Colección integral de Miguel de Cervantes. Miguel de Cervantes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Miguel de Cervantes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 4064066443474
Скачать книгу
y Juana Panza, su mujer, en tanto que el ama y sobrina de don Quijote le recibieron, y le desnudaron, y le tendieron en su antiguo lecho. Mirábalas él con ojos atravesados, y no acababa de entender en qué parte estaba. El cura encargó a la sobrina tuviese gran cuenta con regalar a su tío, y que estuviesen alerta de que otra vez no se les escapase, contando lo que había sido menester para traelle a su casa. Aquí alzaron las dos de nuevo los gritos al cielo; allí se renovaron las maldiciones de los libros de caballerías, allí pidieron al cielo que confundiese en el centro del abismo a los autores de tantas mentiras y disparates. Finalmente, ellas quedaron confusas y temerosas de que se habían de ver sin su amo y tío en el mesmo punto que tuviese alguna mejoría; y sí fue como ellas se lo imaginaron.

      Pero el autor desta historia, puesto que con curiosidad y diligencia ha buscado los hechos que don Quijote hizo en su tercera salida, no ha podido hallar noticia de ellas, a lo menos por escrituras auténticas; sólo la fama ha guardado, en las memorias de la Mancha, que don Quijote, la tercera vez que salió de su casa, fue a Zaragoza, donde se halló en unas famosas justas que en aquella ciudad hicieron, y allí le pasaron cosas dignas de su valor y buen entendimiento. Ni de su fin y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna, ni la alcanzara ni supiera si la buena suerte no le deparara un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo, que, según él dijo, se había hallado en los cimientos derribados de una antigua ermita que se renovaba; en la cual caja se habían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versos castellanos, que contenían muchas de sus hazañas y daban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante, de la fidelidad de Sancho Panza y de la sepultura del mesmo don Quijote, con diferentes epitafios y elogios de su vida y costumbres.

      Y los que se pudieron leer y sacar en limpio fueron los que aquí pone el fidedigno autor desta nueva y jamás vista historia. El cual autor no pide a los que la leyeren, en premio del inmenso trabajo que le costó inquerir y buscar todos los archivos manchegos, por sacarla a luz, sino que le den el mesmo crédito que suelen dar los discretos a los libros de caballerías, que tan validos andan en el mundo; que con esto se tendrá por bien pagado y satisfecho, y se animará a sacar y buscar otras, si no tan verdaderas, a lo menos de tanta invención y pasatiempo.

      Las palabras primeras que estaban escritas en el pergamino que se halló en la caja de plomo eran éstas:

       LOS ACADÉMICOS DE LA ARGAMASILLA, LUGAR DE LA MANCHA, EN VIDA Y MUERTE DEL VALEROSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA, HOC SCRIPSERUNT:

      EL MONICONGO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA, A LA SEPULTURA DE DON QUIJOTE

      Epitafio

       El calvatrueno que adornó a la Mancha

      de más despojos que Jasón decreta;

      el juicio que tuvo la veleta

      aguda donde fuera mejor ancha,

      el brazo que su fuerza tanto ensancha,

      que llegó del Catay hasta Gaeta,

      la musa más horrenda y más discreta

      que grabó versos en la broncínea plancha,

      el que a cola dejó los Amadises,

      y en muy poquito a Galaores tuvo,

      estribando en su amor y bizarría,

      el que hizo callar los Belianises,

      aquel que en Rocinante errando anduvo,

       yace debajo desta losa fría.

      DEL PANIAGUADO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA,

      In laudem Dulcineae del Toboso

      Soneto

      Esta que veis de rostro amondongado,

      alta de pechos y ademán brioso,

      es Dulcinea, reina del Toboso,

      de quien fue el gran Quijote aficionado.

      Pisó por ella el uno y otro lado

       de la gran Sierra Negra , y el famoso

      campo de Montiel, hasta el herboso

      llano de Aranjuez, a pie y cansado

      Culpa de Rocinante, ¡oh dura estrella!,

      que esta manchega dama, y este invicto

      andante caballero, en tiernos años,

      ella dejó, muriendo, de ser bella;

      y él, aunque queda en mármores escrito,

      no pudo huir de amor, iras y engaños.

      DEL CAPRICHOSO, DISCRETÍSIMO ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA, EN LOOR DE ROCINANTE, CABALLO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto

      En el soberbio trono diamantino

      que con sangrientas plantas huella Marte,

      frenético, el Manchego su estandarte

      tremola con esfuerzo peregrino.

      Cuelga las armas y el acero fino

      con que destroza, asuela, raja y parte:

      ¡nuevas proezas!, pero inventa el arte

      un nuevo estilo al nuevo paladino.

      Y si de su Amadís se precia Gaula,

      por cuyos bravos descendientes Grecia

      triunfó mil veces y su fama ensancha,

      hoy a Quijote le corona el aula

      do Belona preside, y dél se precia,

      más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.

      Nunca sus glorias el olvido mancha,

      pues hasta Rocinante, en ser gallardo,

      excede a Brilladoro y a Bayardo.

      DEL BURLADOR, ACADÉMICO ARGAMASILLESCO, A SANCHO PANZA

      Soneto

      Sancho Panza es aquéste, en cuerpo chico,

      pero grande en valor, ¡milagro estraño!

      Escudero el más simple y sin engaño

      que tuvo el mundo, os juro y certifico.

      De ser conde no estuvo en un tantico,

      si no se conjuraran en su daño

      insolencias y agravios del tacaño

      siglo, que aun no perdonan a un borrico.

      Sobre él anduvo —con perdón se miente—

      este manso escudero, tras el manso

      caballo Rocinante y tras su dueño.

      ¡Oh vanas esperanzas de la gente;

      cómo pasáis con prometer descanso,

       y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

      DEL CACHIDIABLO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA, EN LA SEPULTURA DE DON QUIJOTE

      Epitafio

      Aquí yace el caballero,

      bien molido y mal andante,

      a quien llevó Rocinante

      por uno y otro sendero.

      Sancho Panza el majadero

      yace también junto a él,

      escudero el más