Durante uno o dos minutos, se movió lenta y sensualmente, de una manera tentadora. Su tácita invitación me inspiró recelo y no respondí, pues había algo amenazador en su presencia. La mujer sonrió de nuevo y desapareció. Volví a estar solo. La experiencia había sido tan intensa que memoricé el extraño nombre, Elieth, aunque no significaba nada para mí.
Aguardé un largo rato sin que sucediera nada más. Presioné el botón de mi reloj de pulsera. Eran las 6:35 de la mañana, y probablemente ya había amanecido.
Sin embargo, permanecí sentado con el objetivo de no abandonar la cueva antes de tiempo. No quería violar las reglas de la búsqueda y perder así el poder animal que se me había transmitido. Mientras esperaba, advertí que la oscuridad era cómoda e insignificante, casi como una ilusión.
Encontré mi linterna y la encendí por primera vez desde mi llegada a este punto de la caverna, recogí el saco de dormir y ascendí hacia la salida. El dolor de espalda del día anterior se había desvanecido.
Tras un cuarto de hora de ascenso hacia la salida de la caverna, vi la luz del día y, más allá, el follaje de los árboles. Emergí de la cueva hacia la cálida y cegadora luz del sol. Era bueno estar en casa, donde el sol trae la vida a todas las cosas.
Al descender la ladera bajo la cueva, acaricié las hermosas hojas de plantas y arbustos. Daba la impresión de que regresar a la superficie del planeta, con su vida verde y su luz solar, era un gran regalo. Di las gracias a los espíritus por su ayuda y por permitirme regresar a este mundo.
Sabía que había sido transformado, pues el poder de XXX era literalmente uno conmigo.
Posdata. Aunque mi búsqueda de poder en la cueva había sido un éxito, el significado de la mujer llamada Elieth, que apareció e intentó tentarme, me desconcertaba. Gracias a mis lecturas en los años siguientes llegué a la conclusión de que posiblemente se trataba de la antigua diosa hebrea Lilith, aunque su nombre era ligeramente distinto.
Me interesó descubrir que según varias fuentes judías posteriores a la Biblia, el hogar de Lilith es una cueva; es la señora de todos los animales y asesina de niños, y era conocida por seducir a hombres que duermen solos.
Según algunas tradiciones de búsqueda de poder, es de esperar que el encuentro con un poder animal venga acompañado de un sueño inmediatamente posterior. Eso me sucedió en la cueva, aunque puedo aseguraros que no fue un sueño convencional. En ese sueño o acontecimiento, el poder que ayuda al buscador normalmente es un ancestro que se presenta en forma humana. Sin embargo, se dice que en raras ocasiones esta segunda aparición puede no resultar amable, sino perniciosa: una presencia que pretende interferir en la búsqueda.16
Creo que Elieth podría ser un poder de obstrucción que se aprovechó de mi apertura en la cueva. Por lo tanto, muchas décadas más tarde le pedí que se marchara. Jamás le he pedido ayuda. Para reforzar mi alejamiento de ella, revelo su identidad en este libro. En el chamanismo se entiende que una declaración pública de esta naturaleza, unida a la voluntad de desconexión, normalmente aleja a un espíritu personal.
Entretanto, he honrado y mantenido mi relación confidencial con XXX. No obstante, soy viejo, y habrá que ver hasta cuándo se queda XXX.
Una última observación: este podría haber sido el primer relato occidental de una búsqueda de poder exitosa en el interior de una cueva desde los relatos de los antiguos europeos hace miles de años. ¡Pero ellos publicaron primero, en sus muros de roca! (Véase lámina 1 del pliego final.)
2. ¡Existimos! Los espíritus piden reconocimiento
Naturalmente, los lectores se preguntarán si lo que me sucedió en la cueva fue producto de mi imaginación. Es comprensible, dado que no hubo testigos que puedan validar mis experiencias. Sin embargo, por suerte, a veces los espíritus muestran su existencia y su poder a dos o más personas simultáneamente, e incluso a grupos aún mayores. Cuando esto sucede, estas demostraciones públicas a menudo reciben el nombre de milagros.
