En mi posición de Presidente global de la ICF, durante el período 2013/2014, tomé la iniciativa de aumentar el entendimiento de lo que es la Supervisión, y aproveché cada oportunidad que tuve para explicar, demostrar y clarificar los beneficios que aporta a nuestro crecimiento profesional.
La demanda de servicios de Coaching creció notablemente durante los últimos treinta años a nivel global, y hoy en día la mayoría de las compañías más grandes del mundo, organizaciones sin fines de lucro, universidades y entidades gubernamentales trabajan con coaches para maximizar los resultados de sus colaboradores; así como también recurren a esta práctica pequeñas y medianas empresas, escuelas privadas, centros de salud e instituciones deportivas y artísticas. En estos ámbitos, no solo se contratan coaches externos para apoyar a los líderes a la hora de alcanzar sus objetivos actuales y futuros, sino que también están empezando a prevalecer los coaches internos, que las organizaciones contratan full time, con la finalidad de tener el servicio de manera permanente on-site y a la vez reducir costos.
Al mismo tiempo, los líderes corporativos están siendo entrenados en habilidades de Coaching que les permiten contribuir al desarrollo de sus colaboradores y aumentar, de este modo, no solo los rendimientos, sino también el nivel de compromiso de los integrantes de sus equipos. En el año 2015, la ICF comprobó, gracias a una encuesta que llevó a cabo con el Human Capital Institute, que las organizaciones que invierten en desarrollar una cultura que tiene entre sus elementos destacados el Coaching alcanzan, además de mayores niveles de enganche de sus empleados, más altos resultados económicos.
Dentro de este contexto, la Supervisión de Coaching viene a ocupar un espacio muy importante: el de ofrecerle al coach un espacio de reflexión que le permita explorar sus desafíos, reconocer sus puntos ciegos, detectar sus reacciones emocionales, ahondar en sus dilemas éticos y seguir creciendo personal y profesionalmente. El resultado beneficioso de esta práctica opera tanto en favor del coach como del cliente, así como de la organización de la que ambos son parte y del ejercicio profesional del Coaching, que gracias a la Supervisión aumentan la calidad de sus servicios.
En Europa, especialmente en el Reino Unido, y en Australia, la Supervisión de Coaching se viene desarrollando desde hace más de diez años. Es de destacar que el Consejo Europeo de Mentoring y Coaching (EMCC) y la Asociación de Coaching del Reino Unido (AC) la incluyen como una práctica obligatoria para sus miembros acreditados. Por otra parte, son ya muchas las compañías que requieren que sus coaches internos reciban Supervisión para asegurar la calidad del trabajo ofrecido, y las empresas que ofrecen servicios de Coaching están empezando a incorporar la Supervisión porque la consideran una práctica que les otorga una ventaja competitiva en el mercado.
La idea de escribir este libro nació en 2016, cuando mi empresa, Goldvarg Consulting Group, comenzó a ofrecer, virtualmente y a nivel mundial, la primera certificación en español sobre Supervisión de Coaching y me encontré con muy poco material disponible en este idioma.
Supervisión de Coaching está estructurado siguiendo los contenidos del programa de certificación avalado por la EMCC y la ICF que desarrollo con mis alumnos. El texto tiene como objetivo presentar modelos, teorías y herramientas que apoyen a los supervisores en actividad para hacer su trabajo en forma efectiva, y a quienes se están formando les brinde un compendio de la información que necesitan para desarrollarse como supervisores y obtener la certificación. Tiene, además, este libro, la pretensión de ser útil para los coaches que quieran recibir Supervisión y estén interesados en conocer los lineamientos que les permitan evaluar el servicio adecuadamente; y también quiere ser una herramienta eficaz para otros profesionales que supervisan a colaboradores que tienen a su cargo otras personas a las que deben desarrollar.
