Incluso me pregunto, dada nuestra evolución de la conciencia actual, especialmente al acceso histórico y tecnológico que tenemos ahora de “todo el cuadro”, si una persona sincera puede tener una relación personal con Dios sana y santa —si ese Dios no los conecta asimismo a lo universal. Un Dios personal no puede significar un Dios más pequeño, ni tampoco Dios te puede achicar —si tal cosa pasara, no sería Dios.
¡Irónicamente, millones de los mismos devotos que están esperando “la Segunda Venida” en gran se han perdido la primera —y la tercera! Lo diré de nuevo: Dios ama a las cosas convirtiéndose en ellas. Y como recién vimos, así lo hizo Dios en la creación del universo y en Jesús, y continúa haciéndolo en el desarrollo del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12ss) e incluso en elementos simples como el pan y el vino. Tristemente, tenemos toda una sección del cristianismo que está buscando —incluso orando— por una salida del desarrollo de la creación de Dios hacia algún tipo de Armagedón o Rapto. ¡Hablando de perder el punto! Las mentiras más efectivas usualmente son las más grandes.
El Misterio de Cristo en evolución, que abarca todo el universo, en el que todos participamos, es el tema de este libro. Jesús es un mapa para el nivel de vida personal y limitado en el tiempo, y Cristo es el modelo para todo el tiempo, el espacio, y para la vida misma. Ambos revelan el patrón universal de vaciamiento propio y rellenado (Cristo) y muerte y resurrección (Jesús), que es el proceso que hemos llamado “santidad”, “salvación”, o simplemente “crecimiento”, en diferentes momentos de nuestra historia. Para los cristianos este patrón universal imita perfectamente la vida interna de la Trinidad en la teología cristiana4, que es nuestro modelo de cómo se despliega la realidad, desde que todas las cosas fueron creadas “a imagen y semejanza” de Dios (Génesis 1:26-27).
Para mí, una verdadera comprensión del completo Misterio de Cristo es la clave para la reforma fundacional de la religión cristiana, que solo nos moverá mas allá de cualquier intento de cercar o capturar a Dios en nuestro grupo exclusivo. Como lo pone el Nuevo Testamento de manera dramática y clara: “Antes de que el mundo fue hecho, fuimos elegidos en Cristo… reclamados como propiedad de Dios, y elegidos desde los comienzos” (Efesios 1:3, 11) “para que así podamos reunir todas las cosas bajo la dirección de Cristo” (1:10). Si todo esto es verdad, tenemos las bases teológicas para una religión muy natural que incluye a todos. El problema fue resuelto desde el principio. ¡Arráncate la cabeza cristiana, sacúdela salvajemente y póntela de vuelta!
Jesús, Cristo y la Comunidad Amada
El filósofo y teólogo franciscano John Duns Scotus (1266-1308), a quien estudié por 4 años, trata de explicar esta noción cósmica y primitiva cuando escribe que “Dios quiere a Cristo antes que nada como summum opus dei, o la más grande obra suprema”5. En otras palabras, la “primera idea” y prioridad de Dios eran hacer que el Dios mismo fuera visible y compartible. La palabra usada en la Biblia para esta idea fue Logos, que se sacó de la filosofía griega y que se traduciría como los “diseños” del Patrón Primordial para la realidad. Toda la creación —no solo Jesús— es la comunidad amada, la compañera de la danza divina. Todo es el “hijo de Dios”. Sin excepciones. Cuando lo piensas ¿de qué otro modo algo podría ser? Todas las creaturas deben llevar de algún modo el ADN divino de su creador.
Desafortunadamente, la noción de fe que emergió de Occidente fue más un acuerdo racional a la verdad de ciertas creencias mentales, en lugar de una confianza calmada y esperanzadora en que Dios está inherentemente en todas las cosas, y que todo esto se dirige hacia a algún lugar bueno. Previsiblemente, pronto separamos las creencias intelectuales (que tienden a diferenciar y limitar) del amor y la esperanza (que unen y por consiguiente eternalizan). Como dice Pablo en su gran himno al amor: “Hay solo tres cosas que perduran, fe, esperanza y amor” (1 Corintios 13:13). Todo lo demás pasa.
