Unos meses después se habrá dado un paso importante, al presentar en el Palacio de Bellas Artes varios conciertos con la orquesta del reconocido músico cubano Arturo “Chico” O’Farrill, quien había escrito en Estados Unidos música para Benny Goodman y Stan Kenton, entre otros. Con su orquesta de jazzistas mexicanos, formada durante su estancia en la capital de 1957 a 1965, estrena varias obras importantes como la Suite Azteca y su Sinfonía en Jazz.
Por su parte, el baterista Tino Contreras incursiona en Festivales en los Estados Unidos, como el de Evansville en Indiana, donde actúa con su cuarteto y alterna con gigantes de la talla de Duke Ellington, Dave Brubeck, Julian “Cannonball” Aderley, Dinah Washington y Mel Torme entre otros. En 1961 no sólo capta la atención del público, sino también de la crítica especializada como la de Gene Lees y Ena Nauton.
Pero no todo fue felicidad. Al crearse la nueva Unión de Músicos (que en México es un Sindicato), se inició una época de intolerancia hacia lo extranjero. Muchos músicos importantes de Jazz, que radicaban aquí, regresaron a sus países de origen, y se redujeron las posibilidades de crecimiento del Jazz nacional.
El apoyo de la industria del disco a la música de Rock hizo que la mayoría de los lugares de Jazz cerraran sus puertas, o se convirtieran en sitios de Rock. Quizás lo único positivo fue que muchos músicos jóvenes, por medio de esa música, se acercaran al Jazz. Bastaría mencionar a Abraham Laboriel.
A pesar de la disminución de lugares para el Jazz, en la segunda parte de esta década se incrementaron las actividades internacionales en las principales ciudades del país. Algunos de los más conocidos artistas que nos visitaron fueron Art Blakey, Chico Hamilton, Thelonious Monk, Herbie Hancock, Stan Getz y Dizzy Gillespie. Del Brasil, con la nueva música que estaba naciendo, vinieron Antonio Carlos Jobim, Carlos Lira y Hermeto Pascoal. Lo más importante de todo es que había interacción con los jazzistas mexicanos, ya fuera en los propios teatros o en los clubes. Dentro de esas presentaciones destacaría la de la orquesta de Edward K. “Duke” Ellington en Septiembre de 1968, año difícil para el mundo y para México, que al tiempo que celebraba los Juegos Olímpicos, daba curso a la represión estudiantil. En esas presentaciones estrenó Duke la Mexican Suite una obra que, por desgracia, jamás volvió a interpretarse.
1970-1980
La electrónica estaba en su apogeo en el Jazz, y México no fue la excepción. Al haberse presentado el grupo “Passport” del alemán Klaus Doldinger, se provocó una nueva apertura.
Con menos lugares para actuar, pero con mejor preparación musical, los jazzistas van incorporando elementos del rock con la música mexicana, y encontrando un nuevo idioma en composiciones originales. Por supuesto lo acústico no dejó de existir, al igual que la interpretación de temas estándar. Surge a mediados de esa década una primera marca disquera con intenciones de producir Jazz: la N.C.L., que sólo llegó a hacer unos cuatro discos con grupos locales, y algunos más con grupos cubanos.
En ese tiempo existen grupos importantes, que a diferencia de otras épocas llevan nombres específicos. Entre ellos destacan “Blue Note”, “Morgana”, “Méndez Trío”, “Polifonías”, “Cuarteto Mexicano de Jazz” y “Sacbé”. La mayoría, por fortuna, deja grabaciones que ahora se vuelven a editar. Es común que en algunos de los principales hoteles capitalinos haya grupos de Jazz, y a finales de la década se abre un nuevo club que originalmente se llamó “Musicafé 2” y posteriormente “New Orleans”.
Surgen algunos de los músicos más importantes del movimiento del Jazz en México, con gran calidad y mayor preparación académica, que en muchas ocasiones hemos representado —me incluyo entre ellos—, a nuestro país en el extranjero. Intentaré mencionar a los más destacados, pero obviamente no son todos:
Abraham Laboriel, que ha realizado una sorprendente carrera en los Estados Unidos. Originalmente en México interpretaba la guitarra y el bajo eléctricos. Uno de sus primeros grupos importantes se llamó “Los Profetas”, que fusionaba elementos de rock con Jazz y música étnica, siendo pioneros en ese resultado.
