A propósito de una introducción clandestina de 180 quintales de tabaco habano desembarcado en Concón y repartido entre varios estanquillos de Santiago y
Lampa, le explicaron que no era fácil sorprenderlos con una inspección, porque los estanquilleros
tienen la precaución de guardar el contrabando en dos o más lugares apartados, y mostrar en los despachos la cantidad que consta haber comprado en la Factoría. Esta cantidad la van reponiendo con los depósitos de contrabando y siempre está conforme con aquel documento, de modo que nunca se descubre el exceso, a no ser que sorprendan todos los depósitos563.
García Reyes había oído que el Factor General del Estanco, que estaría en relación con los contrabandistas, depuso a un estanquillero de Lampa por malversación. Pocos días más tarde y estando en Valparaíso, supo que estaría involucrado el factor y los administradores de Santiago, Rancagua Lampa y otros. Las noticias remitían a la persona que condujo el cargamento de tabaco habano al llano de Peñuelas564.
En Algarrobo, García Reyes estuvo tratando de averiguar sobre los contrabandos que se hacian por los puertos de Yunquén [Tunquén], Quintay y La Laguna y, pese a la reserva de los vecinos, se enteró por un tal Flores, buzo de profesión, que Francisco Ramírez, dueño de una hijuela en la hacienda Las Tablas, vecina a Quintay, era sospechoso de contrabando y “que ha hecho alejar a los pescadores, a pretexto de que le impiden el negocio de leña, para el que tiene constantemente en el agua dos lanchas”. Se propuso, pues, contratar un hombre que conociera las costas, quebradas y caminos de la zona para desenmascarar el contrabando565.
Una parte de la solución del problema fue el aumento de la dotación de las aduanas y en especial del personal de los resguardos. Conforme a la ley de organización de las oficinas de Hacienda de 1875, la mayor parte del personal de dicha secretaría de Estado estaba destinado a las aduanas. De los 899 cargos consignados en la planta, 599 correspondía a la red de aduanas, dos tercios del total, sin contar a las seis personas que formaban la dirección general en Santiago. Del personal de aduanas, los más de ellos —alrededor del 60 por ciento— estaban asignados a los resguardos, incluyendo boteros, marinos y soldados, lo que apuntaba al intento de reducir el tráfico clandestino566.
PESOS Y MEDIDAS
Chile heredó el sistema español de pesos y medidas el que, por cierto, no era uniforme entre las diferentes provincias del imperio. A estas medidas oficiales se agregó el uso de un conjunto de prácticas comerciales según las cuales la cantidad se basaba en el envase o envoltorio, como la botija, la botella, el costal, el bulto, la caja o el zurrón, o en cargas o carretonadas, que podían o no tener equivalencia567. A este sistema de medidas se agregaron algunas de uso en los países anglosajones, como el galón o la yarda.
La estadística comercial para 1845 refleja bien esta diversidad: la importación de tejidos, por ejemplo, está registrada tanto en yardas como en varas o incluso en piezas; los líquidos están registrados en galones, si llegaban a granel, o en docenas de botellas si estaban envasados; el azúcar y la yerba mate se registraban en arrobas. Para lo que se medía según su peso se usaba, mayoritariamente, la libra y el quintal, incluyendo el tabaco, salvo en el caso del tabaco de Saña, en que la cantidad se indicaba en mazos. A estas medidas se agregaban los bultos y las cajas; las onzas y marcos para los metales preciosos; las resmas para las importaciones de papel, además de las unidades, docenas y gruesas (12 docenas)568.
Por ley de 29 de enero de 1848 el gobierno del presidente Bulnes aprobó una nueva ley de pesos y medidas que estableció el sistema métrico decimal. El metro, con sus múltiplos y submúltiplos, pasó a reemplazar a las leguas, cuadras, varas y pulgadas; los litros, a las arrobas y cuartillos como medida de volumen de líquidos, y a las fanegas y almudes para los áridos, y, como medida de peso, el kilo sustituyó a las libras y a las onzas. La ley indicó las equivalencias entre las antiguas y las nuevas medidas, y consultó un plazo de 10 años para continuar con el uso de las medidas antiguas en el comercio. De las medidas inglesas nada se dijo569.
