La cuestión del estado en el pensamiento social crítico latinoamericano. Juan Camilo Arias. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Camilo Arias
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789585495654
Скачать книгу
desigual y combinado e industrialización dependiente

      La articulación de una forma de Estado define, junto con la separación Estado-acumulación en la que se inscribe, un adentro y un afuera y, por lo tanto, una diferenciación y un modo de relación entre mercado nacional y mercado mundial. Pero dicha operación se desenvuelve en los marcos de procesos de reestructuración capitalista que redefinen la relación entre economía y política a escala global. Es decir, que reconfiguran —fracturando/unificando— el espacio de acumulación a escala mundial y el sistema internacional de Estados (Holloway, 1993; Harvey, 2006; Astarita, 2004).

      El punto de partida para el análisis de las complejidades y especificidades de la relación Estado-acumulación en Argentina entre 1955 y 1975 debe ser la reorganización mundial del capitalismo poscrisis de la década del treinta y en particular durante la segunda posguerra.

      La crisis del treinta dio lugar a una fractura del mercado mundial en torno a las diferentes esferas de influencia de las potencias imperialistas y a una fuerte reducción del comercio internacional (Hobsbawm, 2006). Las políticas de industrialización vía sustitución de importaciones en América Latina durante esa década fueron la respuesta a la crisis de su inserción exportadora previa y parte de un proceso mundial de recentramiento de los procesos de acumulación sobre sus mercados nacionales, contrapartida de la crisis del mercado mundial.

      La segunda posguerra, por su parte, fue escenario de una reconstrucción del espacio mundial de acumulación como espacio de flujos de inversiones, de capital financiero y de intercambio comercial. Sin embargo, dicha reconstrucción se desarrolló sobre la base de configuraciones de los circuitos de producción y realización de mercancías predominantemente nacional centradas. Al mismo tiempo, los grados mínimos de homogeneidad requeridos por los flujos mundiales de dinero y mercancías se consiguieron a través de cierto nivel de coordinación de las políticas estatales (tipos de cambio, aranceles, etc.) que dieron un lugar crecientemente relevante a organismos multiestatales (FMI, GATT, Banco Mundial, etcétera). Estas políticas estatales se caracterizaron por un mayor grado de intervención/regulación sobre los procesos de acumulación. De este modo, el espacio mundial —paradójicamente— se reconstruyó sobre una relativa autonomía de los espacios nacionales de valor y de un mayor margen de acción de los Estados nacionales para definir condiciones de acumulación y para captar y redistribuir cuotas de excedente (Astarita, 2004). Dicha reconstrucción del espacio mundial fue el resultado de una respuesta capitalista global al ciclo de revoluciones iniciado por la Revolución rusa (Negri, 2014).

      La cuestión de la hegemonía, es decir, de la interiorización del antagonismo obrero en una lógica reformista de concesiones, debe comprenderse como parte de esa respuesta. La relativa autonomización de los Estados y de las dinámicas de acumulación nacionales era condición para la construcción de hegemonía. En particular, como condición de posibilidad de la adecuación de los modos de diferenciación/relación entre Estado y acumulación a las variaciones nacionales de las relaciones de fuerzas. Sin embargo, la lógica hegemónica de la dominación presionaba por la obtención de aumentos de productividad que volvieran compatibles los incrementos simultáneos del empleo y el salario real con, al menos, el sostenimiento de las ganancias. Y esa presión se trasladaba a la periferia a través de las brechas de productividad con el mercado mundial y su impacto en los tipos de cambio. Del mismo modo, la separación relativa de los espacios nacionales de valor y el mayor margen de maniobra de los Estados nacionales permitieron que capitales de bajo grado de concentración y productividad relativas a escala mundial pudieran reproducirse. Pero ese mismo contexto impulsó, sobre todo desde fines de los años cincuenta, la expansión de la inversión extranjera directa —IED— y la emergencia de capitales multinacionales (Hobsbawm, 2006; Palloix, 1973; Mandel, 1979). Varios países de América Latina fueron importantes receptores de IED y las empresas multinacionales se insertaron en los esquemas de industrialización por sustitución de importaciones, orientando el grueso de su producción hacia los mercados internos, aunque gradualmente esto empezaría a modificarse desde los años sesenta. De esta manera, sobre la base de los modos específicos de la mundialización del capital, en la posguerra tendieron a producirse procesos de desarrollo desigual y combinado.

