En una ocasión, un periodista me preguntó:
—¿No cree que se tira dinero en Defensa?
Estábamos en el Museo Aeronáutico, y decía: «Estos sistemas de armas están sin estrenar».
Era evidente que no los habíamos necesitado precisamente por disponer de ellos, y por eso respondí:
—No, en absoluto.
—Entonces… ¿dónde cree que se tira el dinero? —preguntó.
—En Educación —le respondí, lo cual pareció una aberración.
Donde tenemos un granreto es en relación conla educación, en la quepermanecen criteriosanclados en el siglo XIXy es evidente que estámuy atrasada a pesar decontar con magníficosdocentes. |
Estamos formando, con un coste aproximado de 8000 euros al año, a un 27 % de la población española, que obtienen sus títulos, y gran parte de ellos, para acceder directamente al paro, con lo que, además del gasto, están amargados y frustrados. Todo por no plantearnos formar a quienes puedan tener trabajo y vincular la universidad con el sistema económico.
Si pasamos al terreno de la ciencia, es sorprendente que el 99 % de los científicos que han aportado valor a la humanidad desde Arquímedes estén vivos hoy. Ahora somos más, pero el crecimiento de la ciencia ha sido exponencial. Hasta el año 1800, la riqueza del mundo creció 1,5 veces en una economía de la escasez. Desde entonces hasta nuestros días, ha crecido más de 120 veces. ¿Quién necesitaba antes educación? Quienes vivían en los pueblos y se dedicaban al único trabajo que existía, la economía agrícola, no necesitaban aprender prácticamente nada, lo sabían por tradición oral de sus padres y no había nada nuevo que aprender. Hoy, un porcentaje grande de la población debe tener formación. La universidad cumple dos funciones: la primera es la de alumbrar a la sociedad nuevos caminos y la de transmitir el acervo cultural recibido de generaciones anteriores. La otra función es la de formar profesionales necesarios para un mundo tan complejo y sofisticado como el de nuestros días; entre ellos, los profesionales del sistema económico, trabajadores y empresarios.
Después de la leyendanegra es posible quequeden españoles queconsideren que Españaes un país inferior,pero es gente que separapeta en nuestropaís para no reconocerque la falta está enellos mismos. |
Aunque se observan cambios de actitud, muchos responsables universitarios han frenado el contacto de las empresas con sus centros, no por oponerse a ellas, sino por creer que defendían la pureza de la universidad. No ha ocurrido así en EE. UU., donde las grandes multinacionales se ponen al lado de las buenas universidades y viceversa. Hemos de mejorar nuestro sistema educativo, que muchas veces es una rémora ante el dinamismo social que requiere innovación continua. En un mundo inmerso en la revolución tecnológica, la investigación y la educación requieren de la eliminación de los frenos existentes; se necesitan estímulos y oportunidades.
Visto todo lo anterior, no debemos caer en ningún pesimismo. Después de la leyenda negra es posible que queden españoles que consideren que España es un país inferior, pero es gente que se parapeta en nuestro país para no reconocer que la falta está en ellos mismos. En el mundo hay 194 países, y menos de la tercera parte son democracias. Estamos en el 10 % de la cabeza, y en algunos aspectos entre los diez primeros, como en la sanidad, las infraestructuras o el turismo. Es más apropiado decir que somos una potencia regional, como Francia o Italia, pero el liderazgo está en EE. UU., China y Japón. España, junto a los citados y otros de superficie o población gigantescas, es miembro del grupo de cabeza y lo más probable es que «no lo sabe o no lo quiere saber», no estoy seguro de cuál de las dos.
Eduardo SerraAbogado y político español independiente —no afiliado a ningún partido—. Es el único español que ha ostentado altos cargos con los tres partidos gobernantes desde la democracia (UCD, PSOE y PP), incluido su nombramiento como ministro de Defensa durante el primer gobierno del Partido Popular. Además de su actividad política, ha tenido o mantiene otros cargos académicos, empresariales e institucionales. Actualmente, entre otros cargos, preside la Fundación Transforma España y la consultora Everis. |
1.2.
CORAJE PARA UN TIEMPO DIFÍCIL
JOSÉ LUIS BONET
Los historiadores saben que en momentos de incertidumbre y zozobra siempre se puede recurrir a experiencias ya vividas para extraer lecciones que ayuden a entender la situación y superar los problemas. Los efectos económicos, sanitarios y sociales provocados por la pandemia de COVID-19 que vivimos generan más preguntas que respuestas, por lo que es bueno recurrir a la historia. El pasado reciente de España muestra un país que ha sido capaz de dar un gran salto, un salto mayúsculo en progreso y bienestar. La estabilidad económica, política y social que ha traído nuestro sistema institucional, basado en la Constitución de 1978, ha sido —junto al esfuerzo de los españoles— la clave de la modernización y prosperidad de España en el periodo democrático. Un marco que consagra los principios de la democracia, la economía social de mercado, el Estado de derecho, el estado del bienestar, la monarquía parlamentaria y el Estado autonómico. A lo que se añade la pertenencia a la Unión Europea, como ámbito natural de desarrollo político y económico de nuestro país y que tantos beneficios nos ha aportado desde 1986.
Desde la instauración de la democracia en 1975(*), España ha sido capaz de superar sucesivas dificultades económicas: desde la crisis del petróleo de finales de los setenta a la crisis financiera de 2008, pasando por la reconversión industrial de los ochenta y la crisis monetaria de los noventa. Con determinación, la sociedad española en su conjunto, con un gran esfuerzo colectivo, ha sido capaz de superar cada una de esas situaciones. Esa trayectoria de éxito se ha basado, entre otras cosas, en un contexto de estabilidad jurídica, social y política que ha permitido atraer inversiones extranjeras y colocar a España en el pódium del turismo mundial.
Lo que se ha dado en llamar el milagro económico español ha permitido multiplicar el PIB per cápita real 2,3 veces en estos 45 años, muy por encima de países que podemos considerar de referencia como Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. El PIB per cápita ha pasado de 1000 euros en 1975 a 26 432 en 2019. Ese bienestar se ha reflejado en un espectacular aumento de la población basado en la inmigración (32,4 %), la esperanza de vida (que, con 83,4 años, nos sitúa como el segundo país más longevo del mundo) o la generalización de los sistemas universales de protección social: sanidad, educación y pensiones. Todo ello sin perjuicio de proceder a su mejora a partir de las correspondientes reformas.
La economía social de mercado es la base de ese gran despegue. Y las empresas, sus protagonistas. Como generadoras de riqueza y creadoras de empleo. Ellas han sido los motores del cambio de modelo con su apuesta decidida por la integración europea, de la que hoy España es uno de los mayores garantes en el continente, y con sus pasos adelante en innovación, competitividad e internacionalización. Con todo, queda mucho camino que puede y debe recorrerse en el futuro.
Hoy tenemos alrededorde 2500 multinacionalesque representan el 40 %de nuestras exportaciones,cuando a principios delos años noventa delsiglo pasado no existíaprácticamente ninguna. |
En efecto, las empresas, no sin cierto retraso y a pesar de las crisis de finales del pasado siglo, entendieron que la apertura exterior de nuestra economía suponía una oportunidad y, de forma valiente, se lanzaron a la internacionalización. Hoy tenemos alrededor de 2500 multinacionales que representan el 40 % de nuestras exportaciones, cuando a principios de los años noventa del siglo pasado no existía prácticamente ninguna. Algunas de ellas se han convertido en líderes mundiales en sus sectores de actividad: finanzas, energías,