Figura 2.4. Detalle del mural 1 del cuarto 11 de Tetitla, Teotihuacán (Archivo Fotográfico Proyecto
La Pintural Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2006).
Debajo de los círculos se ven dos manos sosteniendo tiras cruzadas con puntos o semillas, un escudo o un marcador con bandas diagonales rojas y blancas, y lo que parece una almena o merlón que corona lo que se aprecia como una entrada. Langley considera que el escudo con bandas transversas está relacionado con el coyote y tiene un significado glífico. 13 En Atetelco, como lo veremos más adelante, jaguares reticulados y coyotes forman una procesión y la cenefa está formada por el cuerpo de una serpiente entrelazada que mezcla caracteres de ambos mamíferos.
Me gustaría comparar este complejo motivo con una pintura muy similar que se encuentra en el pórtico 1, en el que se ven manos unidas hacia el centro con semillas que fluyen.
Los edificios entre los grupos prehispánicos, muy claramente en Teotihuacán, evocan cuevas y montañas. Doris Heyden demostró hace mucho que estos dos motivos configuran el altépetl, la montaña de los sustentos, el lugar de inicio en donde hay aguas y semillas. Altépetl es también alegoría de la ciudad o asentamiento permanente. 14 Entre los mayas se concibe como kab-ch'en'n, o cueva-tierra y ch'en cueva. Ambos conceptos eran sinónimos de ciudad, de modo que esta idea era compartida por las dos culturas y permanece a lo largo de los siglos en distintas regiones mesoamericanas. Lo que se ve en las pinturas de Tetitla son alegorías de ciudades, así como sitios de comida y agua en abundancia relacionados con el sacrificio de sangre, temas recurrentes en Teotihuacán y el área maya asociados con inicios de tiempo.
Justo afuera de este cuarto está el Pórtico de las Diosas de Jade y alrededor del cuarto 11 están las imágenes de personajes ataviados como Jaguar Reticulado (figura 2.5). Me gustaría sugerir que las Diosas de Jade eran llevadas en procesión, ya que están en un palanquín. Estas imágenes representan una serie de rituales que pueden estar relacionados con Teotihuacán y con migraciones al área maya, específicamente a Copán, y quizás una imagen que semejaba a esta deidad era llevada como un bulto por los teomama, como se ven en La tira de la peregrinación o Códice Boturini.
Figura 2.5. Mural 7 del cuarto 12 de Tetitla, Teotihuacán (Archivo Fotográfico Proyecto
La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2006).
Entre los sitios en los que se detuvieron se ve un altépetl, que desde mi punto de vista se rememora en el cuarto 11. La representación del altépetl está vinculada con tiempo y con sacrificio, ya que hay un símbolo de trapecio y rayo y también una almena, además del corazón cortado que se relaciona con ese tiempo en especial, tal vez un evento histórico o una recreación mítica de una migración histórica.
El segundo motivo parece un bulto con una mano orientada hacia arriba y con plumas alrededor de la muñeca. De acuerdo con Langley, las manos pueden tener el simbolismo de completamiento. 15
Sabemos que Teotihuacán era un sitio de peregrinaje y que grupos de diversas regiones acudían a la ciudad sagrada; por lo tanto, un tema natural aquí es el de las procesiones y el peregrinaje y, por ende, el de las migraciones. No podemos olvidar que la ciudad se fundó porque hubo una migración y una fundación, y entonces comenzó el tiempo, el tiempo de Tula Teotihuacán.
Recordemos que las ceremonias de asperjar sangre o incienso se relacionan con periodos: finales y principios. Música, cantos y danzas acompañaban los rituales; esto se puede ver en la larga vírgula del jaguar reticulado que está plena de flores y conchas.
Hay otra imagen sobre la que quiero llamar la atención; se encuentra en el Palacio de los Jaguares. Se trata de un jaguar reticulado que se acuna en una figura similar a la que vimos en el cuarto 11, figura que yo identifico con un altépetl. Su larga vírgula no tiene ni flores ni conchas, solamente lo que se piensa que pueden ser olas de agua. Probablemente representa la llegada de Jaguar Reticulado a un altépetl, y deben de haberlo considerado una figura preciosa ya que la postura que ocupa entre los brazos de esa entidad irreal denota veneración.
En este mismo conjunto, en el pórtico 1 se ve una procesión de felinos que soplan un caracol emplumado. Hay también una subestructura que se llama Templo de los Caracoles Emplumados. La relación entre caracoles y el tiempo es muy clara en un ejemplar que custodia el Museo Nacional de Antropología. Según Pilar Asensio, entre los mayas el caracol es símbolo de renovación y de comienzo.16 Los felinos no son jaguares, sino pumas y llevan una secuencia de conchas en el lomo. Dos clases de conchas marinas se asocian con un mamífero terrestre. De modo que podemos ver en esta procesión felinos que soplan un caracol y llevan conchas en el lomo, simbolizando fertilidad y renovación en una ceremonia llevada a cabo por seres sobrenaturales.
A propósito de peregrinaciones y sobre todo de migraciones, vale la pena abordar el tema de las guerras de conquista. De acuerdo con Séjourné, la sociedad teotihuacana era un ente idílico en el que la guerra no formaba parte de sus actividades.17
Me gustaría detenerme en otra procesión pintada en los murales de Tlacuilapaxco (figura 2.6) en los que el sacrificio de sangre se vincula con inicio de tiempo. En estos murales se ven unos atados de maderas o de años, como los llamamos, y llevan clavadas pencas de maguey tintas de sangre.18 Me parece que se trata de un inicio de tiempo, no sólo por esta ceremonia que es evidente, sino porque vemos el nacimiento de un ser bicéfalo y que se da entre las ondulaciones del cuerpo de una serpiente de dos cabezas. Creo que es una serpiente de fuego la que se opone a la serpiente de quetzal de la que habla el canto de Sahagún.19 Hay otra imagen en Copán que aparentemente se trata del nombre de K'inich Yax K'uk Mo', el fundador de la dinastía, según Karl Taube y de acuerdo con su propia interpretación, la serpiente de fuego es también la serpiente de la guerra.20
Figura 2.6. Tlacuilapaxco (dibujo de Saburo Sugiyama, tomado de Millon, 1988, p. 197, figura VI.21).
La imagen del famoso vaso de los mercaderes teotihuacanos que visitan la zona maya se ha usado con frecuencia para hacer énfasis en el tocado de borlas que llevan y que es emblema de su oficio; sin embargo, cabe destacar algunos rasgos importantes, por ejemplo, que al tiempo que parecen llevar unos vasos trípodes como un obsequio diplomático, portan atados de flechas que no parecen ser un signo amistoso.
Quiero hacer un resumen de los temas que he tratado hasta el momento. En la pintura mural de Tetitla se observan personajes ataviados como jaguares reticulados, son personificaciones que reiteradamente se ven en una peregrinación. Ellos recrean un suceso mítico o histórico o ambos en los que un personaje, ixiptla lo llamarían los mexicas, sigue un camino bordeado de agua.
Hay una representación de un jaguar reticulado acunado por una entidad que, en mi opinión, es la alegoría de una ciudad y sugiero que se trata de la imagen del segundo gobernante de Copán, de acuerdo con Christopher Prager