      Heterogeneidad estructural y ciclos stop and go

      Es un tópico de la literatura sobre Argentina en el período el hecho de que la industrialización mediante sustitución de importaciones tendió a producir una estructura dual a cuya especificidad correspondió una dinámica particular.2

      Diamand (1972) introdujo el concepto de “estructura productiva desequilibrada” —EPD—. Una EPD está compuesta por dos sectores: un sector primario orientado a la exportación que trabaja con productividades cercanas a las internacionales, y un sector industrial orientado al mercado interno y dependiente de la importación de bienes de capital que trabaja con productividades considerablemente inferiores (Diamand, 1972). Al mismo tiempo, Braun y Joy (1981) desarrollaban su clásico modelo basado en dos sectores: primario exportador e industrial importador orientado al mercado interno. Ambos modelos fueron la base de la explicación de la dinámica de stop and go propia de la economía argentina desde los años cuarenta. Durante la fase de crecimiento, el aumento de la demanda importadora de insumos intermedios y bienes de capital del sector industrial se conjugaba con la reducción de saldos exportables debida al crecimiento de los salarios, ya que los bienes exportables eran bienes de consumo obrero. En un contexto de tendencia a pobres aumentos o cuasi estancamiento de la producción agropecuaria, la dinámica de crecimiento generaba déficit comercial y finalmente una crisis de balanza de pagos. Llegado este punto se sucedían la devaluación de la moneda, la recesión con fuerte retracción industrial, la reducción consiguiente de las importaciones, la caída del salario real y el aumento del desempleo que, junto con una recuperación de las exportaciones, recomponían las condiciones para un nuevo período de crecimiento.

      Sin embargo, a fines de los años sesenta, en el preciso momento en el que se modelaban las condiciones del ciclo stop and go, ocurrían cambios que alteraban el ciclo tradicional. En la etapa 1964-1975, los ciclos se moderaron y la dinámica se complejizó. El fuerte ingreso de IED y el aumento del recurso al endeudamiento externo mejoraron la cuenta capital, mientras que una incipiente reorientación exportadora del gran capital industrial y, fundamentalmente, la mejora en los términos de intercambio, aliviaron la balanza comercial. A ello se sumó la contención salarial que redujo la presión sobre ganancias y saldos exportables (Basualdo, 2006). La moderación del ciclo dio lugar a un crecimiento continuo con desaceleraciones de ritmo pero que, en lugar de a las recesiones cortas, condujo a una gran crisis en 1975. Tanto la moderación del ciclo como el estallido de la crisis de tal año responden parcialmente a condiciones mundiales generadas por el agotamiento y la crisis del capitalismo central de posguerra. Por lo tanto, la crisis de 1975 no fue una más del ciclo stop and go, sino que fue el capítulo local de un proceso de crisis y reestructuración a escala mundial que redefiniría las relaciones Estado-acumulación y mercado nacional - mercado mundial.

       Fractura estructural y bloqueo hegemónico

      Los modelos de ciclo stop and go fueron el punto de partida de dos de los principales análisis de la dinámica económico-política de la Argentina en aquel período: los trabajos de Portantiero (1973 y 1977) y O’Donnell (1977). Ambos estudios señalaron el particular ciclo económico-político que originó la introducción y el creciente predominio del “capital extranjero” en la industria, en el contexto de la “estructura dual” que caracterizó la sustitución de importaciones en Argentina. Portantiero (1973) señaló la incapacidad del capital extranjero industrial y del capital nacional a él asociado para traducir su predominio económico en hegemonía política. Planteó la existencia de un “empate hegemónico” fundado en la capacidad de veto político de las fracciones económicamente subordinadas del capital nacional aliadas a la clase obrera. O’Donnell (1977), por su parte, articuló de manera mucho más estrecha la dinámica de stop and go de la “estructura productiva desequilibrada” argentina del período con el ciclo político: el vaivén del ciclo económico era la base del comportamiento “pendular” de la gran burguesía urbana, dominada por el capital extranjero, entre la “alianza defensiva” —burguesía