En otros casos, la selección misma es el producto de una cadena compleja de actividades llamadas de “planeamiento” o “diseño”. Un ingeniero, por ejemplo, puede decidir sobre la base de un análisis extensivo que un puente en particular debería utilizar un diseño en ménsula por la técnica de volados sucesivos. Su diseño, trasladado luego a los planos detallados de la estructura, conducirá a una cadena completa de comportamientos por parte de los individuos que construyen el puente.
En el presente volumen, se darán numerosos ejemplos de todas las variedades de procesos de selección. Todos ellos tienen en común las siguientes características: en cierto momento existe una cantidad de acciones alternativas (físicamente) posibles, de las cuales un individuo determinado puede emprender cualquiera; por medio de algún tipo de proceso, estas numerosas alternativas se reducen a aquella en función de la cual realmente se actúa. En este estudio, las palabras “elección” y “decisión” se utilizarán en forma indistinta para referirse a este proceso. Dado que en su uso corriente estos términos traen connotaciones de una selección consciente, deliberada y racional, se debe recalcar que, en la forma en que aquí se usan, incluyen cualquier proceso de selección, sin considerar si los elementos precedentes están presentes en algún grado.
VALOR Y HECHO EN LA DECISIÓN
Una gran parte del comportamiento, y particularmente el comportamiento de los individuos dentro de las organizaciones administrativas, es intencional (a propósito), o sea, está orientado hacia metas u objetivos. Esta intencionalidad produce una integración en el modelo de comportamiento, sin la cual la administración no tendría sentido; ya que, si la administración consiste en “lograr que las cosas sean hechas” por grupos de personas, el propósito brinda un criterio importante en la determinación de qué cosas se van a hacer.
Cada una de las pequeñas decisiones que rigen acciones específicas son inevitablemente instancias de la aplicación de decisiones más amplias relativas al propósito y al método. Un caminante contrae los músculos de la pierna para dar un paso; da un paso para dirigirse hacia su destino; va hacia su destino, un buzón, para despachar una carta; envía la carta para transmitir determinada información a otra persona; y así sucesivamente. Cada decisión conlleva la selección de un objetivo y de un comportamiento relevante a este; este objetivo puede a su vez ser mediato con relación a un objetivo más distante; y así, hasta alcanzar un objetivo relativamente final. (2) En la medida en que las decisiones lleven hacia la selección de objetivos finales, se las llamará “juicios de valor”; en tanto involucren la implementación de tales objetivos, se las llamará “juicios de hecho”. (3)
Por desgracia, los problemas no llegan al administrador en un paquete envuelto cuidadosamente y con los elementos de valor y los de hecho clasificados en forma prolija. Por un lado, los fines u objetivos finales de organizaciones y actividades gubernamentales se formulan, por lo común, en términos muy generales y ambiguos: “justicia”, “bienestar general” o “libertad”. Entonces, también, los objetivos tal como se los definió pueden ser simplemente medios para la obtención de objetivos ulteriores. Por ejemplo, en ciertos campos de acción, el comportamiento de los hombres generalmente se orienta en torno al “motivo económico”. Sin embargo, para la mayoría de las personas, la ganancia económica no es habitualmente un fin en sí mismo, sino un medio para lograr fines ulteriores: seguridad, confort y prestigio.
Finalmente, los elementos de valor y de hecho pueden combinarse, en algunos casos, en un único objetivo. Por lo general, el arresto de delincuentes se establece como un objetivo del departamento de policía. Hasta cierto punto este objetivo se concibe como un fin en sí mismo, o sea, apunta hacia la detención y el castigo de quienes violan la ley; pero, desde otro punto de vista, se considera a la prisión como un medio para proteger a los ciudadanos, para rehabilitar a los detenidos y para desalentar a potenciales delincuentes.
