1950-1960
Sin duda este período es el medular de la creación jazzística nacional. En él se dieron los ingredientes necesarios para un buen desarrollo: lugares de Jazz en vivo; festivales nacionales e internacionales; público entusiasta y cada día más conocedor y comprometido. Pero sobre todo músicos interesados en el Jazz. El único punto que no se concretaba hasta ese momento era la producción discográfica nacional. Problema que restaría repercusiones al movimiento.
Desde 1950 comenzaron a surgir nuevos lugares o clubs de Jazz como el “Astoria”, donde se dan a conocer el pianista Pablito Jaimes, el baterista Leo Acosta y el saxofonista y flautista Primitivo Ornelas. En 1952 ya había cuatro lugares más. Es cuando se inicia una época nueva en el “Íntimo”, donde se da a conocer el que —según mi concepto— es el más importante músico de Jazz mexicano: el pianista y compositor Mario Patrón. Muerto prematuramente a los 47 años, en 1981, es uno de los pocos jazzistas con carrera internacional en esos días, pues actuó en el Festival de Jazz de Newport, en 1954.
En ese mismo club se dio a conocer Cuco Valtierra Jr., quién junto a Hallal “el Árabe” llegó a ser el saxofonista y arreglista más importante de la década.
A mediados de los 50, la visita de estrellas como Gene Krupa, “Shorty” Rodgers, Frank Rosolino, Stan Kenton con su orquesta y Louis Armstrong, estimulaba a nuestros artistas, pues a veces interactuaban con ellos.
Los clubes de Jazz fueron en aumento. En 1955 se abren el “Latino”, “El 33”, “El Eco”, y surgen nuevos jazzistas como Tony Adame, Al Zúñiga, Humberto Cané, Tomás Rodríguez “La Negrita”, el extraordinario sax barítono Juan Ravelo; Pepe Solís, quien aparte de ser gran trompetista interpretaba el melófono y el corno francés con soltura y modernidad.
Por este tiempo aparece también uno de los mejores trompetistas que ha dado el Jazz: Cecilio “Chilo” Morán (1930-1999), a quien el propio Wynton Marsalis lo consideró uno de los más grandes. Durante su carrera, Chilo siempre fue impulsor del Jazz, dando oportunidad a jóvenes talentos. En muchas ocasiones fue propietario de notables clubes como “Jazz Bar Astoria”. La gran experiencia adquirida como trompetista solista de la orquesta de Pérez Prado, le brindó siempre un idioma musical fresco, nuevo, preciso y muy latino.
Otro impulsor de la música sincopada fue el pianista Roberto Pérez Vázquez, quien desgraciadamente al paso del tiempo se inclinó por la música comercial, pero gracias a él llegaron a crearse varios espacios para el Jazz, y la idea de realizar Festivales, lo cual nunca había acontecido.
También es digno de mencionar uno de los músicos de carrera más larga y fructífera en México, el baterista Tino Contreras, quien llega a la capital a fines de los cuarenta, y casi de inmediato llega a obtener el puesto en la gran orquesta de Luis Arcaraz. Años más tarde se vuelve impulsor de nuevas tendencias en el Jazz nacional, y es el primero en representar a México en Europa, con impresionantes resultados. Viaja en extensas giras por Grecia y Turquía, donde se impregna de nuevas e interesantes fórmulas rítmicas que aplicaría a su expresión musical.
Con Tino destaca el fino contrabajista Víctor Ruiz Pazos, originario de la costa de Veracruz, quien hasta el momento, lo mismo que Contreras, continúa activo y entusiasta. En 1954 se realiza la primera grabación formal de Jazz en México, con la producción del periodista Roberto Ayala, quien entregó su vida la a la difusión del Jazz mexicano.
Ayala fue precursor de la radiodifusión y producción discográfica en esta música. A las sesiones invitó al trío de Mario Patrón (piano), con Víctor Ruiz Pazos (contrabajo) y Tino Contreras (batería). También al cuarteto del saxofonista Héctor Hallal con el pianista Pablito Jaimes y los mismos Contreras y Ruiz Pazos. Finalmente se creó un septeto muy interesante con el mismo trío de Mario Patrón, los saxos de Héctor Hallal, Tomás Rodríguez y Juan Ravelo (alto-tenor-barítono), y el corno de Pepe Solís. Hubo además algunas tomas a cuarteto, con el trío de Mario Patrón y el muy joven trompetista César Molina. Desafortunadamente todo este material, que estaba al mismo nivel del resto del mundo en 1954, pudo ver la luz hasta finales de los años 60, en una edición pequeña y mal realizada que no produjo el efecto esperado.
