La llevaron al campamento y, cuando estaban celebrando el rescate, llegó un gran sapo y quiso comerse a todos los acampantes. La chinche temblorosa empezó a apestar y gracias a su olor pudo salvar a todos los insectos del campamento.
¿Qué tipo de olor tienes tú? ¿Un olor agradable que atrae a otras personas? ¿O un olor que las hace huir de ti? No estoy hablando de un olor físico, sino del comportamiento que tienes con las personas que están junto a ti, como mami, papi, hermanitos, amigos, maestras, etc. Si los tratas bien, ¡te felicito! Tienes un olor agradable y eso le gusta a Jesús; pero si pasas el tiempo tratándolos mal, te invito a que les pidas perdón y le pidas a Jesús que te ayude a tratarlos bien.
Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a ser un niño agradable con todos y que pueda agradarte más a ti. Amén”.
Una armadura de sales minerales
Tu Biblia dice: “[…] Revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura”. Romanos 13:12.
¿Te gustaría tener una armadura integrada en tu cuerpo? Sería fantástico poder defenderse con algún escudo, una armadura o un casco integrado en nuestro cuerpo. Jesús les dio a algunos animales armas para que se puedan defender. A nosotros nos dio unas armas espirituales para defendernos de los ataques del enemigo.
En estos días oirás hablar de armas que utilizan algunos animales para sobrevivir, y las compararemos con las armas que Jesús nos dio. Hoy te hablaré de un animal que tiene una armadura natural. La utiliza como arma de defensa para proteger su delicado cuerpo. Vamos a hablar del caparazón de la tortuga.
El caparazón está compuesto por placas duras que están pegadas a su columna vertebral y que confor- man su armadura. Lo increíble del caparazón es que está formado por sales minerales que le protegen la espalda y el abdomen. Cuando la tortuga se siente en peligro, guarda la cabeza y las patas bajo esta maravillosa armadura hecha a prueba de golpes.
Las armas que Jesús nos dio nos ayudan a defendernos de los golpes y de los peligros de este mundo. Te dirán cómo puedes ser un vencedor en esta batalla espiritual. Te invito a que las descubras cada día. ¡No te las puedes perder!
Oremos: “Querido Jesús, deseo vestirme de la armadura que tú nos has dado, para ser victorioso en tu nombre. Amén”.
Una cintura estrecha
Tu Biblia dice: “Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad”. Efesios 6:14 (RVR1995).
–Tienes “cintura de avispa” –le dijo la tía a Alejandra.
–¿Por qué de avispa? –preguntó Ale.
–Porque las avispas tienen una cintura muy pequeña –respondió la tía.
–¿Para qué les sirve, tía? –dijo Ale.
–La cintura le da a la avispa una gran flexibilidad en el abdomen, para que pueda doblarse y defenderse cuando se siente amenazada –afirmó la tía–. Es en su cintura donde se unen las partes más importantes, que son su tórax y el abdomen. La Biblia dice que debemos llevar con nosotros la verdad como si fuera un cinturón. Te contaré la historia de unos esposos que olvidaron ponérselo. Ananías y Safira prometieron darle a Dios el dinero de una propiedad; pero, cuando la vendieron, su corazón se volvió codicioso y decidieron darle únicamente una pequeña parte. Al llevar el dinero y entregarlo, cayeron muertos por haber mentido al Espíritu Santo. Como puedes darte cuenta, estos esposos quisieron engañar a Dios. ¡No amarraron la verdad a su cintura!
Solo podemos llegar a conocer la verdad a través del estudio de la Biblia. Al hacerlo, estaremos fuertes y firmes para defenderla. Nos ayuda a ser honestos con los demás y con nosotros mismos.
Oremos: “Querido Jesús, deseo estudiar la Biblia todos los días, para darme cuenta de la verdad, porque solo ella me enseñará a seguirte. Amén”.
Se lo quita y se lo pone
Tu Biblia dice: “[…] Protegidos por la rectitud”. Efesios 6:14.
Otra parte de la armadura que se colocaban los soldados hace mucho tiempo, para salir a la batalla, era la coraza que les ayudaba a proteger los hombros, los pulmones y el corazón.
Hay un animalito que usa una coraza para protegerse de sus depredadores, ya que su abdomen es blando y eso lo hace ser una presa fácil. A este crustáceo lo podemos ver cargando a cuestas una concha, que le sirve de refugio y de protección cuando se siente amenazado. ¿Sabes de qué animalito se trata? Estoy hablando del cangrejo ermitaño. Cada vez que se siente en peligro, se mete rápidamente en su concha y trata de defenderse con su primer par de patas, las cuales también usa para comer. Utiliza el segundo y el tercero para caminar; y los pares cuarto y quinto, para esconderse en la concha.
El cangrejo ermitaño puede quitarse la concha cuando ya no cabe en ella. Busca otra de mayor tamaño para estar cómodo. ¡Increíble! Puede quitarse la concha y ponerse una nueva.
Recuerda que Jesús también te dio una coraza que protege tu corazón contra las cosas malas que el enemigo quiere que recibas.
Cuando estudias la Biblia, tu coraza permanece; puedes refugiarte en ella con toda seguridad y además te hace fuerte. ¡Póntela, y serás un vencedor!
Oremos: “Gracias, Jesús, por la coraza que me das. Ayúdame a mantenerme fuerte y seguro en ti. Amén”.
Camina rapidísimo
Tu Biblia dice: “Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz”. Efesios 6:15.
En la escuela había un terrario, en el cual sembraban plantas. Los niños observaban cómo iban creciendo y las cuidaban con esmero. Un día, Paquito vio un animalito que no había visto antes.
Así que fue corriendo con la señorita Anita para avisarle. La maestra fue a ver y todo el grupo la siguió.
–¡Miren, niños! Este animalito es un ciempiés –explicó, mientras lo sacaba del terrario–. Es inofensivo. Le gusta vivir en lugares húmedos donde hay hojitas y otra clase de insectos. Aunque su nombre es “ciempiés”, no tiene esa cantidad de patas; así le llamaron por tener muchas. Cuando se siente en problemas, huye rápidamente. Se dice que puede avanzar 40 cm por segundo.
En ese momento, la maestra colocó al animalito en el suelo del terrario y este se escondió con rapidez.
–¿Vieron cómo avanzó? –preguntó la señorita Anita–. ¡Esto es un gran ejemplo de rapidez! Así de rápidos debemos ser nosotros para hablarles a otros niños de Jesús. Debemos dejar de lado nuestra pena o flojera, y decirles a todas las personas que Jesús las ama y que vendrá muy pronto para llevarnos con él. ¿Quieren ser como el ciempiés, que camina rápido, para llevar a otros el mensaje de Jesús?
–¡Sí! –dijeron los niños.
Oremos: “Querido Jesús, ayúdanos a estar listos para hablarle a otras personas de la salvación. Amén”.