Ha servido de base para la traducción el texto griego de Dindorf-Hentze, publicado en la Bibliotheca scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana[15]; que es, en mi humilde juicio, el más depurado de todos. Para precisar el significado de las voces griegas se han consultado varios diccionarios y especialmente el Thesaurus[16], el notable Lexicon Homericum, que editó Ebeling[17] y el importantísimo Dictionnaire des antiquités grecques et romaines d’après les textes et les monuments, que empezó á publicarse en 1877 bajo la dirección de MM. Ch. Daremberg y Edm. Saglio, y alcanza actualmente hasta la letra S. Para la interpretación de algunos pasajes se han tenido á la vista las traducciones latinas de C. G. Heyne y de la edición de Firmin Didot; las españolas de Lebrija[18], García Malo, Gómez Hermosilla y Roure; la portuguesa de Manoel Odorico Mendes; las italianas de Monti y Cesarotti; las francesas de Mme. Dacier, Bitaubé, Giguet y Leprévost; la alemana de Voss; las inglesas de Lord Derby y del célebre Pope, y la que en griego moderno ha publicado Pal-le[19]. Finalmente, para la fijación de regímenes dudosos, para determinar la acepción y uso de algunas palabras y frases, y para evitar, en lo posible, los barbarismos, hase acudido á la primera edición del Diccionario de la Real Academia Española, conocida con el nombre de Diccionario de Autoridades, y á las excelentes obras de Baralt, Cuervo, P. Mir, P. Nonell y Cortejón.
Y ahora, lector benévolo, que ya sabes por qué y cómo se ha hecho la presente versión, perdona sus faltas, parando mientes en lo difícil que es trasladar al romance una obra antiquísima de tanto valor literario é histórico, compuesta en la más hermosa de las lenguas y nacida en un medio ambiente muy distinto del actual. Si se podía decir en la época de Virgilio: Facilius esse Herculi clavam, quam Homero versum subripere, con más razón podríamos repetirlo nosotros que nos hallamos á mayor distancia de aquellos tiempos y hablamos idiomas de carácter analítico, muy diferentes de las inmortales lenguas clásicas.
Luis Segalá y Estalella.
NOTAS
[1] Recientemente, Mr. Bréal ha pretendido demostrar que la Ilíada fué compuesta en el siglo VII a. de J. C. (y no en el X ó XI, como suele creerse) y que su carácter de obra primitiva es efecto del arte. Véase: Michel Bréal, Pour mieux connaître Homère. París, Hachette, 1906.
[2] Las dos escenas capitales en que se basa la unidad de la obra son las siguientes: 1.ª Aquiles disputa con Agamenón, que le arrebata la esclava Briseida, decide no volver á pelear en favor de los griegos, y obtiene, por mediación de su madre Tetis, que Júpiter proteja á los troyanos. 2.ª Habiendo muerto Patroclo, el compañero de Aquiles, á quien éste permitió que vistiese su propia armadura y echase del campamento griego á los enemigos, el héroe quiere vengarle, se reconcilia con Agamenón, interviene en el combate y mata á Héctor, el principal defensor de la ciudad sitiada. Innumerables son las bellezas que presenta el desarrollo de la acción, y todo lector se acordará de la disputa de Aquiles y Agamenón, del tierno coloquio conocido con el nombre de Despedida de Héctor y Andrómaca, del admirable discurso que Ulises dirige á Aquiles para que deponga la cólera y vuelva á combatir, de los prudentes consejos de Néstor, del engaño de Júpiter por su esposa Juno, de la descripción del escudo que Vulcano fabricó para Aquiles, de la persecución de Aquiles por el río Escamandro, de la muerte de Héctor, de la patética súplica de Príamo postrado á los pies de Aquiles, de las muchas comparaciones tomadas casi siempre de la naturaleza, de las descripciones de batallas, del carácter perfectamente delineado de cada uno de los personajes, y de tantos y tantos primores como podrían citarse de este incomparable poema.
[3] Léase lo que han escrito acerca de la misma los historiadores de la literatura griega (Fabricius, Schoell, Ficker, Mure, Christ, Müller, Bergk, Murray, A. et M. Croiset, etc.) y la monografía: Homère, étude historique et critique, par Victor Terret. París, A. Fontemoing, 1899.
[4] Hasta fines del siglo XVII fué unánime la opinión de que Homero había existido real y efectivamente. Á principios del XVIII, Juan B. Vico, en sus Principi di scienza nuova (Nápoles, 1725), lo consideró como una abstracción, y dijo que el cantor de la Ilíada era la voz de la Grecia, el eco de los tiempos heroicos. Federico Augusto Wolf, creyendo que la Ilíada y la Odisea revelan un arte muy adelantado y que en aquellos remotos tiempos la escritura no era de uso general, intentó probar en sus Prolegomena (publicados en 1795), que ambos poemas nacieron de la unión de varios fragmentos, recogidos y ordenados, en el siglo VI antes de J. C., por Pisístrato; y que Homero habría sido el autor de algunas rapsodias, un aedo cuya fama hizo que se perdiera la memoria de otros poetas contemporáneos suyos. Las ideas de Wolf causaron gran impresión en los eruditos, que desde entonces están discordes y pueden ser clasificados en cuatro grupos: 1.º Los que, aceptando la existencia de Homero, defienden la unidad primitiva de la Ilíada: tales son Nitzsch, Müller y Terret. 2.º Los que, como Dugas-Montbel y Lachmann, creen que dicha obra es el resultado de la unión de varias poesías ó cantos aislados. 3.º Los partidarios de una teoría intermedia, es á saber: que la Ilíada fué desde el principio un poema completo, pero mucho menos extenso que el actual; así opinan Hermann, Bergk, Christ, Grote, Guigniaut, Koechly y M. Croiset. 4.º Mr. Bréal, el cual sostiene que la epopeya homérica fué compuesta por un grupo ó corporación de poetas con el fin de que fuera recitada en los juegos y fiestas que se celebraban en la Lidia. Véase: Histoire de la Littérature grecque, par A. et M. Croiset. París, A. Fontemoing.
[5] Las ciudades más famosas de Grecia (Esmirna, Quíos, Colofón, Pilos, Argos, Atenas, Cumas, Mileto, Micenas y otras) se disputan el honor de haber sido la patria de Homero. Algunos autores han llegado á suponer que el poeta no era griego, sino romano, sirio, egipcio, etc. Lo probable es que fuera jonio y hubiese nacido en Esmirna, ciudad del Asia Menor.
[6] En las colecciones de autores griegos figuran con el nombre de Homero: la Ilíada, la Odisea, los Himnos, los Epigramas