Para finales de los años cincuenta hay una gran actividad. De hecho se puede considerar el momento más importante de nuestro Jazz, tanto que músicos de los Estados Unidos como el guitarrista Howard Roberts, el vibrafonista Fred Tatman, el saxo Eddie Shew y el contrabajista Max Cooper radican en México. También llegan músicos de Jamaica, Canadá e inclusive Europa, dispuestos a quedarse. Desde 1958 se establecen dos festivales internacionales en México en las mejores salas de concierto. Para 1959 se añaden dos festivales nacionales, manejados por otra personalidad de la producción, el periodista José Luis Durán. Esta actividad logra continuar hasta casi fines de los 60.
También se crea el primer programa radiofónico a manera de serie: “Panorama del Jazz”, producido originalmente por otra de las personalidades impulsoras del Jazz nacional, Juan López Moctezuma, quien llegó a ser creador, a través de los medios, de varias generaciones de jazzófilos. El programa está vigente y tengo el gusto de producirlo desde 1978.
1960-1970
Al inicio de esta década las cosas parecían inmejorables, ya que los festivales continuaban. La visita de músicos y grupos del extranjero, especialmente de los Estados Unidos, era continua y de gran calidad, debido al auge económico del país y a la estabilidad política. Nuevos lugares se añadían a los anteriores, por ejemplo el “Cardini Internacional”, cuyo dueño, el italiano aficionado al Jazz, Alex Cardini, solía contratar artistas como Oscar Peterson, Ella Fitzgerald y Bud Shank, a quienes presentaba en grandes salas por medio de apoyos gubernamentales, y luego aprovechaba para invitarlos a su lugar varias noches, con éxito tremendo.
Otro de estos sitios, quizás el más recordado, se llamó “Riguz”. Allí se presentaron prácticamente todos los jazzistas de la época, tanto nacionales como extranjeros. En esos momentos el Jazz era realmente popular en México, inclusive en la televisión, en donde nunca había incursionado. Se abrían espacios para programas esporádicos, hasta en algunos de la programación infantil, que beneficiaron a la generación a la cual pertenezco.
Nuevos músicos importantes se añaden a la lista de creadores: Salvador Agüero, Álvaro López, Juan Ramón Sordo, Gonzalo González, Félix Agüero, Eduardo Sánchez Cárdenas, bateristas; Freddy Guzmán, Mario Contreras, Adolfo Sahagún, Ramón Flores, Leo Muñiz, Víctor Guzmán, Carlos García, Roberto Mendoza, trompetistas; los pianistas Félix de la Mora, Enrique Orozco, Jorge Ortega, Luis y Ricardo Ocádiz, Pedro Plasencia, Tony Alemán, Jesús “Chucho” Altamirano, Enrique Neri, Juan José Calatayud y Chucho Zarzosa. Este último con una trayectoria previa que le permite alcanzar extraordinarios éxitos.
Entre los contrabajistas encontramos a Carlos Macías, Pancho Becerra, Fernando Sandoval, Mario Ballina, José Luis Rivas y Ernesto Espinosa. En los saxos estaban Rodolfo “Popo” Sánchez —el de mayor reconocimiento en la actualidad—, Adolfo Díaz, Mike Bravo, Chinto Mendoza, Esteban Favela (de Ciudad Juárez), Fernando Montes, Armando Noriega, así como el extraordinario y experimentado Ramón Negrete. En otros instrumentos se destacaron los trombonistas Jesús Aguirre, Enrique Sida y el mexico-norteamericano (ex de la banda de Buddy Rich), Vicente “Vince” Díaz.
En la guitarra sobresalen Nicolás Martínez, Miguel Peña, Luis Agüero y Fernando Díaz. Hay que hacer una mención muy especial del “multiinstrumentista” originario de Acapulco, el gran virtuoso Macario Luviano.
En esas fechas había pocas orquestas de Jazz. La más destacada es la de Leo Acosta. El Jazz vocal tiene entre sus principales exponentes a Hoppe Holle y Vin Morris de los Estados Unidos, Kateryn Georges de Francia, Monna Bell de Chile. Representando a México uno de los mejores del mundo que es Freddy Noriega, quien además ha