosotras mismas no nos hacemos cargo, ¿quién lo va a hacer por nosotras?, absolutamente nadie. Nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros amigos también tienen temas con ellos mismos. Es por ello que te hago la invitación a que a partir de este momento, tengas una gran apertura de mente, corazón y espíritu, para aquello que te voy a compartir en los siguientes capítulos de este libro, puede que sea nuevo para ti, en ese caso te invito a que puedas desafiar tus creencias, tus juicios y paradigmas, porque sí, realmente la vida ha querido que en este preciso momento te des este espacio para que leas este libro. Recuerda, en nuestro camino de vida nada es casualidad, sino causalidad, es decir: Por alguna causa aquella situación llega a nuestras vidas.
Nunca es tarde para desaprender, ¿Madeleine te has equivocado? ¿Has querido decir aprender?, has leído correctamente, lo que quise decir es desaprender (olvidar lo aprendido y volver a educarnos). Hoy te invito a que desafíes aquello que has aprendido o conoces, reflexiona si aún aquello aporta en tu vida, te da felicidad o te ayuda a tener una vida más armoniosa. Si deseas puedes darte el gusto y la valentía de desaprender, es parte de la vida, soltar y desafiar aquellas creencias que ya no van más en tu camino, mantener aquellas que aún necesitas y que puedas incorporar a tu camino, aquellos aprendizajes que en este momento podrías necesitar para que puedas activar.
Por otro lado, si es que parte del contenido del presente libro te parece conocido, pues bien, te pido que lo puedas apreciar con ojos de asombro, porque es posible que el día de hoy aquel observador (la interpretación que realizamos en base a nuestras creencias y experiencias) que eres, te permita ver algo diferente o único que en su momento cuando lo escuchaste, no lo pudiste ver. ¿Acaso no te ha pasado que cuando ves una película por una segunda vez, te das cuenta de algunos otros detalles o mensajes de la misma? O que aprecias otras cosas de la película. Lo mismo podría pasar cuando leas esta obra.
Y por último, te invito a que observes cómo se siente tu cuerpo, cómo te acompaña tu emocionalidad cada vez que leas las siguientes páginas, porque al poner atención a lo que te dice tu cuerpo o tu emoción con algún mensaje citado entre líneas, puede que sea una invitación de tu interior para que logres buscar más información por ese camino, o puede ser una llamada de atención sobre cómo te encuentras viviendo o interpretando tu realidad.
El propósito de este libro es que podamos encender la llama de nuestro corazón para activar nuestro poder interior, aquel poder que se conecta principalmente con la fuerza más potente, poderosa e importante: “El AMOR”, el amor a nosotras mismas, el amor hacia lo que hacemos, el amor hacia los demás, el amor hacia nuestro planeta, etc. Nuestro poder es una conexión directa con el amor, porque mientras más conectadas podamos estar de él, seremos más felices, el éxito nos acompañará y sucesos maravillosos aparecerán en nuestras vidas. Por tal motivo, al conectar con el amor, en toda su complejidad, estamos encendiendo aquella llama, aquel poder interior.
Pero este es un proceso personal, en el camino de nuestra vida se nos presentarán diferentes retos y oportunidades que simplemente serán una prueba para que podamos desarrollar con mucha más fuerza aquel poder que habita en nosotras mismas. Recuerda, es un proceso personal, no podemos hacer este trabajo para otros, hay que cambiar nosotras para que nuestro mundo cambie.
Para facilitar el proceso, te presento los ocho elementos