El Perú Ilustrado. Semanario para las familias. Emma Patricia Victorio Cánovas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Emma Patricia Victorio Cánovas
Издательство: Bookwire
Серия: Estudios y ensayos
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786123182533
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durante 33 años. A cambio, se restauró el crédito del Perú en el mercado monetario internacional, a la vez que los Grace ofrecieron terminar el ferrocarril de La Oroya y el de Juliaca, para lo cual se creó la empresa Peruvian Corporation Limited en 1890. Según Contreras y Cueto (2000, p. 166), el arreglo resultó beneficioso para el Perú en la medida en que la inversión extranjera, sobre todo la inglesa, se reflejó en la culminación del sistema ferroviario, la industria petrolera, la minería, la manufactura de textiles de algodón y la producción azucarera18.

      En 1887 la deuda interna ascendía a unos 50 millones de soles, sin contar con los billetes fiscales que habían sido emitidos por el Estado desde 1875 para cubrir el déficit fiscal y que se siguieron emitiendo durante la ocupación. Para levantar dicha deuda, ese año se creó la Dirección de Crédito Público y el estanco de alcoholes, un impuesto al consumo de bebidas alcohólicas que más adelante pasó a ser controlado por el Estado.

      Cáceres, el caudillo de la reconstrucción, pretendió perpetuarse en el poder, por lo que en las elecciones de 1890 impuso la candidatura del coronel Remigio Morales Bermúdez, quien murió en 1894 antes de terminar su mandato. Su gobierno se considera de transición, caracterizado por la pobreza del erario público y el predominio castrense de Cáceres. Sin embargo, se terminaron algunos ferrocarriles como el de Lima a La Oroya y el de Santa Rosa a Sicuani, y se avanzó el camino de penetración al río Pichis. El segundo gobierno de Cáceres se inició el 10 de agosto de 1894, y desde el comienzo contó con la oposición de la ciudadanía por su carácter dictatorial. Finalmente, Nicolás de Piérola, caudillo civil, lo depuso tras una corta y sangrienta guerra civil en 1895. En términos generales, luchas entre caudillos19 y conflictos indígenas caracterizaron la época.

      Contradictoriamente a lo que se podría pensar, en este periodo hubo un aspecto que podría considerarse como un desafío para el Perú, la necesidad de crear nuevas estrategias de desarrollo económico para que el país lograra insertarse en el mercado internacional. La renovación de la economía fomentó el crecimiento de las exportaciones de materias primas y favoreció la promulgación de leyes que impulsaron la agricultura, sobre todo para la exportación (azúcar, algodón y caucho, etcétera), así como la generación de nuevas tierras en la costa gracias al desarrollo de la irrigación. Para la reestructuración del sistema financiero fue necesario el cambio a una nueva moneda de patrón de plata cuyo éxito fue de corta duración. Su fin llegó con la caída del precio de la plata en 1893, y, finalmente, la instauración del patrón de oro en 1897. Entre otros cambios que modernizaron al Estado peruano también se contó con la creación de una serie de instituciones para preservar el orden y mejorar la administración y el establecimiento de un sistema tributario más organizado.

      1.3 Aspectos culturales

      Frente a la tragedia de la derrota, la producción intelectual del civilismo reconoció la falta de integración nacional y concluyó en la necesidad de integrar físicamente las regiones. La tarea fue la constitución de un Estado nación, lo que suponía una clase dominante, políticamente aglutinada, capaz de organizar la economía y la sociedad mediante la centralización estatal.

      En este periodo apareció un nuevo tipo de intelectual positivista, promotor del conocimiento sustentado en la experiencia empírica, representado por el profesional (médico, geógrafo, economista, sociólogo, entre otros) y caracterizado por su gran sentido práctico. Manuel González Prada (1844-1918), iconoclasta y anarquista, personifica a este nuevo tipo de intelectual. Estuvo influenciado por el romanticismo, que enaltece el espíritu, condición fundamental para la reforma de la sociedad; y por la modernidad, al tratarse de un pensador autónomo, capacitado por el conocimiento y comprometido con el ideal liberador (Ward, 2009, pp. 54 y 89). Propuso que para alcanzar la democratización y la compactación del conglomerado peruano era necesario revolucionar la sociedad y la política del país; además, criticó a las generaciones pasadas que llevaron al Perú a una guerra inútil y “sostiene que el medio nacional está enfermo y urge corregirlo con una inyección de cultura francesa […], modelo para el progreso” (Ward, 2009, p. 55) y planteó la lectura de libros extranjeros como fuente de inspiración para mejorar el medio nacional.

