Recuerden lo que dijo Dios a Moisés: “Yo SOY quien SOY” (Éxodo 3:14). Claramente Dios no está atado a un nombre, ni parece querer que nosotros atemos la Divinidad a ningún nombre. Este es el porqué, en el judaísmo, la declaración de Dios a Moisés se volvió en el Dios indescriptible e innombrable. Algunos dirían que el nombre de Dios literalmente no puede “nombrarse”7. ¡Ahora, eso fue muy sabio, y más necesario de lo que nos dimos cuenta! Esta tradición por sí sola nos debería dejar en claro la práctica de la humildad con respecto a Dios, que no nos dio un nombre sino solamente pura presencia —ningún control que pueda permitirnos pensar que “sabemos” quién es Dios, o tenerlo o tenerla como nuestra posesión privada.
El Cristo siempre es demasiado para nosotros, más grande que cualquier época, cultura, imperio o religión. Su inclusión radical es una amenaza para cualquier estructura de poder y cualquier forma de pensamiento arrogante. Por sí solo Jesús ha estado limitado por la evolución de la conciencia humana en estos primeros dos mil años, y mantenido cautivo por la cultura, el nacionalismo y el propio cautiverio cultural del cristianismo en una cosmovisión del mundo blanca, burguesa y eurocéntrica. Hasta ahora no hemos estado llevando la historia demasiado bien, porque “había uno entre nosotros que no reconocimos”, “uno que vino después de mí, porque él existía antes que yo” (Juan 1:26,30). Él vino con un tono de piel medio, de la clase baja, con un cuerpo masculino y un alma femenina, de una religión odiada a menudo, y viviendo en la misma cúspide entre el Oriente y el Occidente. Nadie lo posee, y nunca nadie lo hará.
Amando a Jesús, Amando a Cristo
Ser amado por Jesús aumenta la capacidad de nuestro corazón. Ser amado por Cristo aumenta nuestra capacidad mental. Necesitamos a ambos, a un Jesús y a un Cristo, en mi opinión, para obtener una imagen completa. Un Dios verdaderamente transformador —tanto para el individuo y la historia— necesita ser experimentado tanto en lo personal y en lo universal. Nada que sea menos que esto funcionará completamente. Si el Jesús demasiado personal (incluso sentimental) ha mostrado tener limitaciones y problemas severos, es porque este Jesús no era tampoco universal. Se volvió acogedor y perdimos lo cósmico. La historia muestra claramente que adorar a Jesús sin adorar a Cristo se convierte invariablemente en una religión ligada al tiempo y a la cultura, a menudo étnica, o incluso implícitamente racista, que excluye mucho de la humanidad del abrazo de Dios.
A pesar de esto, creo completamente en que nunca hubo ni una sola alma que no haya sido poseída por el Cristo, incluso en las épocas donde Jesús no estaba. ¿Por qué querrías que tu religión, o tu Dios, sean más pequeños que eso?
Para ti que te has sentido enojado, lastimado o excluido por el mensaje de Jesús o de Cristo tal como lo escuchaste, espero que sientas una apertura aquí —una afirmación, una bienvenida por la que tal vez has estado desesperado por escuchar alguna vez.
Para ti que has anhelado creer en Dios o en un mundo divinizado, pero nunca pudiste “creer” en la forma en que la creencia es practicada típicamente —¿ayuda esta visión de Jesús el Cristo? Si te ayuda a amar y esperar, entonces es la verdadera religión de Cristo. ¡Ningún grupo circunscrito puede reclamar ese título!
Para vos que has amado a Jesús —tal vez con gran pasión y protección— ¿reconoces que cualquier Dios digno de tal nombre debe trascender credos, denominaciones, tiempo y lugar, naciones y etnicidades, y todos los caprichos de género, extendiéndose a los límites de todo lo que podemos ver, sufrir y disfrutar? No eres tu género, tu nacionalidad, tu etnicidad, tu color de piel, tu clase social. ¿Por qué, oh, por qué, los cristianos permiten que estos trajes temporales, o lo que Thomas Merton llamó el “falso yo”, atraviesen el yo sustancial, que siempre está “escondido con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3)? Parece que realmente no conocemos nuestro propio Evangelio.
Eres un hijo de Dios, y siempre lo serás, incluso cuando no lo creas.
Este es el porqué y el cómo Carryll Houselander pudo ver a Cristo en los rostros de aquellos perfectos extraños. Es por eso que puedo ver a Cristo en mi perro, el cielo y todas las criaturas, y es por eso que tú, quien quiera que seas, puedes experimentar el cuidado sin adulteraciones de Dios para ti en tu jardín o en tu cocina, en tu esposo o esposa, un escarabajo común, un pez en el océano más oscuro que ningún ojo humano podrá observar, e incluso en aquellos que no te quieren, y en aquellos que no son como tú.
Esta es la luz iluminadora que alcanza a todas las cosas, haciéndonos posible ver las cosas en su plenitud. Cuando Cristo se llama a sí mismo “La luz del Mundo” (Juan 8:12), no nos está diciendo que lo miremos solo a él, sino que contemplemos la vida con sus ojos todo misericordiosos. Lo vemos para poder ver como él, y con la misma compasión infinita.
Cuando tu “yo” aislado se convierte en un “nosotros” conectado, te has movido de Jesús a Cristo. Ya no tenemos que cargar el peso de ser un “yo” perfecto porque somos salvos “en Cristo”, y como Cristo. O, como decimos tan rápida como correctamente al final de nuestras oraciones oficiales: “Por Cristo, Nuestro Señor, Amén”.
1. Ver la investigación extensa de este término en The Human Being: Jesus and the Enigma of the Son of Man de Walter Wink (Minneapolis: Fortress Press, 2002).
2. Atanasio, De Incarnattione Verbi, 45.
3. Richard Rohr, Immortal Diamond, xxi–xxii, (San Francisco: Jossey-Bass, 2013) y el “mosaico” de metáforas en el Apéndice B.
4. Richard Rohr, Just This, 7 (Centro para la Acción y la Contemplación, 2018) “Awe and Surrendering to It”, 2018.
5. Es probable que el autor en el texto original haya querido decir que la iglesia ha existido ya por dos mil años aunque no ha estado exenta de momentos trágicos. (Nota del Editor).
6. Bruno Barnhart, Second Simplicity: The Inner Shape of Christianity (Mahwah, NJ, Paulist, 1999), Parte II, Capítulo 7.
7. Richard Rohr, The Naked Now (Nueva York: Crossroad, 2009), cap. 2. De hecho, es más apropiado que el santo nombre YHWH sea respirado en vez de que sea hablado, y todos respiramos de la misma forma.
TRES
Revelado en Nosotros —como Nosotros
Pasar del todo a nuestra cara es encontrarse cara a cara con el todo.
—Elizabeth Barret Bowing, The Heat of the Day
Si has pasado tiempo en la iglesia probablemente has escuchado la historia de la conversión de Saulo, como se relata en el libro de Hechos. En realidad aparece tres veces a lo largo del libro (9:1-19, 22:5-16, 26:12-18), para asegurarse que no nos perdamos cuán crucial y noticioso debe haber sido, y todavía lo es.
Por años, Saulo persiguió salvajemente a aquellos que seguían el camino de Jesús. Iba camino a Damasco a realizar justamente eso cuando, de repente, fue golpeado y cegado por lo que el texto describe como una “luz”. Después, desde esa luz, escuchó una voz diciendo, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Saulo