Habitar digno y Nueva Constitución. Valentina Saavedra Meléndez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Valentina Saavedra Meléndez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789560014856
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por un alza de precios del sistema de transporte metropolitano, pero que prontamente se expandió a cuestionar de manera estructural el sistema político, económico y social del país, hasta instalar la urgente necesidad de cambiar la Constitución Política de Chile.

      Así, la desigualdad en múltiples dimensiones, que han evidenciado largamente tanto movimientos sociales como la academia, se instaló con más presencia en el debate público, y temas como la marginación de parte importante de la población, la injusticia y violencia de género, la privación de derechos y la privatización de bienes comunes naturales, entre otros, se han puesto en el centro de la discusión constituyente.

      A raíz de lo anterior es que vemos el proceso constituyente como una oportunidad histórica donde el rol del hábitat, las y los habitantes y la relación social con el territorio se hagan parte, recogiendo las reflexiones, experiencias y propuestas de quienes han estudiado e intervenido activamente en la materia. Es por ello, que nos motivamos a coordinar este hermoso proyecto que aglutina visiones que se han desarrollado en la academia y en las calles, y que se concentran en esta publicación a partir de ensayos, conversaciones e imágenes, abordando las diferentes dimensiones de un hábitat digno en la Nueva Constitución.

      El libro se divide en tres capítulos y comienza con quienes protagonizan esta historia: las y los habitantes, quienes posibilitaron este proceso y que ejercen en la vida cotidiana resistencias y transformaciones de sus espacios domésticos, barrios y territorios. Así invitamos a pensar «Una Constitución desde sus habitantes», donde las y los diferentes autores nos acercan al habitar desde los derechos humanos, la construcción de lo común y la relevancia de lo cotidiano y la movilidad, entre otros. Lo anterior invita a entender las diferentes realidades que existen en las ciudades, las cuales sólo emergen en cuanto exista reconocimiento y participación en la toma de decisiones.

      Este reconocimiento nos permite abordar en el segundo capítulo el potencial transformador de «Una Constitución para un nuevo habitar», que se haga cargo de los cambios de paradigmas a los que nos desafía el siglo XXI y la crisis del modelo neoliberal. Las y los autores de esta sección nos interpelan a pensar un nuevo modelo de desarrollo desde la sostenibilidad ambiental, el feminismo, la inclusividad, la función social del derecho de propiedad y la memoria.

      Finalmente, el tercer capítulo nos invita a pensar críticamente aquello más cercano a nuestra intimidad y realidad cotidiana, y a entender la vivienda como «El derecho a habitar más allá de una casa». En este apartado, las y los autores abordan la idea de hábitat residencial que supera los muros de nuestras casas, un concepto de habitar con contexto, organización, procesos de lucha y autogestión, pero también con espera, discriminación y exclusión. Estos y otros temas sin duda deben ser parte no sólo del debate constitucional, sino también de las políticas públicas que deriven de este.

      Sin duda queda mucho por debatir y construir. Esperamos que este breve recorrido y compilación sea un aporte a la discusión de cómo concebimos el hábitat desde las personas y la naturaleza, y cómo ese habitar se aborda en el debate constitucional, nutridos desde la teoría, pero principalmente con la participación y el reconocimiento de las experiencias de cada habitante, cada realidad y cada barrio.

      © Daniel Espinoza Guzmán

      © Milena Bustos Meneses

Una Constitución desde sus habitantes

       Ciudad y derechos humanos

      La conversación de Mónica y Ana otorga un punto de referencia inicial y marco conceptual y jurídico fundamental para entender, en términos generales, cómo el habitar tiene relación con el proceso constitucional. A través de la revisión de distintas ideas en torno a los derechos humanos, los derechos individuales y colectivos, los llamados derechos sociales y ambientales, el derecho a una vivienda adecuada o ‘digna’, y finalmente, el derecho a la ciudad, esta conversación permite situarse en el debate constituyente desde la noción de los derechos y con especial énfasis en la revisión de la función social y ambiental del suelo y del derecho de propiedad.

