Pequeño circo. Nando Cruz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Nando Cruz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418282126
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      TERESA ITURRIOZ: Teníamos una idea muy lúdica de la música. Los cantautores nos parecían unos pesados. La canción protesta nos parecía un rollo porque la habíamos vivido de pequeños. A lo mejor ahora no lo veríamos así, pero Aventuras y Le Mans teníamos una idea más estética que reivindicativa de la música. No había un mensaje social. La música era el mensaje. También coincidía en el tiempo con el rock radical vasco, y yo pensaba, «¿por qué no hacen una música más bonita?». Si el rock radical vasco fuera como Derribos Arias, me encantaría, pero no tenían ideas nuevas. ¡No utilizaban cajas de ritmos! A mí no me gustaba todo aquello.

      Mucha gente de nuestra generación hemos pasado mucho de todo el tema político y social. Hemos tenido muy poca conciencia social. Lo que queríamos era hacer cosas bonitas, pasarlo bien, pensar en nuestras cosas, disfrutar de la vida… No lo digo con orgullo. Lo digo con una cierta pena. Hay algo de no haber estado más alerta, de no habernos dado cuenta de que como ciudadanos también tenemos una responsabilidad, aunque no estemos en cargos públicos…

      En esa época no solo parecía que todo iba bien, sino que también parecía que todo iba a ir siempre a mejor.

      UN DEBUT DE NUEVE CANCIONES Y DIECISIETE MINUTOS

      ALEJO ALBERDI: Vi a Aventuras por casualidad. No recuerdo cómo caí ahí, pero me impresionaron. Me parecieron muy originales en comparación con lo que se hacía. Eran muy básicos, una música muy escueta. Me recordaban a Marine Girls. Eran chavales muy jóvenes, pero no tocaban por encima de sus posibilidades. Lo que hacían lo hacían bien. Peru tocaba con un par de tambores. Ibon me pareció que apuntaba maneras como músico. Ya se le veía talento. Jone me gustaba menos; me parecía limitadita vocalmente.

      IBON ERRAZKIN: Habíamos cogido algo de nombre a nivel local, habíamos grabado otra maqueta, habíamos estado en Bilbao haciendo entrevistas en emisoras, nos salieron varias actuaciones, y alguien debió de decir a Alejo que fuera a vernos a Komplot. Forki, el de Radio Popular, nos dijo que a Alejo le habíamos encantado. «Le he dado tu número de teléfono porque quiere hacer algo con vosotros», me dijo. Me llamó, quedamos, le pasé todas las maquetas y nos dijo, «conozco a toda la gente de los sellos de Madrid. Si os parece, voy con las maquetas y, si sale algo, os produzco un disco». Teresa se había ido a Madrid a estudiar en el 87. En esa época solo funcionábamos en Navidades o los fines de semana que ella venía. No teníamos muchas expectativas, pero un día llamó Alejo diciendo que en DRO estaban interesados.

      ALEJO ALBERDI: Moví la maqueta por La Fábrica Magnética, pero me encontré con un Servando que iba de independiente pero se comportaba como si fuera una multi. No le impresionó demasiado el grupo y al oír «Un día gris» dijo, «quiero más canciones como esta». Ahí se acabó la discusión. Cuando un A&R de una independiente empieza a dar indicaciones de hacia dónde tiene que ir el grupo, lo mandas a la mierda, lógicamente. De ahí pasamos a DRO y ya no hablamos con nadie más.

      IBON ERRAZKIN: Alejo hizo de mánager y nos previno mucho sobre la industria. Él negociaría lo que había que negociar, pero nosotros estábamos deslumbrados por el hecho de poder grabar un disco. Era algo que no habíamos previsto. Yo hubiera firmado cualquier cosa. Alejo nos asesoró, dijo que DRO nos convenía más y fichamos con ellos. Grabamos en mayo del 89.

      ALEJO ALBERDI: Para mí era muy importante no hacer un disco como los de Duncan Dhu. Me parecía que había que respetar el sonido del grupo al máximo. Hubo añadidos mínimos.

      IBON ERRAZKIN: Queríamos hacer un disco de dieciocho o veinte canciones y que durara media hora, porque nuestras canciones duraban minuto o minuto y medio, como las de las Shop Assistants o los Young Marble Giants, que eran nuestros modelos. Alejo quería que las canciones estuvieran arregladas, que todas tuvieran cosas distintas… Rescató «Víctor», que fue nuestro primer single y que nosotros habíamos desechado. La habíamos grabado en una maqueta del 86, llevábamos un año o dos sin tocarla, pero él la oyó y dijo que había que recuperarla a toda costa.

