La medición de la desigualdad no es un fenómeno puramente científico y alejado de todo valor; en ocasiones reviste formas obviamente ideológicas que aparecen en el coeficiente de Pareto y en distintos tipos de análisis gráfico;[8] pero incluso cuando se usan las fórmulas que más fielmente expresan la desigualdad, como el coeficiente de Gini o el de Schutz, en la base de su aplicación se encuentra “el dogma central de un nuevo orden político y social” a que se refería Tocqueville, hablando de la sociedad capitalista de su tiempo. Y este dogma subsistirá en medio de las desigualdades de la sociedad capitalista. El irracionalismo, el fascismo y la discriminación racial o colonial no lograrán acabar con él, como valor, ni tampoco con el análisis empirista de las desigualdades.
II
La medición de las asimetrías alude de manera inmediata a las curvas de frecuencia simétricas, en particular a aquellas llamadas “normales” o próximas a las normales, en que el valor medio es el predominante. El concepto de asimetría implica así una noción de desigualdad, sobre todo si se piensa que la mayoría de las curvas de fenómenos sociales son “hacia la derecha”, con lo que indican el predominio en la población de los valores más bajos: ingresos, salarios, etc. Pero las asimetrías también aluden a un tipo de relación, que es una propiedad de las escalas nominales.
Por simetría se entiende en estadística no paramétrica (y en lógica) que la relación que existe entre un fenómeno x y otro y implica una relación entre y y x para todas las x y todas las y. Dicho de otro modo, implica la noción de igualdad en el sentido de que si y pertenece a la misma “clase” que x, se dice que x pertenece a la misma clase que y. Simétrico: x = y
y = x.[9] En todo caso, el término encierra la idea de relación y cuando esta relación es asimétrica, quiere decir que la relación que existe entre x y y es “mayor que” o “mejor que” la relación existente entre y y x —propiedad de las escalas ordinales.También en lógica y en álgebra la simetría y asimetría se refieren a relaciones de díadas en que “una relación simétrica es una relación tal que si un individuo tiene esa relación con otro individuo, entonces el segundo individuo debe tener esa misma relación con el primero […]. Por otra parte una relación asimétrica es aquella en que si un individuo tiene una relación con otro individuo, entonces el segundo individuo no puede tener esa misma relación con el primero”.[10] De esta forma, si a R b implica b R a, la relación es simétrica; y si a R b excluye b R a, la relación es asimétrica. Este concepto de relación es más riguroso en tanto no se limita a la clasificación de individuos aislados en una misma categoría o en categorías superiores o inferiores (correspondientes a las escalas nominales u ordinales que usa la sociología empirista más común), sino en tanto “indica posibles pares a, b, tales que, dados dos conjuntos A y B, se llama relación de A con B a un subconjunto R de AxB; es decir, a un conjunto R de pares (a,b), a ϵ A, b ϵ B. Se escribe a R b si el par (a,b) pertenece a R, es decir, si (a,b) ϵ R”.[11] Las relaciones simétricas o asimétricas son así verdaderas relaciones de conjuntos de pares.
Con frecuencia, cuando se destacan las relaciones disimétricas se dice que son irreversibles, o se menciona la irreversibilidad como una característica más del fenómeno. Ahora bien, en un sentido funcional, se dice que una relación del tipo y = f (x) es irreversible si la función inversa x = f (y) no existe. La función sólo es reversible en un sentido causal si puede ser interpretada tomando a x como causa y a y como efecto o viceversa. Si sólo x es causa y y sólo es efecto, la función es causalmente irreversible.
En este terreno es necesario distinguir la simetría que refleja una interacción o “cocausalidad”, de la simetría que es una mera manipulación matemática que puede predecir x por y, no obstante que en la realidad histórica o social x sea la causa o el factor que determina a y. La estimación o predicción de x por y supone una simetría simbólica o matemática perfectamente legítima, pero que no corresponde a un análisis en que x —variable dependiente de la estimación— es una variable dependiente en términos causales.[12]
En cualquier caso en las ciencias sociales, tanto las relaciones asimétricas —o disimétricas— como las relaciones irreversibles apuntan a una noción de poder o de “influencia” política, a un “factor de dominio” en que un elemento de la proposición guarda con el otro una relación mayor o mejor, o en que lo que le puede hacer un elemento x a otro y, éste no se lo puede hacer a aquél; o dicho de otro modo, que lo que hace y obligado por x, no es posible que x lo haga obligado por y.
Es evidente que en todas estas proposiciones y mediciones de la conducta humana se alude a un valor —la libertad— quizá más importante que el de la igualdad para comprender no sólo el fundamento social del análisis estadístico y sociológico, sus bases sociales, ideológicas y estructurales, sino algunas limitaciones científicas de la investigación empirista, relacionadas con el individualismo y con la propia sociedad de mercado.
Resulta difícil decir hasta qué punto el verdadero dogma a que se refería Tocqueville cuando estudiaba el nacimiento de la sociedad capitalista no era la igualdad, sino la libertad. Lo que sí es posible decir es que entre los filósofos y los investigadores más representativos del pensamiento clásico burgués, no es el igualitarismo sino el liberalismo la característica más significativa y la corriente de valores más profundamente arraigada. Desde la libertad de conciencia hasta la teoría del laissez-faire con sus manifestaciones más específicas, que van de la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la libertad política, hasta las formulaciones teóricas de la persona humana, asociadas a la “libertad de mercado”, a la “libre competencia”, a la “libertad del empresario individual”, a la “libertad del trabajador individual”), la idea de libertad formal y el valor que implica señorean el pensamiento de los filósofos e investigadores de la naciente sociedad capitalista. Que ellos postulen que las leyes naturales corresponden a su escala de valores morales no les impide hacer juicios de valor, destinados a acabar con las limitaciones dogmáticas a la libertad de conciencia, o con las que el Estado precapitalista imponía al empresario y el ciudadano, o con las que los estamentos y los gremios imponían a los hombres.
Es más, la idea de libertad está en la base de la inmensa mayoría de las luchas liberales contra el aumento de funciones del Estado capitalista, contra el crecimiento de las asociaciones obreras y los monopolios, todas ellas relaciones asimétricas e irreversibles, objeto de lucha y de análisis. Y en el análisis influye la configuración misma de la libertad como valor individual, la lucha por darle derechos al individuo independientemente del grupo al que pertenezca, que va a hacer del individuo, separado del grupo, la unidad de datos prevaleciente hasta hoy en la sociología empirista, y de la sociedad, un agregado de individuos, lo cual trae aparejado un sinnúmero de problemas en la medición y análisis de los fenómenos, y en el intento de explicar las llamadas “medidas colectivas”.[13]
Ahora bien, es evidente que la asimetría, como propiedad de las escalas ordinales o como función, es diferente de la desigualdad como distribución o dispersión, y que también es distinta en tanto que aquélla apunta a una relación interna, directa, y ésta no. La disimetría y la irreversibilidad apuntan a las relaciones del ciudadano con el Estado, de un ciudadano con otros, de un empresario con otro, del trabajador y su empleador; o a relaciones entre agregados de ciudadanos, empresarios, trabajadores, o entre los Estados, concebidos como agregados de aquéllos. Sobre este punto quizá valga la pena detenerse.
En el liberalismo clásico el problema de la libertad de las naciones no se plantea. Es más bien la escuela alemana —opuesta al liberalismo—, que corresponde a las corrientes