      En 1888 dio dos discursos memorables, uno en el Teatro Politeama donde “lanzó su famosa arenga diciendo que el verdadero Perú no era la estrecha costa poblada de criollos y extranjeros, sino la muchedumbre de indios tras la cordillera” (Contreras y Cueto, 2000, pp. 170-172), y el otro en el Teatro Olimpo. En ambos condenaba a los culpables de la guerra. A la vez, reconoció la importancia del indígena como parte fundamental de la nación, pero no así al quechua ni al pasado incaico, y rechazó la herencia hispana de la cultura peruana.

      González Prada organizó el Círculo Literario, en el que se discutían temas diversos; no solo literarios, sino también políticos y económicos. En 1891 lo convirtió en el partido político llamado La Unión Nacional, rescatando algunas ideas civilistas, como la inmigración europea como un medio para “mejorar la raza”, pero luego de su permanencia en Europa el partido pasó a ser radical, antioligárquico y populista.

      Clorinda Matto de Turner (1852-1909) es otra representante notable de la nueva intelectualidad por iniciar el indigenismo en la literatura, que en parte se había gestado ya en los autores civilistas de antes de la guerra. Con su novela Aves sin nido denunció la terrible situación de los indígenas en la sierra. “El indigenismo se convirtió en el lenguaje de los genuinos círculos intelectuales surgidos después de 1890” (Gootenberg, 1998, p. 263). Matto también vio en la escritura un medio para la transformación de la sociedad. Comenzó su carrera dentro del romanticismo y derivó hacia el naturalismo. Como afirma Ward (2009, p. 75), la literatura para ella tiene una función dual: racional y emotiva; realiza el estudio de los valores y propone una moral, su meta es el mejoramiento de las costumbres. Escribió muchos ensayos, artículos y semblanzas que no han sido muy difundidos. Es interesante la comparación que planteó entre la novela y la fotografía al afirmar la capacidad de ambas por reflejar la realidad. Fue directora de El Perú Ilustrado desde octubre de 1889 hasta julio de 1891.

      Matto de Turner y González Prada desempeñaron un rol muy importante en la posguerra. Cabe señalar que el renacimiento del indigenismo en Lima y otras ciudades también fue una respuesta a los levantamientos campesinos, entre ellos el de Atusparia y el de Junín. La actividad cultural es amplia por estos años y se refleja especialmente en el interés por el conocimiento del territorio peruano, que se hace evidente a partir de la fundación de la Sociedad Geográfica de Lima en 1888, ente promotor del nacionalismo científico; y a través de la reconstrucción de la Escuela de Ingenieros.

      De esta época destacan también, entre otros nombres, Javier Prado Ugarteche, filósofo, político y escritor e hijo del expresidente; Mariano H. Cornejo y Carlos Lissón, sociólogos; Manuel Vicente Villarán, profesor de derecho; José Matías Manzanilla, abogado y legislador; José Arnaldo Márquez; y las escritoras de novelas sociales Mercedes Cabello de Carbonera y Margarita Práxedes Muñoz. Todos ellos compartían la doctrina positivista y racionalista, criticaban duramente la guerra, las prácticas tradicionales de la iglesia y el pasado hispánico, pero “eran optimistas respecto al futuro, al que concebían dirigido por una elite progresista e ilustrada” (Klarén, 2004, p. 250).

      1.3.1 La plástica

      Durante la segunda mitad del siglo xix, el desarrollo artístico del Perú estuvo marcado por el arte académico europeo siguiendo los modelos de la Escuela de Bellas Artes de París. Para comprender la importancia de esta influencia es necesario anotar que la formación de los artistas comenzaba muy temprano con algún maestro que daba clases particulares, luego el joven aprendiz podía asistir a la Academia de Dibujo y Pintura20, dirigida por el quiteño Javier Cortés desde 1827. Para completar su formación era requisito realizar el viaje a Europa, y así los pocos artistas locales que llegaron a los centros de estudio en Francia, Italia y España aprendieron a expresarse en el lenguaje artístico de sus maestros europeos. El conjunto de sus obras se conoce como la pintura de salón, es decir, obras de temática histórica y de técnica conservadora, que se aceptaba en los salones parisinos. Se trató de una pintura académica que, en general, se puede ubicar entre el clasicismo y el romanticismo.

      Muy pocos artistas regresaban para quedarse en el Perú. Ellos formaron parte