La misión liberadora de Jesús. Darío López R.. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Darío López R.
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религиозные тексты
Год издания: 0
isbn: 9789972701993
Скачать книгу
en romper las cadenas de injusticia y preocuparse por la situación de los pobres, tiene una indudable dimensión social y política. En otras palabras, la misión liberadora de Jesús no puede espiritualizarse o entenderse como la simple salvación de almas incorpóreas, ya que la palabra ptojós (pobres) utilizada en Lucas 4.18, tiene la connotación de carencia material, privación y miseria24. Además, porque los quebrantados de corazón, los cautivos y los ciegos, mencionados en Lucas 4.18, expresan formas concretas de privación y miseria material en la cual se encuentran seres humanos concretos.

      En la aldea de Nazaret, Jesús, ungido por el Espíritu, expuso un pro­grama misionero liberador en favor de los pobres y los excluidos. Este programa misionero liberador que se expresa en su opción galilea es una clara opción por la vida y la justicia del reino de Dios. Su predicación y sus acciones liberadoras dieron cuenta de esa opción galilea que le granjeó la enemistad y el rechazo de los poderosos de su tiempo. Frente al testimonio del Evangelio de Lucas, acerca de la plataforma mesiánica de Jesús, como miembros de iglesias pentecostales, tenemos que preguntarnos cuál es nuestra plataforma de acción misionera en favor de los menesterosos y los desheredados del mundo y para qué nos ha ungido el Dios de la Vida con el Espíritu de vida; ¿para favorecer y defender acríticamente políticas económicas criminales en contra de seres humanos indefensos o para buscar que todos los seres humanos disfruten de una calidad de vida plena, digna y justa como creación de Dios?

      La buena noticia del reino de Dios

      La otra pregunta que guió mi búsqueda teológica sobre la opción galilea de Jesús que se presentaba como un eje teológico transversal en el Evangelio de Lucas fue la siguiente: ¿Qué se afirma acerca del mensaje liberador subyacente en el discurso mesiánico de Jesús expuesto en la sinagoga de Nazaret? Si bien es cierto que en Lucas 4.16–30 no se utiliza directamente la expresión reino de Dios, las palabras de Jesús en su manifiesto mesiánico contienen el meollo del mensaje que comenzó a proclamar por las ciudades y aldeas de Galilea. Un mensaje de liberación que transformó radicalmente la calidad de vida de los pobres y los excluidos que se encontraron con Jesús, como la viuda de Naín, y que se resume en las palabras de las personas que presenciaron esta acción liberadora en favor de una mujer viuda en peligro de ser una persona muerta en vida si su hijo no hubiera resucitado: Dios ha visitado a su pueblo (Lc 7.16).

      Lucas en su evangelio —en sintonía con el testimonio de Mateo y Marcos (Mt 4.17, 23; Mr 1.14)— enfatiza que la buena noticia que Jesús comenzó a proclamar fue la irrupción del reino de Dios en el escenario de la historia (4.43–44). En su relato utiliza en dos ocasiones la expresión evangelio del reino de Dios (4.43; 8.1); en otros momentos utiliza la palabra reino (11.2; 12.32; 22.29, 30; 23.42), pero en la mayoría de los casos utiliza la expresión reino de Dios (6.20; 7.28; 8.10; 9.2, 11, 27, 60, 62; 10.9, 11; 11.20; 12.31; 13.18, 20, 28, 29; 14.15; 16.16; 17.20, 21; 18.16, 17, 24, 25, 29; 19.11; 21.31; 22.16, 18). Sin embargo, independientemente de las palabras que utiliza para referirse a la misión liberadora de Jesús, lo que está claro es que el mensaje que Jesús proclamó, con palabras y acciones de liberación en favor de los desvalidos, fue que en su persona y ministerio se estaba dando cumplimiento a las promesas del Antiguo Testamento relacionadas con el Mesías.

      En su registro del discurso mesiánico de Jesús en la sinagoga de Nazaret, Lucas expresa claramente cuál era la identidad y la misión del Mesías: El Espíritu del Señor está sobre mí […] Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (4.18, 21). Estas palabras indican, como ya se ha señalado en otros momentos, que el reino de Dios se había acercado y que Jesús de Nazaret era el autobasileia. Dicho de otra manera, en Él y por medio de Él, Dios se había insertado en la historia, Dios se había contextualizado en Jesucristo (Padilla 1986: 80). Las palabras pronunciadas por Jesús durante su recorrido misionero, según el testimonio de Lucas, daban cuenta de que una nueva realidad se había introducido en la historia (11.20), o como lo ha precisado David Bosch:

      Si Jesús, ungido por el Espíritu de Dios, proclama buenas nuevas a los pobres, libertad a los cautivos y vista a los ciegos, y si Jesús anuncia el año favorable del Señor, está diciendo, entonces, que el Reino de Dios se ha acercado, y llama a todos al arrepentimiento y a la fe. (Bosch 2000: 152)

      El meollo del mensaje de Jesús fue el anuncio de la irrupción del reino entre nosotros mediante su persona y sus acciones liberadoras. Para eso había sido enviado (4.43). Pero esto no es todo lo que Lucas destaca en su evangelio. En varios momentos de su relato, resalta tanto la dimensión presente como la dimensión futura del reino:

      En el Evangelio según San Lucas, Jesús es, ante todo y por encima de todo, el gran proclamador del reino. En Lucas, el primero en pro­clamar el reino es indiscutiblemente Jesús (Lc 4.43) […] Cuando Jesús proclama por primera vez el reino de Dios, subraya vigorosa­mente la significación de este anuncio. Para eso he sido enviado (Lc 4.43) [...] En la narración lucana, Jesús habla del reino en el sentido de una realidad inminente: sabed que está cerca el reino de Dios (Lc 21.31, cf. 10.11). Pero al mismo tiempo no duda en proclamarlo como una magnitud ya presente en su propia persona y en su actuación: El reino de Dios está en medio de vosotros (Lc 17.2) [...]. Es más, Jesús habla incluso de ciertas actividades que se cumplirán cuando llegue el reino (Lc 22.16, 20). En estos pasajes específicamente lucanos, se observa una polaridad diferencial: por una parte, se contempla el reino como una dimensión presente, mientras que, por otra, queda proyectada hacia el futuro. (Fitzmyer 1986: 257–258)

      Se tiene que señalar también que la referencia a la irrupción del reino de Dios en la historia implica el uso de un lenguaje social y político concreto, lenguaje que, para la mentalidad judía del primer siglo, tenía una connotación precisa:

      El lenguaje (Reino, Evangelio) fue elegido del campo político. Esta selección particular del vocabulario hubiese estado totalmente fuera de lugar si todo el énfasis de Jesús hubiese estribado en que, a diferencia de las expectativas de Juan, él mismo no estaba inte­resado en ese campo. Casi no necesita argumentarse que reino es un término político, el lector común de la Biblia tiene menos conciencia de que también el término evangelio significa no sólo alguna antigua fórmula de bienvenida, sino una proclamación pública importante, digna de ser enviada con un mensajero y que provoca una celebración al ser recibida. (Yoder 1985: 32)

      La realidad de la irrupción del reino en el escenario de la historia se nota claramente en el efecto liberador integral de las acciones públicas de Jesús en favor de los pobres y los oprimidos. Los evangelios registran que cuando Jesús proclamaba la buena noticia del reino de Dios los enfermos sanaban, los posesos eran liberados, cambiaba la calidad de vida de las personas oprimidas, es decir, resucitaban socialmente (Mt 8.16–17; Mr 1.32–34; Lc 4.40–41). En la respuesta de Jesús a los enviados de Juan el Bautista se percibe con claridad la misión liberadora de Jesús como expresión concreta de la presencia del reino de Dios (7.21–22). En todos los casos mencionados en este pasaje se trata de seres humanos que sufrían distintas formas de opresión, se encontraban en una situación de indefensión y formaban parte del mundo de los excluidos. Las acciones liberadoras de Jesús constituían entonces señales visibles de la instauración del año de jubileo, signos concretos de la presencia del reino de Dios en el seno de la historia, señales claras del inicio del kairós anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Si seguimos esa misma ruta misionera, no nos tiene que extrañar que las fuerzas del anti-reino se opongan frontalmente a la proclamación de la buena noticia del reino de Dios en todos los espacios sociales. Sin embargo, a pesar de esa realidad, tenemos el encargo de amar la vida y de defenderla de todas las violencias. Entonces, ¿cuál es nuestro mensaje en la realidad misionera en la que nos encontramos como discípulos del Dios de la Vida? ¿Un evangelio mutilado, acomodado al gusto de los opresores, maniatado por la ideología del mercado, subordinado al poder político? ¿Un mensaje adormecedor, desmovilizador, legitimador del sistema?

      Los destinatarios de la buena noticia del reino

      ¿Hacia qué sectores sociales Jesús orientó preferencialmente su misión liberadora? Lucas enfatiza en primer lugar que los destinatarios de la buena noticia del reino de Dios son todos los seres humanos, pobres y ricos, varones y mujeres, niños y adultos. Claros indicativos de esa realidad son la intención