Eugenio Toussaint es uno de los más destacados compositores y pianistas hasta la fecha. Con su grupo “Sacbé”, formado por sus hermanos Enrique (bajo) y Fernando (batería), logró éxitos notables incluidos en el “Billboard Californiano” de los 80. En varias de las ediciones de los “Real Book” aparecen composiciones de Eugenio. También ha realizado discos compactos en las marcas Trend y Discovery, con buena distribución. En la actualidad el grupo ha invitado al multialientista Paul McCandless para integrarse a Sacbé.
Cristóbal López, ahora llamado Cris Lobo, es sin duda el mejor guitarrista de la escena mexicana. Posee una calidad comparable a la de los mejores del mundo y ha tenido oportunidad de presentarse en los Estados Unidos y Europa con muy buena crítica. Sus actuaciones han sido, usualmente, al lado del fino pianista Enrique Neri. Hace poco fueron invitados por Abraham Laboriel en Los Ángeles. Cris ha grabado varios discos interesantes en los cuales muestra su gran capacidad de compositor.
Miguel Salas (1951-1997) fue un versátil pianista que, apasionado del Jazz, dedicó mucho tiempo a lograr un sonido y un estilo entre el crossover y la música latinoamericana, con matices muy claros de lo mexicano. Dejó poco producido en discos, aunque actualmente se están recopilando algunas grabaciones inéditas.
Alejandro Campos es uno de los mejores saxofonistas en México. Ha pertenecido a la mayoría de los grupos y proyectos desde los años 70, tales como “Blue Note”, “Sacbé”, “Astillero”, “Jade Visions”, “Viva Fidel”, etc. Su gran capacidad le ha permitido ser parte de las mejores Big Bands de los últimos veinte años. Aunque aún no tiene un disco con una propuesta propia, se le puede escuchar en infinidad de grabaciones.
Roberto Aymes, aunque sea yo quien escribe, siento que debo de incluirme, ya que desde 1974 me he dedicado profesionalmente a esta música. Ya son más de 31 años de difundir en la radio, televisión y medios impresos, el Jazz a nivel nacional e internacional. He formado más de 10 agrupaciones muy apreciadas en el medio, y he tenido la oportunidad de representar a México en festivales y recitales en los Estados Unidos y Canadá, en donde recientemente (1997) realicé una residencia artística de varios meses, dando cursos y grabando con personalidades como Kenny Wheeler. Desde 1979 viajé constantemente a Europa; primero a Yugoslavia donde participé como maestro, y después al resto del continente hasta 1986. Son muchas las colaboraciones musicales en las que he intervenido, pero se destaca la realizada con el legendario trompetista Chet Baker en París en 1979.
He producido, dirigido a grupos y orquestas de Jazz importantes como la del “Festival Latino de New York”, comisionando obras a la manera clásica. Se ha reconocido mi labor como maestro de varias generaciones; he obtenido Maestrías y Doctorados en importantes universidades y conservatorios alrededor del mundo. En 1996 inicié la marca disquera “Jazzcat Records” con la que he realizado hasta el momento 25 producciones.
Otros de los destacados músicos de esta década son Francisco Téllez, que fundó en los años 80 la primera Facultad de Jazz en el país; Nando Estevané, intérprete del vibráfono y flauta que dejó el Jazz en los años 80; Memo Méndez Guiú que fue uno de los primeros mexicanos egresados de escuelas en los Estados Unidos, quien actualmente está dedicado más a la producción comercial que al Jazz-piano.
Dentro de las presentaciones internacionales de esta década, que afortunadamente fueron varias, podemos destacar al Bill Evans Trío, Dave Brubeck, Thelonious Monk, Carmen McRae, Sarah Vaughan, Stan Getz, Dizzy Gillespie, Modern Jazz Quartet, The L.A. Four, y muchos más. En beneficio del Jazz en México estas presentaciones eran compartidas con nuestros artistas.
He querido dejar hasta este momento a uno de los pianistas más completos de nuestro Jazz, Alejandro Corona, quien impresionó al mismo Bill Evans en una de sus estancias en México. Casi toda su carrera la ha desarrollado fuera del país, especialmente en Alemania, donde goza de una merecida reputación en el medio.
Durante el final de la década, y a sugerencia del gran músico