      Mónica: Vivimos un momento excepcional y todo indica que, en este proceso constituyente, los derechos humanos son clave para avanzar hacia una mejor calidad de vida de todas y de todos los chilenos. ¿Nos puedes explicar cómo se construyen los derechos humanos?

      Ana: Los derechos humanos se construyen en un lento proceso continuo, de conquistas y derrotas, que ha costado miles y miles de vidas. Representan el cuerpo legal internacional de la humanidad, de la dignidad humana, y son una unidad indivisible de obligaciones de Estado. Los derechos emergen de las transformaciones permanentes de la Sociedad; se exigen en movilizaciones sociales y se precisan en instrumentos legales y normativos para que el Estado garantice su cumplimiento. En otras palabras, surgen desde la sociedad y van evolucionando hacia nuevos derechos desde las prácticas de la convivencia entre las personas, desde cada realidad territorial, política y dinámica. Sin embargo, las leyes son estáticas y debemos revisarlas periódicamente y volver a llevarlas a menudo al tablero, volver a entenderlas y a reglamentarlas, porque las prácticas de convivencia de la sociedad cambian, porque surgen nuevos valores que se traducen en nuevos derechos. En este momento constituyente excepcional que vivimos en Chile, los derechos humanos representan un pilar sobre el cual debemos acordar nuestras bases comunes de convivencia.

      Mónica: ¿En la práctica de la vida qué representan los derechos humanos?

      Ana: Los derechos humanos son esa aspiración o utopía de los seres humanos hacia la dignidad y el buen vivir; son una señal de emancipación. La Carta Universal de los Derechos Humanos (1948), pactada en las Naciones Unidas al salir de los horrores de las guerras mundiales, fue un grito de «Nunca más»; o un intento, porque siguen reproduciéndose atrocidades de guerras, desplazamientos y nuevas formas de esclavitud alrededor del mundo. Estos derechos consagrados son el único marco legal internacional al cual podemos recurrir para reclamar su cumplimiento, luchar en contra de su violación y exigir reparaciones; como, por ejemplo, aquí en Chile, por la represión en contra de las manifestaciones civiles, exijamos la liberación de las y los más de dos mil detenidos desde hace más de un año y sin juicio. Las sociedades y sus Estados, a través de la institucionalidad de Naciones Unidas, siguieron trabajando los términos de los derechos humanos, llegando a suscribir dos grandes tratados en el año 1966: el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Ambos tratados constituyen obligaciones de Estado. Aquí en Chile también. Sin embargo, en la historia de los últimos cuarenta años, enfrascados en la Constitución vigente, hemos estado dominados por principios consagrados por las condiciones de mercado más que por el bien común, viviendo en una lógica que favorece más el objetivo del desarrollo personal que el de la solidaridad entre todas, todos y todes.

      Mónica: ¿Ésta es una explicación de la diferencia entre los derechos individuales y colectivos?

      Ana: La construcción de los derechos humanos siempre es reflejo de diferencias y acuerdos entre miradas más individuales y colectivas de los derechos. Es la capacidad de equilibrar ambos enfoques. La historia de los derechos humanos pertenece a la tradición liberal del mundo occidental, anclada en el desarrollo del capital, de la burguesía y de valores individuales. Pero, desde finales del siglo XX, se multiplican fórmulas y precisiones de derechos colectivos, que surgen desde las variadas luchas sociales de resistencia en contra de la era neoliberal y de las nuevas formas de colonización, de las tradiciones patriarcales agresivas, de los efectos depredadores del modelo de desarrollo y en favor del bien común, del buen vivir y el resguardo de la naturaleza y su biodiversidad. En este momento constituyente, el mayor desafío para el debate en Chile es precisamente esto: motivar espacios de discusión, en los cuales confrontemos