PROLOGO DEL EDITOR NORTEAMERICANO*
Limited Inc. reúne, por primera vez en un solo volumen, los dos ensayos que constituyen la explicación más sostenida de Jacques Derrida con la teoría anglo-americana de los Speech acts. En un postfacio inédito, “Hacia una ética de la discusión”, Derrida responde a las preguntas (que le han sido enviadas por escrito), acerca de los dos ensayos y de las críticas que éstos han recibido así como de otros aspectos controversiales de su obra.
La historia de la publicación del ensayo de apertura, “Firma acontecimiento contexto”, es algo complicada. En su primera versión, este ensayo había sido escrito para una conferencia sobre el tema “Comunicación” organizado por el Congrès international des sociétés de philosophie de langue française (Montreal, agosto de 1971) y publicado en francés en las Actas del congreso. Luego, el ensayo fue recogido en el libro de Derrida Marges – de la philosophie, publicado por Ediciones Minuit en 1972. La primera traducción al inglés, por Samuel Weber y Jeffrey Mehlman, apareció en el primer volumen de la revista Glyph en 1977. Posteriormente ha aparecido en la traducción de Alan Bass in Margins of Philosophy (University of Chicago Press, 1982).
En su segundo volumen (1977), Glyph publicó una respuesta al ensayo de Derrida por John R. Searle, titulada “Reiterating the Differences: A Reply to Derrida”. Fue esta “Respuesta” la que atrajo la contestación de Derrida, el ensayo “Limited Inc abc…” traducido al inglés por Samuel Weber. Cuando el profesor Searl rehusó que su ensayo fuese incluido en este libro, hemos decidido insertar, en una nota editorial, un breve resumen de sus principales tesis entre los dos ensayos de Derrida. Con este resumen, así como con las completas citas de Derrida de la “Respuesta” de Searle, los lectores podrán reconstituir la disputa entre Derrida y Searle. Sin embargo, les aconsejamos a los lectores consultar el texto íntegro del ensayo de Searle en Glyph 2.
Ya que la “Respuesta” de Searle y la contestación de Derrida en “Limited Inc” hacen extensas referencias a pasajes de la traducción de Weber-Mehlman de “Firma acontecimiento contexto”, hemos preferido utilizar aquí esta traducción.
En nombre de la Northwestern University Press, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Samuel Weber por sugerir inicialmente este proyecto, ayudando a lo largo en innumerables maneras, y traduciendo el Postfacio bajo una considerable presión de tiempo. Y por supuesto agradecemos a Jacques Derrida por darnos el honor de dejar a nuestra disposición sus textos en forma de libro, y por mejorarlos con sus más recientes pensamientos.
Gerald Graff.
* Se ha contrastado con el texto en inglés “Editor’s Foreword” en Derrida, J. Limited Inc. Evanston: Northwestern University Press, 1988, pp. vii-viii. [N. del T.].
FIRMA ACONTECIMIENTO CONTEXTO
Por razones de simplicidad nos
limitamos a las expresiones orales.
AUSTIN, How to do thing with words.*
¿Está asegurado que a la palabra comunicación corresponde un concepto único, unívoco, rigurosamente manejable y transmisible: comunicable? Según una extraña figura del discurso, primero hay que preguntarse si la palabra o el significante “comunicación” comunica un contenido determinado, un sentido identificable, un valor descriptible. Pero para articular y proponer esta cuestión, ha sido necesario que anticipe el sentido de la palabra comunicación: he tenido que predeterminar la comunicación como el vehículo, el transporte o el lugar de paso de un sentido y de un sentido uno. Si comunicación tuviera muchos sentidos y si tal pluralidad no se dejara reducir, de manera inmediata no estaría justificado definir la comunicación como transmisión de un sentido, aun suponiendo que estemos en el estado de comprender cada una de estas palabras (transmisión, sentido, etc.). Ahora bien, la palabra comunicación, que nada nos autoriza inicialmente a descuidar como palabra y a empobrecer como palabra polisémica, abre un campo semántico que precisamente no se limita a la semántica, ni a la semiótica, aún menos a la lingüística. Pertenece al campo semántico de la palabra comunicación, palabra que también designa movimientos no semánticos. Aquí, un recurso al menos provisorio al lenguaje ordinario, y a los equívocos de la lengua natural, nos enseña que se puede, por ejemplo, comunicar un movimiento o que un sacudimiento, un choque, un desplazamiento de fuerza puede ser comunicado – entendámonos, propagado, transmitido. Se dice también que lugares diferentes o remotos pueden comunicarse entre ellos por tal pasaje o tal abertura. Lo que pasa [se passe] entonces, lo que es transmitido, comunicado, no son fenómenos de sentido o de significación. No se trata en estos casos de un contenido semántico o conceptual, ni de una operación semiótica, menos aún de un intercambio lingüístico.