La primera parte de la obra se enfoca en la presentación de distintos modelos y teorías. La segunda contiene transcripciones de sesiones de Supervisión que fueron exploradas y discutidas por graduados del programa que ofrezco, a quienes les estoy infinitamente agradecido por su colaboración: Susie Warman, Oswaldo Vicente, Teresa Estremadoyro, Alicia Agüero, Tani Sturich, Cristina Oneto, Eliane Fierro, Eva Hirsch Pontes y Dede Osborn. También colaboraron conmigo mis padres, Norma Perel y Mauricio Goldvarg, y es un privilegio para mí que no solo sean mis maestros sino que también estén dispuestos a aprender de mi mano. Por último, los apéndices presentan recursos que pueden ser de gran utilidad tanto para el supervisor como para el coach supervisado.
Espero, sinceramente, que Supervisión de Coaching les permita a mis colegas familiarizarse con el tema, y crear mayor conciencia acerca de la importancia que tiene la Supervisión para el crecimiento de cada profesional, así como para el del Coaching como actividad que trabaja por el bienestar de la humanidad.
Damián Goldvarg
Los Ángeles, California, 4 de junio de 2017
Parte 1
Capítulo 1
¿Qué es la Supervisión de Coaching?
El desarrollo de la práctica profesional del Coaching pasó por diferentes etapas de evolución durante los últimos treinta años. Como parte de ese proceso, que ya lo está llevando a su madurez, la Supervisión cobra creciente importancia, tanto en los Estados Unidos como en Latinoamérica. En Europa y en Australia, esta práctica se encuentra mucho más arraigada, y tanto el Consejo Europeo de Mentoring y Coaching (EMCC) como la Asociación de Coaching (AC) la proponen en su código de ética global como requisito obligatorio para recibir y conservar acreditaciones. Por su parte, la Federación Internacional de Coaching (ICF) establece que la Supervisión es una práctica que puede ser elegida para acreditar las horas de educación continua que son necesarias para renovar las credenciales que la entidad otorga.
El EMCC define a la Supervisión de Coaching como “la interacción que ocurre cuando el coach comparte con el supervisor sus experiencias de trabajo, para recibir apoyo y establecer un diálogo reflexivo y un aprendizaje colaborativo, que beneficia tanto al coach como a sus clientes y a las organizaciones a las que pertenecen”.1
Como puede apreciarse, esta definición hace hincapié en el aspecto colaborativo del proceso. A diferencia de lo que sucede con el Coaching, la Supervisión involucra a colegas que tienen un código profesional en común y entablan un intercambio que busca el crecimiento del coach y también enriquece al supervisor.
Aunque el supervisor tenga más experiencia que el coach y esté entrenado en habilidades específicas, la relación que se establece en el trabajo de Supervisión puede ser menos asimétrica que la que se da en una sesión de Coaching con un cliente.
La Supervisión es una oportunidad de crecimiento y de desarrollo personal y profesional. Si dividimos la palabra que la designa, obtenemos los términos “súper” y “visión”, y esto nos permite apreciar de manera más clara que cuando se supervisa, lo que hacen tanto el supervisor como el supervisado es tomar distancia para ver desde ese nuevo lugar lo que está sucediendo. Entiendo que esta interpretación es la más apropiada, y conviene utilizarla en vez de la que se asocia con las ideas de control, manejo de personas, autoridad, jerarquía y gerencia.
Desafortunadamente, en algunos círculos profesionales se malentiende a la Supervisión como una práctica destinada a controlar a los coaches para asegurar la calidad del servicio que les brindan a sus clientes. Esta interpretación difiere totalmente de la que propongo, ya que estoy convencido de que la relación entre supervisor y supervisado es, como lo sostiene el EMCC, un espacio de reflexión entre colegas que tiene por objetivo el crecimiento personal, y que no debe ser utilizado para la crítica, el juzgamiento ni el control.
A diferencia de lo que sucede con el Coaching, la Supervisión tiene un objetivo específico: reflexionar sobre la tarea