El lugar del testigo. Nora Strejilevich. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Nora Strejilevich
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789560012234
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y en los distintos lugares de enunciación. Para la crítica actual la hibridez sería la innovación de esta nueva narrativa que, a diferencia de la escritura testimonial anterior, recurre al humor, a la fragmentación, a estrategias de no clausura, etc. Como veremos en los textos desplegados en este estudio, insisto en que no corresponde diferenciar un corpus de otro en base a los rasgos mencionados, porque dichos registros están presentes en obras de ambas generaciones (excepto el registro fantástico). Lo que cabe afirmar es que, en la impronta artística de los H.I.J.O.S, hacen eclosión estrategias narrativas que venía plasmando la generación previa y que cobran una nueva significación por el hecho de darle cuerpo a otro ethos.

      Razón: La filosofía contemporánea se inicia con la crítica a la modernidad y al tipo de razón que la acompaña. En La imposible voz. Memoria y representación de los campos de concentración en Chile: la posición del testigo, Jaume Peris Blanes (2005) nos recuerda que Heidegger funda este itinerario, al concebir la modernidad como «un espacio objetivable en el que todo lo existente […] se halla disponible para un sujeto [y en el cual] la ciencia como investigación es una forma imprescindible de este instalarse a sí mismo en el mundo» (2005: 32–33).

      Hannah Arendt detecta que el tipo de dominio que ejerce la revolución industrial (soporte del proyecto económico y social moderno europeo, que va de la mano del desarrollo científico) se vincula íntimamente a la dinámica de los campos. Ahí la dominación es total «no solo en sentido político de la total sumisión de los individuos a las regulaciones estatales, sino también en el sentido ontológico de una puesta en disponiblidad de la totalidad de sus funciones vitales» (2005: 35). La razón instrumental capitalista, en su peculiar búsqueda de orden –no un orden basado en la responsabilidad colectiva, ni en la autonomía, ni en la libertad– conduce a su degradación. El exterminio sistemático de seres humanos no hubiera sido viable sin el complejo científico-industrial que posibilita la división del trabajo y su subproducto, una lógica fragmentada que favorece la disolución de la responsabilidad (Idem, 2001: 53). Es decir que las «fábricas de muerte» son la otra cara de la biopolítica. En esta línea, Zigmunt Bauman (2001) muestra cómo el exterminio en masa se vuelve posible cuando el sistema de división del trabajo es tal que nadie es responsable de la totalidad del proceso. En otras palabras, las «matanzas administrativas» alivian el sentimiento de responsabilidad, al decir de Arendt.

      Es a partir de esta fragmentación y disolución de la responsabilidad que la burocratización posibilita la desconexión entre la gestión racional y el cuestionamiento ético o –en la crítica de Adorno–, entre la razón instrumental y la razón crítica. (Idem, 2005: 44-5)

      Auschwitz no es una locura de trasnochados sino un hijo de la razón instrumental: en este punto el Mal se administra como fábrica. Theodor Adorno y Max Horkheimer, en su Dialéctica de la Ilustración (1944), exponen con claridad el punto en el que la razón habilita el genocidio:

      …la posibilidad del nazismo debe inscribirse en la escisión, en el corazón mismo del proyecto ilustrado, de la razón crítica y la razón instrumental. En el momento en que la primera abdica de su potencial emancipatorio, la segunda se ve abocada a proyectos de dominación. (Idem, 2005: 37)

      Estos pensadores detectan que los horrores del siglo XX son producto del antagonismo inmanente a la razón que se manifiesta cuando esta abdica de su potencial emancipatorio (o de la razón crítica). El problema no radica, por lo tanto, en la razón, sino en la práctica de una razón que clarifica para archivar, cerrar el caso, concluir. La razón instrumental. Por eso Foucault reniega de ella: «El hombre ha muerto», declara para sellar el fin de una razón que creó monstruos. Pero no hay que confundir este fin con el cese de toda razón. Frente a los desafíos que plantea nuestra época, el pensador Žižek declara: «hoy más que nunca deberíamos ser racionalistas hasta el final» (2014)33. La razón que sostiene el testimonio es la razón anamnética, la que rememora, la que se involucra en su praxis, la que no se distancia para observar desde fuera, la que apuesta a la subjetividad. Se trata de un logos con memoria, al decir de Reyes Mate (2003).

      Recepción y escucha: La idea de que sin escucha no hay testimonio se remonta a la investigación realizada en los noventa por los psicoanalistas Shoshana Felman y Dori Laub con sobrevivientes de la Shoá. Laub, también sobreviviente, insiste en la imprescindible escucha del testimonio que «sostenga su decir y la singularidad de su experiencia». Liliana Feierstein, en esta línea de pensamiento, explica que el testimonio es un «acto dialógico y una apelación a la responsabilidad; el dar testimonio sería así lo que sucede entre estas personas» [y] «no es posible sin alguien que esté dispuesto a escuchar». Es esencial que la sociedad no abandone a quienes cargan con estas historias, que no les dejen la total responsabilidad moral de ser los custodios de la memoria del horror. En este sentido «la lectura/escucha del testimonio sería un gesto, o más precisamente, una política de hospitalidad»34 (Feierstein, 2012: 124–127). La escucha es un compromiso ético que alivia el dolor y posibilita la elaboración de la memoria, que se procesa conviviendo con lo sucedido en intercambio con el entorno, con la sociedad (2012: 126-129).

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