Dibujos y formas en cobre chileno. Ignacio Villegas Vergara. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ignacio Villegas Vergara
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789560012227
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de las materias y actividades contenidas en la economía colonial; se era artesano por tradición, pero se llegaba a artesano mayor (desde 1797) por formación con certificación del Estado.

      A través de los años, muchos oficios, inicialmente contemplados bajo la óptica de la artesanía tradicional, cambiaron su orientación, transformándose con el tiempo en industrias, forzados a una adaptación propia de la evolución industrial; de otra forma morirían. Es el caso de la industria textil y la artesanía de cordeles, que nace con fuerza con la industria del lino y del cáñamo, respectivamente, mientras las navieras requirieran velamen, cabos trenzados (espías) y cordeles (torcidos) para los grandes buques mercantes en pleno siglo XVIII. Rápidamente la industria del lino crece y se desarrolla, abandonando –en el siglo XIX– su carácter artesanal. Lo mismo ocurre en la arquitectura con los trazadores y otros oficios que, en tanto alcanzaron una escala mayor, fueron incorporados a los procesos industriales más avanzados.

      Debo insistir en algo que ya está claro: la palabra artesanía significaba en 1779 algo bastante distinto a lo que conocemos hoy.

      Iniciado el siglo XX, fue la Escuela de Artes Decorativas, dependiente de la Academia de Bellas Artes, la institución que cobijó y facilitó el desarrollo de la artesanía en Chile hasta 1927, momento de su cierre. En 1929 se realizó un intento por vincular la noción de bellas artes a una suerte de industria formal basada en una producción de objetos funcionales. Iniciada la década de los años treinta, la Escuela de Artes Aplicadas, heredera y continuadora de la Escuela de Artes Decorativas, ofrecía el certificado de artesanía general. Pero hacia mediados del siglo XX la palabra artesanía había mutado y ya significaba algo completamente diferente. La artesanía era un oficio marcado por una tecnología precaria, generalmente transmitida por varias generaciones, de difícil adaptación a los cambios industriales y tecnológicos. Los artesanos del siglo XVIII desaparecieron; los oficios se transformaron en profesiones y la formación quedaba en manos de universidades y centros técnicos.

      1 Grabador nacido en Concepción en 1930. Gran dibujante y litógrafo, fue alumno de Gregorio de la Fuente. Ejerció como docente en la Escuela de Arte UC. Dos veces ganador de la Bienal Americana de Grabado. Falleció en Santiago de Chile el 5 de junio de 2014.

      2 Ngütamchefe o componedores de huesos del pueblo mapuche en Tirúa (Chile) fueron distinguidos como Tesoros Humanos Vivos por la UNESCO en 2014.

      3 UNESCO and ITC International Symposium on Craft and the International Market: trade and custom codification. 6 al 8 de octubre de 1997. Manila.

      4 «Los productos artesanales son aquellos producidos por artesanos, ya sea completamente a mano o con la ayuda de herramientas manuales o incluso mecánicas, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más sustancial del producto terminado. Estos se producen sin restricciones en términos de cantidad y utilizando materias primas de recursos sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se deriva de sus características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, culturalmente vinculadas, decorativas, funcionales, tradicionales, religiosa y socialmente simbólicas, y significativas». T. de A.

      5 Ver Programa SEBRAE de Artesanato (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas empresas). Brasilia, 2004.

      6 Me refiero puntualmente a la Academia de San Luis, fundada por Manuel de Salas en 1797, en Santiago de Chile.

      7 Pedro Rodríguez Campomanes y Pérez, conde de Campomanes (1723-1803). Político, economista e historiador español, vinculado a las ideas progresistas en los tiempos de Carlos III de España. Autor de Discurso sobre el fomento de la industria popular y Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento.