La Jerarquía de las Decisiones. El concepto de “propósito” (o “finalidad”) implica la noción de jerarquía de decisiones –cada escalón hacia abajo en la jerarquía consiste en la implementación de objetivos establecidos en el escalón inmediatamente superior–. El comportamiento es intencional en la medida en que está guiado por metas u objetivos generales; es racional en tanto elige alternativas que conducen al “logro” de los objetivos previamente seleccionados. (4)
No se debería inferir que esta jerarquía o pirámide de objetivos está perfectamente organizada o integrada en algún comportamiento real. Un organismo del Estado, por ejemplo, puede dirigirse simultáneamente hacia varios objetivos diferentes: un departamento de recreación puede buscar mejorar la salud de los niños, brindarles un buen uso de su tiempo libre y prevenir la delincuencia juvenil, además de lograr objetivos similares para los adultos de la comunidad.
Incluso en los casos en los que no hay una integración deliberada y consciente de estos objetivos en la decisión, debe observarse que por lo general dicha integración se produce de hecho. A pesar de que, al tomar decisiones para este organismo de recreación, el administrador quizás omita ponderar en función de su importancia relativa los objetivos diversos y a veces en conflicto, sus decisiones concretas y la dirección que en la práctica le da a la política de su organismo darán como resultado un conjunto particular de ponderaciones para estos objetivos. Si el programa pone el énfasis en actividades atléticas para varones adolescentes, entonces este objetivo recibe en la práctica un peso real que pudo haber tenido o no en la conciencia del administrador al planear el programa. En consecuencia, aunque el administrador rechace la tarea de integrar consciente y deliberadamente su sistema de objetivos, o sea incapaz de realizarla, no puede evitar las implicancias de sus decisiones concretas, que logran tal síntesis en los hechos.
El Elemento Relativo en la Decisión. En un sentido importante, toda decisión es una cuestión de transigencia. La alternativa que finalmente se selecciona nunca permite un logro completo o perfecto de los objetivos, sino que es simplemente la mejor solución disponible en esas circunstancias. La situación ambiental limita inevitablemente las alternativas que están disponibles y, por lo tanto, establece un tope máximo para el nivel posible de consecución del propósito.
Este elemento relativo a la consecución –este elemento de transigencia– hace que la necesidad de encontrar un denominador común cuando el comportamiento apunta simultáneamente a varios objetivos sea aún más ineludible. Por ejemplo, si la experiencia mostrara que una organización como la Administración de Proyectos de Trabajo (*1) pudiera al mismo tiempo brindar asistencia y realizar obras públicas sin obstaculizar ninguno de estos objetivos, entonces el organismo podría intentar alcanzar ambos al mismo tiempo. Si, por otra parte, la experiencia mostrara que el logro de cualquiera de ellos a través de la organización impidiera seriamente la obtención del otro, entonces debería seleccionarse uno como objetivo del organismo y sacrificarse el otro. Al contrapesar un objetivo con otro, y al intentar encontrar un denominador común, sería necesario dejar de pensar ambos objetivos como fines en sí mismos y, en su lugar, concebirlos como medios para un fin más general. (5)
Un Ejemplo Ilustrativo del Proceso de Decisión. Para entender más claramente las íntimas relaciones que existen entre los juicios de valor y los de hecho en un problema administrativo práctico, resultará de gran ayuda estudiar un ejemplo proveniente del campo del gobierno municipal.
¿Qué preguntas sobre elementos de valor y de hecho surgen en la apertura y mejora de una calle nueva? Es necesario determinar: (1) el trazado de la calle, (2) la adecuada relación entre la calle y el plan maestro, (3) los medios para financiar el proyecto, (4) si el proyecto debe ser otorgado a un contratista o realizado con personal propio, (5) la relación de este proyecto con las tareas de construcción que podrían requerirse luego de la mejora (o sea, cortes de servicios públicos en esta calle en particular), y (6) otras numerosas cuestiones de semejante naturaleza. Estas son preguntas para las cuales deben encontrarse respuestas, cada una de las cuales combina elementos de valor y de hecho. Se puede lograr una separación parcial de ambos elementos al diferenciar el propósito de los procedimientos del proyecto.