Aquiles... un hetero curioso. Gonzalo Alcaide Narvreón. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468529004
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trabajándole el clítoris con la lengua, introduciéndole un dedo en la vagina para presionar con la yema hacia arriba y en ocasiones, jugaba con otro dedo en torno a su ano, e incluso, luego de untarlo con gel, se lo introducía lentamente, logrando que el cuerpo de Marina se contorsionara como si estuviese poseída...

      La vagina de Marina se mojaba completamente y era frecuente que experimentara eyaculaciones, momentos en los que Aquiles, entraba en una especie de trance, metía su nariz y refregaba su cara entera por la vulva completamente empapada y luego comenzaba a subir por su pelvis, por su torso; tomaba sus pechos con ambas manos, llevándolos hacia el centro hasta unir los pezones, que comenzaba a chupar simultáneamente, intercambiando con pellizcos que le daba con la punta de los dientes, logrando que Marina no parase de gemir.

      Aquiles comenzaba a besarla morbosamente, pasándole el jugo recolectado de su vagina que embebía su cara y su boca, y la penetraba profundamente con su miembro duro como estaca...

      Aún sin poder reaccionar debido al cansancio, sintió como la vagina de Marina comenzaba a desplazarse hacia adelante y hacia atrás, haciendo que su clítoris se frotara firmemente contra su pene. Con ambas piernas apoyadas a cada lado del cuerpo de su macho, Marina elevó apenas su torso y sin tocarlo con las manos, logro que el pene de Aquiles la penetrara hasta lo más profundo... Se quedó quieta por un instante, disfrutando de esa sensación de plenitud que le provocaba el sentirse llena.

      Aquiles permaneció inmóvil, con ambos brazos reposando al costado de su cuerpo extendido, sintiendo en su miembro el calor con el que lo abrigaba la vagina de su hembra.

      Marina comenzó a moverse, frotando su vagina contra la pelvis de Aquiles y luego comenzó un lento movimiento de subir y bajar.

      Aquiles solo entreabrió sus ojos y observó los pechos de Marina, que se mecían de un lado al otro bajo su cara de gozo, mientras que, con la lengua, humedecía sus labios...

      El ritmo se aceleró junto a sus gemidos, lo que anunciaban un pronto orgasmo.

      Aquiles se concentró en su propio placer y sintió que su eyaculación también era inminente.

      Un gemido y un grito de Marina, anunciaron que estaba siendo invadida por un orgasmo, e hizo inevitable que Aquiles no pudiese contener por más tiempo su eyaculación; tampoco tenía energías ni el deseo de que la sesión matutina e improvisada de sexo durase mucho más, por lo que dejó que su energía fluyera, para comenzar a llenar de esperma la vagina de su hembra.

      Marina dejó caer su torso sobre el de Aquiles, quedando inmóvil, satisfecha y relajada.

      Aquiles notó que la respiración de Marina se hacía más profunda y espaciada. Aún con su pene semi erecto dentro de la vagina de Marina, percibió como los fluidos de la reciente sesión de sexo comenzaban a deslizarse por el costado de su pierna. No pudo moverse, ni lo intentó, solo se entregó y quedó nuevamente dormido.

      Segundo despertar

      Aquiles abrió los ojos y lentamente comenzó a recordar lo acontecido durante la noche anterior, más la reciente sesión de sexo mañanero. Observó que la sábana, apenas cubría su ingle y que parte de su pierna izquierda colgaba por fuera de la cama. Se desperezó y se acomodó sobre el colchón; extendió un brazo buscando a Marina y se dio cuenta de que estaba solo; giró su cabeza para mirar el reloj despertador... Era la una y media del ya pasado mediodía; la mañana del sábado se había consumido entre descanso, sexo y más descanso.

      Los sábados por la tarde, como rito riguroso, se encontraba a jugar fútbol con su grupo de amigos; algunos de la infancia y otros que se habían incorporado en el transcurso de la vida. Siempre los mismos, salvo que alguno de ellos no pudiese asistir y que era reemplazado por otra persona.

      Permaneció tirado, mirando hacia el cielorraso; por un instante, pensó en no levantarse... Se sentía agotado y estaba disfrutando de ese momento de fiaca.

