Pero, hay más todavía. Después del informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de 2007, los científicos de la Revista de la Asociación de Científicos Nucleares Estadounidenses decidieron adelantar el “reloj del juicio final”. Este reloj contiene dos agujas que no corren. Una de ellas, la de las horas, está permanentemente fijada en las 12. La otra, la de los minutos, ha sido movida en 19 ocasiones durante el último medio siglo. El reloj fue creado en 1947, para dar a entender cuán cerca se encuentra nuestro mundo de “las 12”; es decir, de su fin.
Después de interpretar las señales de la naturaleza, los científicos colocaron el reloj en las 23:58; ¡sí, a solo dos minutos de la medianoche!, dando a entender que nos acercamos rápidamente al fin. Y no tenemos que olvidar que la mayoría de estos científicos son ateos.
Lo que necesito saber acerca de la Segunda Venida
1 La segunda venida de Cristo es la bienaventurada esperanza de la iglesia, la gran culminación del evangelio (Tito 2:13, Heb. 9:28; Juan 14:1–3; Hech. 1:9-11; Mat. 24:14).
2 La venida del Salvador será literal, personal, visible y de alcance mundial (Apoc. 1:7; Mat. 24:43).
3 Cuando el Señor regrese, los justos muertos resucitarán y, junto con los justos que estén vivos, serán glorificados y llevados al cielo, pero los impíos morirán (1 Tes. 4:13-18; 1 Cor. 15:51-54; 2 Tes. 1:7-10; 2:8; Apoc. 14:14-20; 19:11-21).
4 El hecho de que la mayor parte de las profecías esté alcanzando su pleno cumplimiento, unido a las actuales condiciones del mundo, nos indica que la venida de Cristo es inminente. El momento en que ocurrirá este acontecimiento no ha sido revelado y, por lo tanto, se nos exhorta a estar preparados en todo tiempo (Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21; 2 Tim. 3:1-5; 1 Tes. 5:1-6).
Como Sodoma y Gomorra
En su sermón profético, Cristo mismo estableció la comparación: “Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé” (Mat. 24:37). Y si bien la aplicación primaria es establecer que la última generación sobre la Tierra no estará mejor preparada para una destrucción repentina que la generación previa al Diluvio (Jesús culmina esta sección con las palabras: “¡Así que ustedes también deben estar alerta!, porque no saben qué día vendrá su Señor”, vers. 42), el contexto social de los días de Noé también sirve como ilustración de la condición actual de nuestra sociedad.
Más allá de que todo lo que la gente “pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo” (Gén. 6:5), Dios “observó toda la corrupción que había en el mundo, porque todos en la tierra eran corruptos” (vers. 12). Y esa fue la razón dada por Dios para la destrucción del mundo por medio de agua: “He decidido destruir a todas las criaturas vivientes, porque han llenado la tierra de violencia. Así es, ¡los borraré a todos y también destruiré la tierra!” (vers. 13).
No hace falta detenerse a ejemplificar la violencia actual que impera en el mundo. Basta con encender la televisión y mirar un noticiero, leer el diario o, en la mayoría de los casos, ¡con solo salir a la calle! Asesinatos, robos violentos, violaciones, agresiones verbales y físicas, abusos verbales; toda una gama de violencia que se despliega minuto a minuto. Y está lejos de mejorar. En realidad, todo indica que empeorará. Una de las razones es el hacinamiento de millones de personas en condiciones menos que ideales. Sí, las grandes ciudades del mundo son también las grandes usinas de violencia en el mundo.
En 2014, un informe de la División de Población de la Organización de las Naciones Unidas estableció que un 54 % de la población mundial vivía en las ciudades, y que para el año 2050 dos de cada tres pobladores mundiales vivirán en las ciudades.6 El problema es que está probado que cuantas más personas vivan en una ciudad mayor será el porcentaje de violencia, robos y asesinatos. Los delitos violentos aumentan proporcionalmente con el aumento de la población que vive en las ciudades. No es raro pensar que, otra vez, Dios tenga que intervenir porque “han llenado la tierra de violencia”.
Pero, hay otra sociedad histórica con la que Cristo comparó la sociedad de los últimos días. Él afirmó que, en los días previos a la Segunda Venida, “el mundo será como en los días de Lot” (Luc. 17:28). Claramente, se está refiriendo a la sociedad de las ciudades de Sodoma y Gomorra, donde vivía Lot. Dios mismo dijo de esas ciudades: “He oído un gran clamor desde Sodoma y Gomorra, porque su pecado es muy grave. Bajaré para ver si sus acciones son tan perversas como he oído...” (Gén. 18:20, 21). ¿Cuál era ese “pecado muy grave” de estas ciudades? El contexto nos dice que los hombres de Sodoma intentaron una violación homosexual múltiple con los dos ángeles (que a ellos se les aparecieron como dos hombres). De allí que la “sodomía” se asocie a las relaciones homosexuales, ya sean consentidas como forzadas. Ezequiel menciona que Sodoma cometió “pecados detestables” (Eze. 16:49, 50), y lo hace empleando el mismo término que utiliza Levítico 18:22 para referirse a la homosexualidad.
Hay una presión cada vez más fuerte por parte de ciertos sectores para naturalizar lo que, desde el punto de vista bíblico, es antinatural: las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Romanos afirma que el hombre, al “cambiar” la verdad acerca de Dios por una mentira, también “cambió” el orden natural de la familia y el sexo: “Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras. Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres” (Rom. 1:26, 27).
El avance del marxismo cultural (o nueva izquierda), que impone una agenda feminista en la que se ridiculiza a quien cree en una idea bíblica de la familia, sumado al lobby de asociaciones de homosexuales y otros grupos de interés que luchan para imponer su ideología de género en escuelas y otros organismos públicos, hacen cada vez más difícil educar a nuestros hijos en los ideales de una familia bíblicamente definida.
Sí, nuestras sociedades actuales cada vez se parecen más a los “días de Noé” y a los “días de Lot”. Pablo afirmó que en el período anterior al regreso de Cristo habría “tiempos muy difíciles” (otras versiones dicen que serían “tiempos peligrosos”). Además, afirmó que las ciudades estarían llenas de gente que “solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios” (2 Tim. 3:1-5). En este contexto, se nos exhorta a alejarnos de “esa clase de individuos”, y a “permanecer fiel[es] a las cosas” que se nos han enseñado (vers. 14).
Estamos viviendo en los últimos días. Nuestra sociedad cada vez se asemeja más a aquellas en las que Dios tuvo que intervenir para poner un límite al avance de la maldad, la violencia y la inmoralidad. Cristo está a las puertas. La pregunta es: ¿estás preparado? “Ustedes también deben estar preparados todo el tiempo, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen” (Mat. 24:44).
Sí, Jesús está a las puertas. El tiempo es breve. El momento de cultivar nuestra relación con Jesús es ahora. Mañana puede ser demasiado tarde. Nuestra sociedad es cada vez más parecida a Sodoma y Gomorra. Cristo está a las puertas. La pregunta es: ¿Estás preparado?