Fe, esperanza, y amor son la mismísima naturaleza de Dios, y siendo esto así, la naturaleza de todo Ser.
Tal bondad no puede morir. (Que es lo que queremos decir cuando decimos “cielo”).
Cada una de estas Tres Grandes Virtudes siempre deben incluir a las otras dos para que sean auténticas: el amor es siempre esperanzado y fiel, la esperanza siempre es amante y fiel, y la fe siempre es amante y esperanzada. Son la mismísima naturaleza de Dios y por consiguiente de todo Ser. Tal compleción está personificada en el cosmos como Cristo, y en la historia humana como Jesús. Así que Dios no solo es amor (1 Juan 4:16) sino también absoluta fidelidad y esperanza en sí mismas. Y la energía de esta fidelidad y esperanza fluye desde el Creador hacia todos los seres creados produciendo todo crecimiento, sanación, y cada primavera.
Ninguna religión abarcará jamás las profundidades de tal fe.
Ninguna etnicidad tiene el monopolio de tal esperanza.
Ninguna nacionalidad puede controlar o limitar este Fluir de tal amor universal.
Estos son los dones ubicuos del Misterio de Cristo, escondidos adentro de todo lo que alguna vez vivió, murió, y nuevamente vivirá.
Espero que esta visión se esté volviendo más clara. Es, de cierto modo, sentido común y tan simple que es difícil de enseñar. Mayormente es una cuestión de desaprender, y aprender a confiar en tu sentido común cristiano, si me lo permites decir. Cristo es una metáfora buena y simple para la compleción absoluta, encarnación absoluta, y para la integridad de la creación. Jesús es el humano arquetípico simplemente como nosotros (Hebreos 4:15), quien nos mostró cómo podría lucir el Humano Completo si pudiéramos vivir plenamente en él (Efesios 4:12-16). Francamente, Jesús vino a mostrarnos más cómo ser humanos que cómo ser espirituales, y el proceso parece seguir estando en sus primeras etapas.
Sin Jesús, la auténtica escala y el significado de nuestra profunda humanidad es simplemente demasiado, y demasiado bueno, para que nuestras mentes ordinarias lo puedan imaginar. Pero cuando integramos a Jesús con Cristo, podemos empezar una Gran Imaginación y un Estupendo Trabajo.
1. Romanos 1:20 dice lo mismo, por si te estás preguntando cómo esta autocrítica aparece en la biblia misma.
2. Por esto es que el título para la primera parte de este libro dice muy deliberadamente “cada cosa” en vez de “todo”, porque creo que el Misterio de Cristo aplica específicamente a la cosidad, materialidad, fisicalidad. No pienso en ideas o conceptos como Cristo. Podrán bien comunicar el Misterio de Cristo, como yo trataré de hacer aquí, pero para mí “Cristo” se refiere a ideas que específicamente “se convirtieron en carne” (Juan 1:14). Ciertamente eres libre de no estar de acuerdo conmigo en eso, pero al menos sabes desde dónde estoy partiendo en mi uso de la palabra Cristo en este libro.
3. Ver tanto Romanos 8:19ss. como 1 Corintios 11:17ss. donde Pablo deja en claro, y de manera convincente para mí, su noción expansiva de la encarnación. La mayoría de nosotros nunca lo escuchamos de ese modo.
4. Para un abordaje más completo de esta noción, mira mi anterior libro The Divine Dance (New Kensington, PA: Whitaker House, 2016), que cuenta como una precuela para este libro.
5. Entrada del escocés, Enciclopedia de Teología, ed. Karl Rahner (Londres: Burns and Oates, 1975), 1548.
DOS
Aceptando Que Eres Totalmente Aceptado
Estoy haciendo nueva toda la creación… Se hará realidad… ¡Ya está hecha! Soy el Alfa y el Omega, soy tanto el Principio como el