      Comenzó a pensar sobre lo afortunado que era por la vida que llevaba.

      Aquiles provenía de una familia de clase media acomodada, vivía en la zona norte del Gran Buenos Aires; había estudiado en un colegio bilingüe inglés, en el que había conocido a los que hoy, eran sus amigos más cercanos. Finalizados sus estudios secundarios, había estudiado Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires y ya recibido, decidió viajar al exterior para cursar un posgrado de especialización en administración.

      Había tenido la fortuna de viajar bastante y luego de transitar por diferentes trabajos, había logrado independizarse y conformar su propia consultora junto Marcos, uno de sus amigos de la infancia, también devenido en socio.

      Se conocieron con Marina en un evento privado al que habían sido invitados por amigos en común. El flechazo fue instantáneo y recíproco, amor a primera vista... Ya habían pasado diez años desde aquel momento y no se habían separado más...

      La historia de Marina era muy similar a la de Aquiles, misma zona, colegios parecidos, situación familiar similar. Marina se había especializado en Marketing y también tenía su propia consultora junto a Karina, su amiga y socia.

      Sus carreras los mantenían viviendo bajo una intensa agenda, por lo que tenían postergado el formar una familia. Era un tema conversado y decidido. Ambos deseaban tener hijos, pero la energía estaba focalizada en lo laboral. Los años habían pasado y sabían que ya no les quedaba demasiado margen como para embarazarse.

      Aquiles quedó tildado en ese pensamiento, se sentía satisfecho por como venía transitando su vida. Además de su formación académica y de sus logros laborales, había sido beneficiado por la naturaleza con un rostro atractivo y con un buen físico que, desde joven, se había preocupado por mantenerlo a fuerza de ejercicios y de deportes. Si existía algo que le faltaba y que tenía pendiente, era el vivir la experiencia de ser padre. Ya era momento, tenía ganas de formar una familia.

      Escuchó que Marina se aproximaba y la vio ingresar al cuarto con una sonrisa instalada en su rostro, aún en bata y con el pelo mojado. Traía una bandeja con frutas, tostadas, jugo de naranja y percibió el aroma del café recién preparado.

      No podía ser tan afortunado. Llevaba una vida acomodada, que compartía con una hermosa mujer a la que amaba y que lo amaba.

      Marina apoyó la bandeja sobre la cama y se sentó al lado de Aquiles, se acercó a él y le dio un tierno beso en los labios.

      A pesar de haber tenido sexo la noche anterior y hacía apenas unas horas, el hecho de ingresar al dormitorio y de haber visto a su marido tirado sobre la cama boca arriba, con la sabana entre ambas piernas peludas y musculosas tapando apenas su ingle, dejando al descubierto su firme torso poblado de pelos y pensativo, le habían alborotado nuevamente las hormonas...

      Realmente, disfrutaba del sexo con Aquiles y salvo por alguna fantasía, incluso compartida con él mientras tenían sexo, jamás se le había cruzado la idea de acostarse con otro hombre. En Aquiles encontraba y tenía todo lo que necesitaba y le entregaba todo lo que él deseara, como para hacerlo feliz y por propio placer.

      –Buenos días, amor –dijo Aquiles, con una sonrisa y haciéndole una caricia en la cara con la palma de su mano, agregó:

      –¡Qué buen servicio! el de anoche, el de esta mañana y ahora se suma esto...

      Marina respondió con una sonrisa cargada de picardía.

      Aquiles se incorporó y quedó sentado, reposando sobre el respaldo de la cama. Tomó un vaso de jugo y untó unas tostadas con queso crema, que acompañó con fetas de queso y con café con leche.

      – ¿En qué estabas pensando que mirabas el techo tan concentrado? –preguntó Marina.

      –Pensaba en todo lo que hice y en lo que estoy haciendo, en lo afortunado que soy y en el deseo que tengo de que formemos una familia; creo que es tiempo de que tomemos una decisión al respecto –contestó Aquiles.

      Marina quedó sorprendida por la respuesta; si bien era un tema pendiente, no esperaba en