      Nosotros nunca habíamos recibido órdenes ni sugerencias de nadie, pero estuvo bien que hubiera alguien controlando. No nos podrían haber dejado solos en un estudio. No habríamos sido capaces de hacer un disco en condiciones. En la época fue una sensación rara, de no controlar la situación, pero creo que, pese al poco tiempo que tuvimos para grabar, estuvo bien. Entonces pensé que nos habían desvirtuado, pero con el tiempo pienso que el disco de Aventuras es representativo.

      TERESA ITURRIOZ: De repente, estábamos yendo a un estudio de los de antes. Todo era muy sofisticado. Se llamaba Quarzo y tenía las paredes de piedra, unos medios increíbles, una cámara anecoica para cantar… ¡Una cámara anecoica! Y todo estaba allí para nosotros. La grabación fue muy corta. Teníamos cinco días y nos enfadamos un poco con Alejo porque consumió dos días con los ruiditos de la caja de ritmos.

      IBON ERRAZKIN: Paco Trinidad fue el ingeniero de sonido. Tuvimos buen trato, pero estábamos muy paranoicos porque cualquier grupo que fichaba por GASA lo producía él y todos sonaban igual. Era un sonido comercial, desde luego, pero que quitaba personalidad a los grupos. Además, Paco Trinidad trabajaba con sus músicos. En cuanto alguien no tocaba bien en el estudio, lo echaban de la cabina y metían al guitarrista o al teclista con el que trabajaba él y al final todo sonaba muy profesional, pero sin gracia.

      Nosotros íbamos muy prevenidos porque habíamos vistos grupos que nos gustaban echarse a perder en cuanto venían a Madrid y se ponían a grabar con discográficas de allí. Queríamos evitar eso a toda costa.

      Veníamos de una cosa tan insular, de hacer nuestras maquetas, que para nosotros eran perfectas, con la reverb del ampli cutre que teníamos… que todo nos parecía una interferencia. Era la inmadurez de no haber salido prácticamente del local y no haber tenido trato con nadie.

      TERESA ITURRIOZ: Yo ya estaba estudiando en Madrid, pero a ellos les pagaron el billete de avión. No dormimos en casas de amigos, no. Nos instalamos en un hotel. ¡Esto era un producto! ¡Eran los 80!

      En el hotel también estaba Enrique Bunbury; pelirrojo, con media melena… Nos hacía una gracia terrible estar casi codo con codo con él.

      Para ir del hotel al estudio nos regalaron unos bonos de metro.

      IBON ERRAZKIN: Con DRO hubo desencuentros desde el primer momento porque no entendíamos por qué nos habían fichado. Nos daba la impresión de que no le gustábamos a nadie en la compañía. Para empezar, decidieron hacer una tirada de solo mil copias. Alejo pensaba que íbamos a vender veinte mil discos. Yo no lo pensaba, pero en esa época grupos de los que hoy nadie se acuerda como los Gatos Locos vendían cien mil copias. GASA y DRO tenían unos canales muy potentes. Que publicasen solo mil era un modo de decir, «no creemos en vosotros». A nosotros nos daba un poco igual, pero Alejo vio muy claro que eso equivalía a deshacerse del grupo. Estaba indignado.

      ALEJO ALBERDI: Pensé que el disco se podía convertir en algo como de La Dama se Esconde, no ya como de Duncan Dhu. Pero me equivoqué por completo. DRO intentó vender el disco como siempre: metiéndolo en Los 40 y, si fallaba, olvidarse de él.

      TERESA ITURRIOZ: Hicimos algunas teles. Y como había que ir a Bilbao y nosotros no sabíamos conducir, nos ponían un coche con chófer para ir allí. ¡Nos lo pagaban todo! Claro, así ha ido luego el negocio de la música.

      IBON ERRAZKIN: Te mandaban billetes de avión, ibas al aeropuerto de Fuenterrabía y volabas a Prado del Rey. Cosas glamurosas, aunque de glamurosas luego no tenían nada. Era todo muy cutre y te trataban fatal.

      TERESA ITURRIOZ: Fuimos a un programa horrible, Cajón de sastre, que presentaba Miriam Díaz-Aroca. Allí no entendían lo que hacíamos. Nos decían, «¿por qué tocáis así? ¿Por qué no bailáis?». Llegamos y en el bombo de la batería ponía «AVENTURAS DE KIRLIAN» con letras naranjas. Teníamos dieciocho años y les dijimos a los de la tele y a los de DRO que no salíamos con un bombo así. Teníamos muy claro nuestro gusto y había cosas que nos parecían antiestéticas.