Arquitectura crítica. Lorenzo Rocha. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lorenzo Rocha
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417866440
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arquitectos en un porcentaje muy reducido, que puede representar hasta la décima parte del total de las construcciones, según la región del mundo que se tome para el análisis. Las causas son, por una parte, ajenas al gremio arquitectónico y, por la otra, son responsabilidad directa de los profesionales. La economía, la globalización y la política han propiciado un sistema capitalista neoliberal que, en general, ha prescindido de los proyectos arquitectónicos, a favor de la optimización de la producción industrial de viviendas, reduciendo la participación de la gran mayoría de los arquitectos, ocupándolos solo en las escasas obras icónicas que se construyen en las grandes ciudades. También muchos factores sociales han provocado la expansión informal de las ciudades, entre ellos la autoconstrucción, principalmente en países subdesarrollados, lo cual excluye la participación de los arquitectos en dichos procesos. Por su parte, los propios arquitectos han contribuido considerablemente a su propia exclusión, apartándose voluntariamente de las áreas profesionales que no les reportan beneficios palpables, como son las ganancias económicas, ni aquellos beneficios impalpables y simbólicos, como la notoriedad y la fama. El resultado es que hoy en día, solo una mínima parte de ellos trabaja en campos relacionados con su especialidad, mientras que la arquitectura culta, aquella que se publica en los medios informativos y que se discute en las academias, es desconocida por el público en general y no contribuye significativamente al bien común.

      La crisis que afecta a la arquitectura moderna ha cumplido ya al menos cuarenta y cinco años, si tomamos como punto de partida la demolición de los edificios habitacionales Pruitt-Igoe en Saint Louis Missouri, llevada a cabo el 15 de julio de 1972, como el hecho que marca el comienzo de su fracaso definitivo. Charles Jencks argumenta en su libro The Language of Post-Modern Architecture (El lenguaje de la arquitectura posmoderna),23 publicado en 1977, que la demolición de este conjunto construido en 1955 por el arquitecto Minoru Yamasaki (1912-1986), el cual había sido considerado como un ejemplo excelso de la aplicación de los preceptos del ciam, simboliza la muerte del movimiento moderno. Desgraciadamente su autor, el arquitecto estadounidense de origen japonés, creador de otras obras importantes como el Hotel Century Plaza de Los Ángeles o la Torre Picasso en Madrid, pasará a la historia más que por sus construcciones, por la forma violenta en que desaparecieron dos de ellas, pues también fue el responsable de construir la Torres Gemelas del World Trade Center (wtc, por sus siglas en inglés). Casualmente fueron construidas en 1972, es decir, el mismo año de la demolición de su otra obra icónica. La destrucción de las Torres Gemelas durante el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 ha sido vista como un golpe decisivo contra la hegemonía mundial de Occidente, perpetrado por sus enemigos fundamentalistas islámicos, hechos que exceden por mucho al ámbito arquitectónico e inciden en la esfera geopolítica. Sin embargo, que las torres hubieran sido identificadas como el objetivo principal y más vulnerable de la cultura estadounidense y, a la par, en su papel de íconos representativos del mundo occidental es un hecho que no debe ser –y no ha sido– soslayado por los críticos de arquitectura. ¿Acaso los arquitectos han aprendido alguna lección?