Para el chamán que interactúa íntimamente con los espíritus auxiliares, los milagros son acontecimientos casi rutinarios en las tareas de sanación. De hecho, los milagros curativos producidos por los espíritus probablemente son las acciones más celebradas de los chamanes en las sociedades indígenas. Alejados de los chamanes entregados a actividades sanadoras, a veces los espíritus tratan de comunicar su realidad a través de milagros y «micro-milagros». Estas «llamadas de atención» enviadas por los espíritus, no pocas veces con la ayuda de un chamán o un iniciado en las prácticas chamánicas, quizá se comprenden mejor como intentos de instruir al pueblo acerca de su existencia. Compartiré algunas en las que me vi personalmente implicado.
Milagro 1: el nuevo par de monedas
En agosto de 1993, fui invitado a impartir dos ponencias en el encuentro anual de la Asociación de Psicología Transpersonal en el centro de conferencias Asilomar en Pacific Grove, California. El tema de la conferencia era «Nuevos paradigmas en psicología». Me pidieron que en una de las ponencias presentara el chamanismo, ante un público de cientos de personas, como uno de los ejemplos de estos nuevos paradigmas.
Mi plan no solo era hablar de chamanismo, sino también ofrecer a todos la oportunidad de realizar un viaje chamánico al Mundo Superior a fin de que los asistentes pudieran comprobar el poder del trabajo chamánico. Sinceramente, no estaba seguro de que aquellos cientos de personas, sentadas en hileras de asientos, lo lograran, pero pensaba que merecía la pena intentarlo.
Pedí silenciosamente a mis espíritus que me ayudaran a impresionar al público acerca de su realidad. Respondieron que tendría que apagar las luces del salón de conferencias y sacar dos grandes bolas de cuarzo que llevaba en mi maleta. Mi experiencia chamánica me había permitido saber que, cuando se usan correctamente, los cristales de cuarzo tienen el efecto de amplificar el poder espiritual que se deposita en ellos.
Una vez el salón quedó completamente a oscuras, pedí ayuda a los espíritus, en silencio, y activé los cristales según dicta la tradición. Su débil resplandor atravesó la oscuridad. En aquel momento hubo un grito en el público. Pedí que encendieran las luces. Una mujer de pie agitaba su mano extendida.
Le pedí que se acercara a uno de los micrófonos situados en los pasillos del auditorio para compartir su experiencia. Esperaba que dijera unas breves palabras para describir su experiencia subjetiva y que volviera a tomar asiento, cediendo su lugar a otro voluntario. Pero me esperaba una sorpresa.
Ante el micrófono, y con la mano extendida en alto, anunció que había gritado porque en ella se habían materializado dos monedas.
Mi sorpresa y alegría fueron indecibles, porque jamás había esperado algo de esta magnitud. Invité a la mujer, a quien no conocía, a subir al estrado. Nos enseñó las monedas y recibió un fuerte aplauso. Comuniqué al público que las dos monedas de 10 céntimos eran tan brillantes que parecían recién acuñadas.
Le di las gracias y, debo confesarlo, me sentí muy satisfecho por la materialización pública. Creí que ahí acababa todo. Sin embargo, mientras la mujer abandonaba el estrado para regresar a su asiento, la voz de un hombre entre el público llamó la atención sobre algo que se me había pasado por alto. Gritó: «¡Un nuevo par de monedas!». Había caído en la cuenta de que no se trataba solo de una materialización, sino de un mensaje que reiteraba el tema de la conferencia, “nuevos paradigmas”.1*
En este acontecimiento hubo más de 400 testigos. Hace unos años, la misma mujer se me acercó en una conferencia y me dijo quién era. Me contó que había conservado las dos monedas, y las sacó de su monedero para enseñármelas. Aún parecían nuevas y brillantes.
Milagro 2: recibir una curación «imposible» y hablar en hawaiano
En la curación chamánica culminada