El videojuego a través de David Cage. José Altozano "Dayo". Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Altozano "Dayo"
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788417649500
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tanto The Nomad Soul, Fahrenheit, Heavy Rain, Beyond: Dos Almas como el futuro Detroit: Become Human son y serán claros hijos de su tiempo. Yo he tenido la suerte de poder jugar a cada uno de ellos en el momento en que apareció y deleitarme con la poderosa fuerza que tienen y las ganas de gritar que se pueden hacer las cosas de otra forma. Quizá entre todos ellos mi favorito sea Omikron: The Nomad Soul, porque en él encontré ya por 1999 un juego capaz de fusionar conceptos de vanguardia pocas veces vistos en la época y que va incluso más allá de la narrativa y la rotura de la cuarta pared para acercarse incluso a la importancia magna de la música, haciendo uso del disco Heroes del tristemente fallecido David Bowie a través de conciertos, e incluso de la representación física del cantante (y de su mujer).

      The Nomad Soul es su obra más extraña, pues a partir de Fahrenheit cedió por completo el protagonismo al lenguaje cinematográfico. Con él, llegamos a «interpretar» más que a «jugar» a un videojuego, pero no creo que la intención de Cage fuera tanto que nos sintiéramos como los protagonistas de sus historias más que como el director de las mismas. Es decir, como el propio Cage. En sus consecuentes obras, eres capaz de controlar a varios personajes incluso en los mismos escenarios. Eres, en definitiva, un realizador (llegando a controlar la cámara en Fahrenheit) y un director de actores, pudiendo hacer que éstos se comporten exactamente a tu voluntad. Prácticamente el sueño de George Lucas.

      Por todo ello, la obra de David Cage merece ser examinada con detalle. Es un trabajo aún por concluir, pues con Detroit: Become Human se pretende dar el paso al siguiente nivel, que es uno de los más costosos en todos los juegos que el propio Cage o los títulos que han seguido su filosofía no han podido resolver: la ramificación real de la historia. La posibilidad de que tus elecciones creen una ficción completamente distinta de otros caminos y no solo en su final o en los pequeños detalles. Mientras esperamos la respuesta a esa pregunta, intentemos reflexionar sobre las ya formuladas anteriormente y que son tanto o más interesantes y relevantes para comprender nuestro medio en el tiempo presente. Porque cualquier autor que desee tanto abordar la condición humana en el medio es digno de estudio y reflexión. De conocer el videojuego, a través de David Cage.

       Alejandro Pascual

       Periodista y editor de vídeo en 3DJuegos

      INTRODUCCIÓN

Illustration

      DAVID CAGE: EL HOMBRE, EL SÍMBOLO

      Muchos videojuegos no tienen absolutamente nada que decir. Están vacíos. Solo están aquí para que pases un buen rato, te diviertas, tengas tu chute de adrenalina, y eso está bien, mola, le gusta a mucha gente. Y no tengo nada en contra de eso, pero es un juguete. Es solo un juguete: ¿Podemos crear videojuegos que tengan algo que decir? ¿Podemos tener juegos con significado, con una idea, que digan algo que resuene en tu interior?

      David Cage, DICE 2013

      DICE LA BIBLIA QUE, CUANDO MOISÉS ASCENDIÓ al monte Sinaí, su pueblo comenzó a dudar de que Dios realmente estuviese esperándole en la cima. Los días pasaban y no había señal alguna de Moisés, de si estaba vivo o si estaba ahí arriba hablando con nadie. El pueblo judío, inquieto y ansioso, empezó a hacerse preguntas: ¿era realmente Jehová quien había abierto las aguas del mar Rojo, quien les había guiado lejos del yugo egipcio? ¿Habían estado siguiendo a su auténtico profeta o era un loco que ahora mismo yacía muerto en lo alto de la montaña? Cuando finalmente Moisés bajó, tablas en mano, se encontró con que el pueblo elegido de Dios había elegido a otro dios: una bestia dorada a la que rendían pleitesía. Si eres jugador de videojuegos, y no digo gamer, que es un título cada vez más inútil, sino alguien que en cualquier medida disfruta de este medio (y el que hayas comprado este libro o siquiera lo estés hojeando la verdad es que ya me da una buena pista) lo más probable es que hayas sentido estas dudas. No religiosas, que también, sino respecto al medio: «¿Es legítimo? ¿No estoy perdiendo el tiempo? ¿Para qué sirve todo esto?».