      Al estilo modernista le han seguido en los últimos cincuenta años muchos estilos más que han sido igualmente infructuosos, unos más que otros. Podemos mencionar el posmodernismo, el deconstructivisimo y el minimalismo, entre algunos más que han surgido de posturas intelectuales tan complejas y nebulosas que se han convertido en improductivas entelequias. No sería muy aventurado asumir que ningún nuevo estilo sacará por sí solo a la arquitectura de su predicamento. Parece ser que el problema no se solucionará con la aparición de un estilo determinado, sino con la recomposición de la actitud del gremio arquitectónico y la consecuente desaparición de todos los estilos. La propagación de las imágenes e ideas que propician los estilos es un grave problema para la evolución de la arquitectura, de lo cual son en gran parte responsables los teóricos y críticos de la disciplina. La práctica de la escritura tiene una motivación personal, simultáneamente con una responsabilidad social, como cualquier otra actividad intelectual. Escribir sobre arquitectura, independientemente de que se trate de notas críticas o ensayos teóricos, puede llevar al autor por dos caminos muy distintos: acercar al público a la problemática de la práctica, o bien, por el contrario, evadir la responsabilidad social del texto, disertando sobre temas y utopías inútiles e incomprensibles, entre las que se encuentran los estilos. Es comprensible que los críticos adopten lemas para definir y sintetizar sus ideas, los “ismos” tienen una función metodológica positiva cuando se utilizan para comunicar más eficientemente las reflexiones. Sin embargo, un “ismo” se transforma muy pronto en una imagen representativa del arquetipo al que corresponde. Los principales productores y consumidores del material gráfico y escrito sobre arquitectura disponible en modo impreso o digital son los propios miembros del gremio y los estudiantes universitarios, por lo cual un estilo o un “ismo” es adoptado con relativa rapidez por los estudiantes de las facultades o por arquitectos menos reflexivos. Esto se debe a que las publicaciones tienen un impacto directo en la publicidad y, por lo tanto, en la promoción comercial de la arquitectura. Por ello, apenas se le da suficiente propaganda y difusión a una idea de modo gráfico y escrito, aparece un alud de propuestas de arquitectos en ciernes que dese­an aprovechar la publicidad circulante para la promoción de su propia obra. La sociedad de la información es capaz de anular y diluir cualquier disertación compleja o profunda y convertirla en una simple frase o consigna, con su correspondiente imagen, haciéndola fácilmente adoptable por el gremio. La arquitectura nunca ha sido ajena a la moda y gradualmente ha ido perdiendo su capacidad de aportar soluciones a las necesidades de espacio de la mayoría de las personas, para convertirse en un artículo de lujo, accesible solo para las minorías privilegiadas.

      Por ello la concepción crítica de la disciplina debería ser reconsiderada ahora de modo diferente a como fue planteada hace más de treinta años. En aquellos años, los críticos y teóricos consideraron que la postura de ciertos modernistas frente a sus contextos era crítica. Esto provocó un enfoque involuntariamente historicista y formal, que nos remitió a los orígenes del modernismo: el funcionalismo y la tabula rasa, los cuales planteaban una ruptura con la historia y el protagonismo de la construcción sobre el resultado formal, posturas indudablemente disruptivas en su época. El resultado de estos planteamientos pasó por una discusión académica en la que fueron descartados con relativa velocidad, ya que sus repercusiones materiales ya habían sido consideradas por otros estudiosos en diversas ocasiones e involuntariamente adoptadas como estilos. Es indudable que cada periodo histórico cuenta con sus propios dogmas y en cada uno existen iconoclastas que los contravienen, por lo que es indispensable observar la postura crítica de cada momento en su propio contexto y evitar extrapolar las conclusiones alcanzadas a una etapa distinta.

      Actualmente, una de las pocas posibles vías de salida a la crisis radica en dar énfasis al contenido social de las obras, por encima de sus características formales. Hoy es más necesario cuestionar los programas previos a la construcción de los edificios que las especulaciones en torno a su forma. El reciclaje, la reconversión y el uso readaptativo de los edificios son más viables ahora que la construcción nueva. Resulta más productivo plantear el uso temporal de los edificios obsoletos para obtener beneficios sociales que diseñar nuevas obras para sustituirlos. Para iniciar procesos dinámicos y colectivos dentro del diseño arquitectónico, es indispensable adoptar una actitud crítica frente a los problemas que la sociedad le plantea.

      ii

      LE CORBUSIER. La paradoja de la teoría frente a la práctica

      El problema de la casa no se ha planteado. Los elementos actuales de la arquitectura ya no responden a nuestras necesidades. Sin embargo, existen las normas de la vivienda. La mecánica lleva en sí el factor de economía que selecciona. La casa es una máquina de habitar.

      le corbusier, Ojos que no ven... los aviones

      L os fundamentos teóricos y las ideas estéticas del arquitecto suizo-francés Charles-Édouard Jeanneret (1887-1965), quien utilizó desde 1918 el seudónimo Le Corbusier, parten de su actitud crítica frente a los valores de la sociedad europea de entreguerras, tiempo en el que vivió y estuvo activo profesionalmente y como teórico de la arquitectura. Por fortuna fue un arquitecto especialmente proclive a la escritura, gracias a ello hemos podido conocer las motivaciones que estuvieron detrás de sus proyectos y analizar ambas formas de expresión