Ranchos (Costumbres del Campo). Javier de Viana. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Javier de Viana
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 4057664114211
Скачать книгу
de las hebras escasas y ásperas de sus bigotes griseos, las negras encías, desprovistas de dientes. Pocas veces bebía el patrón, pero cuando había pegado un trago, era insaciable. Satisfecho, el capataz aprovechó la coyuntura de que don Fidel la emprendiera violentamente con uno de los peones, para escurrirse en silencio.

      Sigilosamente cruzó el patio, rodeó «las casas» y se fué hasta la barra de eucaliptus que defendían de los vientos bravos del este y del sud, la cabecera de la huerta de frutales.

      Allí, vuelto detrás del membrillar que crecían entre los eucaliptos, se encontró a Virginio Moyano, su sobrino.

      Ahorrando frases inútiles, el viejo preguntó secamente:

      —¿Estás pronto?

      —Sí,—respondió el mozo—; tengo ensillao, pa mí, el tordillo negro qu'es capaz de galopiar treinta leguas de un tirón, y pa ella el bayo batea, que no se cansa nunca y de un andar qu'es como hamacarse en un sillón.

      —Güeno. Estén alpiste y cuando sintás un tiro, monten a caballo y claven la uña... ¡Adiós!...

      —¡Adiós, tío!

      Se abrazaron y el viejo empezó a andar hacia el galpón. Iba contento. Chita, la hija de don Fidel, y Virginio, su sobrino, se amaban. Pero el patrón, a quien se le había puesto entre ceja y ceja que Chita no era hija suya sino de Sandalio, no sólo había «espantado» a Virginio, sino que se había dispuesto a cazarlo; y para eso salía todas las tardes con la escopeta cargada a bala, sabiendo que el mozo rondaba por las inmediaciones.

      Don Fidel odiaba a Sandalio, su viejo amigo, y compañero, su eficaz cooperador en la construcción de su fortuna; y lo odiaba tanto más, cuanto que, convencido de su infidelidad, carecía en absoluto de pruebas materiales de su traición y evitaba la querella por miedo al ridículo.

      Enterado de todo, el capataz, resolvió salvar a los jóvenes proporcionándoles la fuga. ¡Después... lo que Dios quisiera!... Su acción era justa, bien que la empañase una pequeña nube: Virginio había seducido a Felisa, la sobrina del patrón, abandonándola con un hijito en los brazos, la deshonra en el rostro y la desesperación en el alma... Pero... la vida es así. Las yerbas que mueren dan alimento a las yerbas que nacen. Cuando un cariño se seca, nadie puede obligar a la tierra que permanezca estéril, que no germine otra semilla, que no críe otra planta, que no expanda otra flor...

      Y cuando el capataz entró en el galpón y se acercó al fogón, pudo observar con contento, que la botella de caña estaba casi vacía y que los ojos de don Fidel brillaban excesivamente.

      Incorporado a la rueda, le alcanzaron un mate; pero apenas había chupado un sorbo, cuando lo arrojó, y levantándose bruscamente, exclamó:

      —¡Jué pucha!... ¡La comadreja ladrona e gallinas!...

      Desenfundó el revólver que llevaba al cinto e inclinado el cuerpo avanzó con precauciones hacia el fondo obscuro del galpón, donde estaban amontonados cajones vacíos, útiles de labranza, cachivaches de toda clase.

      —Ahí está—gritó el viejo haciendo fuego sobre un sujeto imaginario.

      Los tertulianos, con el patrón a la cabeza, se acercaron.

      —¿Pegó?

      —¡Seguro que pegué!... Puay no más debe estar...

      —¡Ni plumas de comadreja!... ¡Sandalio ya no tiene ni vista ni puntería!—expresó irónicamente don Fidel.

      Y Sandalio, con ironía:

      —¡Pasencia!... Cuando se tiran dos tiros al mesmo tiempo, no se pueden acertar los dos...

      En ese mismo momento llegó hasta el galpón el estampido de un tiro que parecía venir de la valla de eucaliptus. Todos corrieron hacia allá y se encontraron con un cuadro tan inesperado como desconcertante.

      Virginio, hincada en tierra una rodilla, sostenía entre sus brazos el cuerpo inanimado de Chita, todo bañado en sangre. A unos pasos de allí, recostada a un eucaliptu, Felisa, cuyo rostro expresaba contento feroz, tenía en su mano la escopeta, humeante aún.