No decimos, sin embargo, que este sentido no semiótico de la palabra comunicación, tal como está puesta en obra en el lenguaje ordinario, en una o varias lenguas llamadas naturales, constituye el sentido propio o primitivo y que, en consecuencia, el sentido semántico, semiótico o lingüístico corresponde a una derivación, una extensión o una reducción, a un desplazamiento metafórico. No estamos diciendo, como se podría estar tentado de hacer, que la comunicación semio-lingüística se titule more methaphorico “comunicación”, porque, por analogía con la comunicación “psíquica” o “real”, dé el paso, transporte, transmita algo, dé acceso a alguna cosa. No lo decimos:
1) Porque el valor de sentido propio parece más problemático que nunca.
2) Porque el valor de desplazamiento, de transporte, etc., es constitutivo precisamente del concepto de metáfora, por el cual se pretendería comprender el desplazamiento semántico que tiene lugar desde la comunicación como fenómeno no semio-lingüístico hasta la comunicación como fenómeno semio-lingüístico.
(Señalo aquí, entre paréntesis, que, en esta comunicación, se va a tratar, se trata ya, del problema de la polisemia y de la comunicación, de la diseminación –que yo opondría a la polisemia– y de la comunicación. En un momento, un cierto concepto de escritura no podrá dejar [manquer] de intervenir para transformarse, y quizás para transformar la problemática.)
Parece evidente que el campo de equivocidad de la palabra “comunicación” se deja reducir abrumadoramente por los límites de lo que se denomina un contexto (y anuncio, aún entre paréntesis, que se tratará, aquí, en esta comunicación, del problema del contexto y de la cuestión de saber qué hay de la escritura en cuanto al contexto en general). Por ejemplo, en un coloquio de filosofía de lengua francesa, un contexto convencional, producido por una especie de consensus implícito pero estructuralmente vago, parece prescribir que se propongan “comunicaciones” sobre la comunicación, comunicaciones de forma discursiva, comunicaciones coloquiales, orales, destinadas a ser oídas y a comprometer o a proseguir diálogos en el horizonte de una inteligibilidad y de una verdad del sentido, de tal suerte que un acuerdo general pueda, de derecho, finalmente establecerse. Estas comunicaciones deberían mantenerse en el elemento de una lengua “natural” determinada, lo que se llama el francés, que ordena ciertos usos muy particulares de la palabra comunicación. Sobre todo, el objeto de estas comunicaciones debería, por prioridad o por privilegio, organizarse alrededor de la comunicación como discurso o en todo caso como significación. Sin agotar todas las implicaciones y toda la estructura de un “acontecimiento” como este, que ameritaría un muy largo análisis preliminar, el requisito que acabo de recordar me parece evidente; y, si se pone en duda, bastaría con consultar nuestro programa para estar seguros.
Pero, ¿son los requisitos de un contexto en algún momento absolutamente determinables? Tal es en el fondo la cuestión más general que me gustaría intentar elaborar. ¿Hay un concepto riguroso y científico de contexto? ¿La noción de contexto no resguarda, detrás de una cierta confusión, pre-suposiciones filosóficas muy determinadas? Para decirlo ahora