Al parecer, la ley no surtió efecto. Las estadísticas de comercio exterior solo comenzaron a usar el sistema métrico a partir de 1863, es decir, 15 años después de promulgada la citada ley, sin perjuicio de registrar la cantidad de algunos productos en unidades y sus múltiplos, cajones y bultos. En el caso del mercado interno, las medidas tradicionales se siguieron empleando en los decenios siguientes, y en el siglo XX continuaban vigentes en diversos lugares del país. En su informe sobre Chile a raíz de la exposición de 1875, Edouard Sève advirtió que, no obstante la ley que imponía el sistema métrico, se seguía usando la antigua fanega, una medida de volumen cuya equivalencia en kilos variaba de acuerdo al producto. En la lista de precios de productos del país registra los valores en fanegas, quintales o unidades; y cuando lo hace para las bebidas alcohólicas, convierte a litros los galones y arrobas originales, y así, por ejemplo, da el precio del vino en unidades de 4,54 litros570.
EL COMERCIO MAYORISTA
Tal como venía sucediendo desde los años de la Independencia y aun antes, el comercio de importación en Chile se fue concentrando en Valparaíso en detrimento de Concepción y Coquimbo. En el caso de las exportaciones, en especial las de la minería, esta tendencia es menos marcada debido al alto costo que significaba el traslado por tierra de los productos desde su lugar de origen hasta el puerto de salida. Para facilitar este comercio, el gobierno autorizó desde temprano la exportación de cobre desde puertos del norte, como Huasco o Caldera, además de Coquimbo, donde se habían establecido algunos de los principales exportadores, como Agustín Edwards o Carlos Lambert. Sin embargo, si bien las exportaciones continuaron realizándose en los puertos más próximos a los centros de producción, el eje de los negocios se fue desplazando a Valparaíso, como sucedió con Edwards, que trasladó allí su base de operaciones, o derechamente al extranjero, como fue el caso de Lambert, radicado en Gran Bretaña en la década de 1850.
EL COMERCIO EXTERIOR: LOS MECANISMOS Y LOS ACTORES
Durante la mayor parte del siglo XIX el comercio internacional se realizaba de preferencia mediante ventas a consignación: el exportador enviaba la mercadería a su agente para que este la vendiera al mejor precio conforme a las condiciones del mercado571. Aunque los cónsules, los extranjeros y los agentes locales informaban a los centros proveedores de manufacturas cuáles eran los artículos de mayor demanda, la lentitud de las comunicaciones hacía muy difícil saber cuáles serían las condiciones imperantes en la plaza al tiempo que llegara la mercadería.
Los agentes no trabajaban solo a base de comisiones. En algunos casos, especialmente cuando se trataba de operaciones realizadas con la casa matriz o con filiales en el Perú y otros países, estos participaban en el negocio compartiendo las utilidades y los riesgos en la compra y la venta de mercaderías.
Dado lo reducido del mercado chileno, los comerciantes, actuando como agentes o como importadores por cuenta propia, no se limitaban a un determinado género de mercaderías, sino que traían los más diversos artículos que pudieran tener compradores entre la población local. En un comienzo, el pago de las importaciones se hacía en moneda de oro o plata, o en pastas metálicas, si bien muy pronto se encontraron artículos de retorno —minerales y productos agropecuarios— que las mismas casas importadoras se encargaban de exportar para saldar el valor de las compras y realizar un negocio adicional.
Todo lo anterior podía resultar bastante lucrativo para el agente que recibía mercaderías en consignación. Así lo demuestra el tarifado de las comisiones cobradas por la casa Boom, Vigneaux y Grisar de Valparaíso en la década del 1840. La comisión por la venta de consignaciones, sea en remate o en forma particular, era el cinco por ciento. Si el monto parece