      Don Fidel y Sandalio se abalanzaron al mismo tiempo sobre la joven moribunda. Pero el capataz llegó primero y la arrancó de los brazos de Virginio, y besándola frenéticamente, exclamó:

      —¡Hija mía!... ¡Adorada hija mía!...

      El estanciero detuvo el movimiento de sus brazos. Se replegó sobre sí mismo y con una voz tan amarga cual si le hubiesen reventado en la garganta una vejiga de hiel, díjole:

      —¡Ah! ¡Tu hija!... ¿Te denunciás al final, traidor de amigos, ladrón de honras?...

      Y con un gesto rápido, sacó el revólver, lo aplicó a la frente de Sandalio y le hizo saltar los sesos.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAQAAAQABAAD/2wBDAAMCAgMCAgMDAwMEAwMEBQgFBQQEBQoHBwYIDAoMDAsK CwsNDhIQDQ4RDgsLEBYQERMUFRUVDA8XGBYUGBIUFRT/2wBDAQMEBAUEBQkFBQkUDQsNFBQUFBQU FBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBT/wAARCAWgA4QDASIA AhEBAxEB/8QAHgAAAQQDAQEBAAAAAAAAAAAABQIDBAYAAQcICQr/xABgEAABAwMDAwIDBQUFBQQE AB8BAgMEAAURBhIhEzFBB1EUImEIFTJxgRYjQpGhCVKxwdEXJDOU4VVicvAlQ4Ki0jVFU3WSsvEY NDdWc3SDlbPCJjiTtMMnY6Q2ZISj0//EABoBAAMBAQEBAAAAAAAAAAAAAAABAgMEBQb/xAA9EQAC AQMDAwIEBAUFAAICAQUAARECITEDEkEiMlETYQRCofAUI3GBM1KRseFDYnLB0QXxFYJTY5JzorL/ 2gAMAwEAAhEDEQA/APOFhlXOX8X95RERNjuGtqs7k/8AnzUu7uyo9tkOQWRIlpTlttXZRqRJS6Yz oYKUvFB2FXICscZ/WoOmmLo1bAm7uIdl7zyjH4fGccV6nsfP/wC4ftDsuTbY7k1kR5ak5cbT2Sai 36VdYhh/dsNEsLd2vbjjan/z5+lPahYujttUm0ONtS9w+ZzH4fOM0RYS4GWw6Qp0JG8pHBOOcfrS 9gXkWEUM69zGoCwYiPuvpbhI3fNv9sf9KVMauqrxBXGeZRbkg/EIWPmV7Yop3p5CIEpTUCzyLhI+ K+Pioi7HSlnYrdvR4JpcJu4puc1Ul1hUBW34dCE/On3yanrB2K2YC8HaT2z4oHEWI1wcfahPritB +SlBLbajgKV4GaVb1PuwmFymgxJUgFxtJyEq8jNNWdue3AQm5uMvS8ncplOE4zxSrsicuCtNucZa l5G1T6SU4zz/AEo9w9hFzemsGL8FFRJ3vBL25e3Yjyoe9TsCsSFbRuwVY5I7ZqLIbnm4xFMOMphA K+IQtJK1f3dpphkR1533x0fhm/u7o7viN/zb8/hxU9Pet4qFEbnpuExUh1lcNRT8O2hOFJ453GgM irc9Ne+I+Mjtx9rqktbF7tyPCj7H6U9MW83FeXHbDz6UkobUcBSvAz4p1Wdpx3xxmolrRNRCQLg4 07KydymRhJGeP6UB7jsNbzsRlchsMvqQC42lWQlXkZ80zcXpjHw/wcZEje6Eu717diPKh7/lSrmi YuGsQHGm5WRtU8Mp785/SpSQdozycc0g9zKhdeb97ln4ZH3f0t3xG/5t+fw7fbFKkonG4RSw40mG N3XQsfOrj5dpqXTDBlQ7a9NeEj42O3HKXVJa6a929HhR9jWRW5yZ8tUh1pcNW34dCE4UnjncfNTD nBx38ZoAamLeaiPLjth59KCW21K2hSscDPikw1POxGVyGwzIUgFxtJ3BKvIz5pFrRNRDQLg407Ky dymEkJxnjg