      Los videojuegos llevan años, no desde el principio, pero sí desde hace ya un tiempo, aspirando a convertirse en un Arte con mayúsculas. Si tienes relación con este medio, seguramente hayas escuchado alguno de estos chascarrillos, o quizá todos a la vez. Pequeños bocaditos de subestimación. Que si estás jugando a los matamarcianos, que si el «Comecocos», que en realidad se llama Pac Man, pero bueno, o si le estás dando a la maquinita, que todas se llaman «la Plei», y una miríada de equivalentes. Quizá hayas tenido mala suerte, seas masoquista o ambas y te hayas topado con aquel infame artículo de Roger Ebert. Es cansino, desmoralizador, y te quita las ganas de salir del sótano de la casa de tus padres para agarrar otra bolsa de Cheetos. Así no se puede.

      Tonterías aparte, cada una de estas sandeces funciona como una minúscula gota de agua, que por separado no hacen nada y son la opinión de alguien que no sabe de qué esta hablando, pero juntas, con el tiempo, lenta pero progresivamente, empieza a minarte. Quizá, si tanta gente dice lo mismo, es que algo de razón tienen, ¿verdad? Será que los videojuegos son para niños. Eso de que solo encontrase niños para echarme unas partidas a Pokémon, ahora que lo pienso, era una señal muy clara, una del tamaño de un faro. Pero te gustan los videojuegos porque tienen algo especial, ese je ne sais qoi. Quizá sea que vives esas historias, que te permiten evadirte durante unas horas de tu trabajo, el instituto o porque tienes dos dedos de frente y prefieres jugar a Hearthstone (Blizzard, 2014) antes que ver The Big Bang Theory. Puede que disfrutes con esos mundos de fantasía o que te gusta ponerte a prueba y superar un gran desafío, pero hay algo ahí, y durante mucho tiempo la sociedad parece haberse negado a verlo. Así que te desesperas y buscas algo a lo que agarrarte, aunque sea un clavo ardiente. Lo que sea, siempre y cuando puedas señalarlo y gritar «¿Veis? ¡Los videojuegos son arte!». Ídolos falsos que creamos para adorar hasta que alguien, Dios, Jehová, nuestro Moisés, pero quien sea, que alguien venga y nos diga que ya está. Que hemos llegado y los videojuegos, al fin, son arte y no hace falta seguir buscando. El Ciudadano Kane de los videojuegos, esa entelequia.

      Esa chorrada.

      Si eres un seguidor del medio, es posible que te estés revolviendo en tu asiento, primero porque te estoy llamando obeso asocial y segundo porque lo que describo no es tan grave hoy como lo era hace unos años. No te preocupes, que yo soy un obeso mórbido, y sobre la segunda parte, eso ya lo cubriré, aunque más adelante. Ahora mismo estamos hablando de contexto, de un síndrome de inferioridad que lleva plagando este medio desde hace ya un tiempo. Creo que es una fase por la que pasamos todos, que los videojuegos son poco más que una etapa, algo inferior y en realidad nos estamos cerrando los ojos ante la verdad. Esta inferioridad adopta muchas formas y se extiende por muchas facetas de esta, nuestra querida industria, el mundillo del arte digital interactivo.

      Una de las facetas más habituales que adoptan estos miedos es la del asco hacia la prensa de videojuegos. Es cierto que ha tenido sus malos momentos, meteduras de pata, y cada personaje que parece haber conseguido su titulación en una tómbola, y hablo a nivel global, pero también es verdad que ha ido madurando. A lo largo de los años ha enmendado ciertos errores y se ha abierto a nuevas formas de análisis, de escribir un artículo y contemplar el medio, pero aún así los hay que siguen viendo al periodista de videojuegos como poco más que una rata: «Los periodistas son una panda de corruptos y todos y cada uno de ellos están comprados por la industria para que hablen bien de sus juegos y los puntúen con notas altas». No voy a entrar en esto, que daría para otro libro, pero a pesar de que ciertos problemas perduren y la situación no esté como para tirar cohetes, ha habido cambios. Periodistas y medio, sujeto y objeto, todos hemos evolucionado. Es un cambio importante, tanto que, en comparación, la prensa de 2008 resulta, salvo escasas excepciones, obsoleta. En muy pocos años ha habido un avance significativo gracias a unos pocos nombres, pero las señales del progreso están ahí ¿Y significa eso que finalmente hemos llegado? ¿El videojuego es un arte y nadie me lo había dicho? No es perfecto, y esto es algo que cubriré a lo largo del libro, que para algo lo has pagado, querido lector, pero respondiendo a tu pregunta podrías decir que sí y los únicos que te lo negarían