       Capítulo II Folclórico, tradicional, urbano

      La definición de «lo urbano» ha implicado oponer primero el concepto de ciudad a una práctica que en el siglo XX se entiende como propia del mundo rural. Enseguida, tal oposición implicó una fusión entre la idea de lo rural con tradición, y urbano con invención o novedad. «[…] hay otra artesanía, la de la ciudad, la artesanía urbana producto de la tierra cubierta de cemento […]», dice Nemesio Antúnez. Y agrega respecto de las técnicas y los artesanos una visión bastante lúcida: «[…] reciben una amplia información internacional de técnicas y modelos […]. Su fuente no ha sido el saber de la abuela, sino la información internacional» (Antúnez, en Cáceres y Reyes, pág. 66).

      Tratando de definir el término artesanía, Tomás Lago lo asocia al conocimiento que tenemos del pueblo alojado en la producción visual de personas sin formación. Utiliza entonces las palabras folklore en inglés o volkskunde en alemán, lo que se tradujo finalmente como arte popular. Es aquí entonces que Lago instala la idea de artesanía y folclor como sinónimos de aquella producción inculta.

      La cerámica, por ejemplo, siguió por años trabajándose en los mismos tornos, los mismos hornos y con las mismas formas, texturas, colores y tamaños, por personas que no tuvieron formación especializada. La tradición, ya convertida en un valor, obligó a respetar y recuperar procedimientos antiguos e iconografías transmitidas precariamente muchas veces solo mediante la tradición oral.

      La artesanía en el siglo XX, y tal como la conocemos hoy, se redujo a los oficios asociados principalmente a su componente estético y en menor grado a su componente funcional: piedra, cerámica, cuero, metal (fundido, forjado, grabado y esmaltado), tejidos y bordados (deshilados, choapinos, mantelería), y madera tallada fueron los oficios que con mayor fuerza sostuvieron su fulcro artesanal, recuperando tradiciones y adaptándose a los tiempos, principalmente en función de sus procesos de comercialización y en menor medida a sus procesos de producción.

      No es menos importante la fuerte vinculación que existió en Chile entre artesanía y artes visuales. En efecto, las ferias de artesanía en Santiago y Viña del Mar tuvieron fuertes vínculos con las materialidades que asumían los artistas. Dinora Doudtchitzky (1914-2004), José Balmes (1927-2016), Lorenzo Berg (1924-1984), Nemesio Antúnez (1918-1993) y otros muchos artistas chilenos tuvieron vínculos con las ferias, que tanto en el Parque Forestal como en el cerro Santa Lucía mezclaban pintura, escultura y grabado con objetos de artesanía en metal, lana y madera. Las teteras esmaltadas de Dinora con dibujos de casas y calles fueron objeto de culto hacia finales de la década del setenta en el siglo XX.

      En Chile la noción de artesanía tradicional se sostiene principalmente por unir una forma de ejercicio laboral rentable con una tradición –generalmente larga– comprometiendo a una población numerosa, cuando no a poblados y ciudades enteras (Pomaire, Pelequén, Chimbarongo, Rari, Quinchamalí). Se trata de industrias básicas de tecnología elemental –artesanal– que convocó a ciudades y familias completas. En ellas la tradición es ostensible y su mayor capital es la recuperación de un imaginario y un saber hacer original. Su historia y sus formas de desarrollo están muchas veces contenidas en esta forma de producción. Aquí, en esta producción de objetos, la historia se hace material.

      Por ese mismo razonamiento podemos comprender lo que ocurrió con la manufactura de piezas metálicas de la cultura mapuche. Pese a que no hay muchos estudios sobre esa industria artesanal a la cual podamos recurrir, sabemos que florece en el siglo XIX, con objetos como tupus, ritril, kaskawilla, pimpines y pectorales. Por su tradición y tipo de manufactura, cabe registrarla como artesanía tradicional y folclórica, pues es la respuesta formal y material al desarrollo cultural (espiritual, industrial, social) de un pueblo. Transforma la materia con poca intervención mecánica y mantiene el tratamiento simbólico y decorativo de sus diseños (Morris, 1992). Un buen ejemplo de preservación formal lo da la platería de Marcos Paillamilla Ortiz (1967), pues tanto su línea ornamental (joyería) como la tradicional, destacan por preservar hasta el día de hoy los mismos diseños originales de la orfebrería mapuche del siglo antepasado.

      Sería necesario contar con alguna claridad para observar la diferencia entre aquello que