La gran pregunta es: ¿De qué lado deseas estar en esta “guerra universal”? Dios te invita a disfrutar de ese nuevo mundo sin muerte ni dolor. La decisión está en tus manos.
La necesidad de estar listos
Luego de dar las señales que indicarían la cercanía de su regreso, Jesús pronunció la parábola de las diez vírgenes con el fin de ilustrar la experiencia de la iglesia de los últimos días. Las dos clases de vírgenes representan las dos clases de creyentes que profesan estar esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Sus lámparas representan la Palabra de Dios, y el aceite simboliza al Espíritu Santo.
Analizados superficialmente, parece que estos dos grupos fueran semejantes; ambos salen al encuentro del Novio; los dos tienen aceite en sus lámparas y su comportamiento no parece ser distinto uno de otro. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y lo esperan. Luego viene una aparente demora; su fe debe ser probada.
De pronto, a la medianoche, en la hora más tenebrosa de la historia del mundo, escuchan un grito: “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” (Mat. 25:6). Ahora se hace evidente la diferencia entre los dos grupos: los que componen uno de ellos no están listos para encontrarse con el Esposo. Estas vírgenes “necias” no son hipócritas; respetan la verdad, la Palabra de Dios, pero les falta el aceite: no han sido selladas por el Espíritu Santo (ver Apoc. 7:1-3). Se han contentado con una obra superficial, no han cultivado una relación profunda y personal con Cristo.
En la parábola, cuando viene el esposo, únicamente los que están listos entran con él a la celebración de la fiesta de bodas, y la puerta se cierra. Oportunamente, las vírgenes necias, que habían ido a comprar más aceite, vuelven y llaman: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”. Pero el esposo responde: “Créanme, ¡no las conozco!” (Mat. 25:11, 12).
Cuando se baje el telón de la historia de este mundo, solo habrá dos clases de personas. Lo único que importará, en ese momento, será la clase de relación que hayamos cultivado con Jesús.
A comienzos del siglo XX, el escritor y predicador inglés G. Campbell Morgan expresó su esperanza en el regreso de Jesús con estas palabras: “Para mí, la segunda venida es como una luz perpetua que ilumina la senda de esta vida y la hace soportable. Cada noche, cuando pongo mi cabeza en la almohada, lo hago pensando que quizás antes de que rompa el alba amanezca la última mañana. Y jamás comienzo una tarea sin dejar de pensar que quizá el Señor interrumpa mi tarea para comenzar la suya. Ahora, estas son las palabras que [Jesús] dirige a todas las personas que creen en él, hasta que vuelva”.7 Este autor dejaba así en evidencia que la esperanza bienaventurada de la Segunda Venida debe abarcar toda nuestra vida y dirigir todos nuestros emprendimientos.
Sí, la Segunda Venida es esa luz en el horizonte que ilumina nuestro presente, marcándonos el camino hacia ese futuro glorioso, ese momento que inaugurará una era donde ya “no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más” (Apoc. 21:4).
6 https://population.un.org/wup/
7 Citado en Spiros Zodhiates, The Behavior of Belief (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1959), p. 87.
Capítulo 2
Énfasis en la actividad humana
Una joven se esmeró preparándose para una cita a ciegas. No se trataba solo de una simple comida y una película. Lejos de eso, había planeado cenar en un exclusivo restaurante del centro de la ciudad, con música en vivo y baile. Queriendo causar una buena primera impresión, se había tomado el día libre del trabajo. Ella limpió su departamento; salió esa tarde para arreglarse el cabello y hacerse manicura. Cuando llegó a casa, se maquilló, se puso su mejor vestido y estaba lista para la llegada de su cita. La hora prevista ya había pasado, pero ella siguió esperando pacientemente. Finalmente, después de esperar casi dos horas, decidió que la habían dejado plantada. Así que, se quitó el vestido, se colocó el pijama, buscó toda su comida chatarra favorita y se sentó a mirar televisión con su perro. Minutos después, llamaron a la puerta. ¡Era su cita! Él la miró sorprendido y dijo: “¡Te di dos horas más y todavía no estás lista!”
La Iglesia Adventista surgió como un movimiento escatológico, con un énfasis claro en la Segunda Venida.8 Incluso más, la doctrina de la segunda venida de Cristo constituye un eje axiomático alrededor del cual la Iglesia Adventista construye su teología y su misión.9 Sin embargo, a más de 150 años de haber proclamado la inminente venida de Jesús, seguimos esperando ese acontecimiento.
Para responder a esta aparente demora, se han ofrecido varias repuestas.10 Algunos creen que Jesús no ha venido todavía porque está esperando que su pueblo es el responsable de la demora. En este sentido, Herbert Douglass considera que la demora en la “cosecha” de este mundo no ha sido causada por un cambio de planes por parte de Dios. Por el contrario, si fuera por Dios, la cosecha ya se habría producido décadas atrás. Según Douglass, la demora se ha dado porque el fruto, el testimonio personal que reproduce el carácter de Jesús en el pueblo de Dios, aún no ha madurado.11
La cosecha de este mundo y el carácter del cristiano
Si bien no fue el originador de estas ideas, Herbert Douglass es el abanderado moderno de los autores adventistas que enfatizan la actividad humana en relación con el momento de la Segunda Venida; posición que ha contado con un fuerte apoyo dentro de ciertos teólogos adventistas.12 Él considera que, verdaderamente, ha habido una demora. Esta demora en la “cosecha” de este mundo no ha sido causada por un cambio de planes por parte de Dios.13 Por el contrario, si fuera por Dios, la cosecha ya se habría producido décadas atrás. La demora se ha dado porque el fruto en la vida del cristiano, el testimonio personal que reproduce el carácter de Jesús en el pueblo de Dios, aún no ha madurado.14 Esta posición se fundamenta en esta cita de Elena de White: “Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos”.15
Algunos creen que Jesús no ha venido todavía porque está esperando que su pueblo se consagre y testifique diligentemente; es decir, creen que su pueblo es el responsable de la demora porque su testimonio personal no reproduce el carácter de Jesús.
Esta comprensión se basa en el principio de la condicionalidad de la profecía. Según este principio, todas las promesas están condicionadas a que se cumplan ciertas cláusulas, aun cuando no estén explícitamente declaradas, tal como sucedió en el incidente de la predicación de Jonás en Nínive. En este sentido, Dios esperará hasta que se manifieste la madurez del carácter cristiano en un buen número de personas. Esta es la gran condición que determina los eventos que desencadenarán la Segunda Venida. El esjatón estaría condicionado por el estado de la iglesia.16
Claramente, el énfasis está puesto aquí en la acción humana:17 “Dios espera la perfección de carácter en su pueblo: una demostración de lo que alguna generación de cristianos de los últimos días revelará antes del regreso de Cristo”.18 Es más, llega a decir que “el fin del mundo, la terminación de la comisión evangélica, el regreso de Jesús, todo depende” de que la última generación demuestre fielmente el carácter de Cristo en su vida.19
Cristología y la última generación
¿Cuáles