6 de ENERO
LA VICTORIA DE LA RENDICIÓN
Nos damos cuenta de que sólo por medio de la derrota total, podemos dar nuestros primeros pasos hacia la liberación y la fortaleza. La admisión de nuestra impotencia personal resulta ser a fin de cuentas la base segura sobre la que se puede construir una vida feliz y útil.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 19
Cuando el alcohol influenciaba en todas las facetas de mi vida, cuando las botellas se convirtieron en símbolos de mi libertinaje y de la satisfacción inmoderada de mis deseos, cuando me di cuenta de que, por mí mismo, no podía hacer nada para sobreponerme al poder del alcohol, me di cuenta que no tenía otro recurso que la rendición. En la rendición encontré la victoria — victoria sobre mi egoísta inmoderación, victoria sobre mi necia resistencia a la vida tal como se me había dado. Cuando dejé de pelear con todos y con todo, empecé mi caminar por el sendero de la sobriedad, de la serenidad y de la paz.
7 de ENERO
EN EL PUNTO DE CAMBIO
Las medidas parciales no nos sirvieron para nada. Estábamos en el punto de cambio. Entregándonos totalmente, le pedimos a Dios su protección y cuidado.
ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 59
Todos los días yo me encuentro en momentos decisivos. Mis pensamientos y mis acciones pueden impulsarme hacia el desarrollo o encaminarme a las viejas costumbres y a la bebida. Algunas veces los momentos decisivos son comienzos, como cuando empiezo a encomiar, en lugar de criticar a alguien. O cuando empiezo a pedir ayuda en lugar de intentarlo solo. Otras veces los momentos decisivos son finales, tales como cuando veo claramente la necesidad de dejar de alimentar resentimientos o el egoísmo. Muchos defectos me tientan diariamente; por esto yo tengo también oportunidades diarias para darme cuenta de ellos. De una u otra manera, muchos de mis defectos de carácter aparecen diariamente: la autocondena, la ira, la evasión, la soberbia, el deseo de desquitarme y la grandiosidad.
Intentar medidas parciales para eliminar estos defectos solamente paralizan mis esfuerzos para cambiar. Solamente cuando le pido ayuda a Dios, con total entrega, llego a tener la voluntad y la capacidad para cambiar.
8 de ENERO
¿TENGO UNA OPCIÓN?
El hecho es que la mayoría de los alcohólicos, por razones que todavía son oscuras, cuando se trata de beber han perdido su capacidad para elegir. Nuestra llamada fuerza de voluntad se vuelve inexistente.
ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 24
Mi impotencia ante el alcohol no cesa cuando yo dejo de beber. En sobriedad, yo todavía no tengo opción — no puedo beber.
La opción que sí tengo es la de recoger y usar el “juego de herramientas espirituales” (Alcohólicos Anónimos, p. 25). Cuando hago esto, mi Poder Superior me exonera de mi falta de opción — y me mantiene sobrio un día más. Si yo pudiera optar por no tomar un trago hoy, ¿qué necesidad tendría entonces de A.A. o de un Poder Superior?
9 de ENERO
UN ACTO DE LA PROVIDENCIA
Es verdaderamente horrible admitir que, con una copa en la mano, hemos deformado nuestra mente hasta tener una obsesión por beber tan destructiva que sólo un acto de la Providencia puede librarnos de ella.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 19
Para mí, el acto de la Providencia, (una manifestación de cuidado y dirección divina), ocurrió cuando yo experimentaba la quiebra total del alcoholismo activo — todo lo significativo de mi vida había desaparecido. Llamé por teléfono a Alcohólicos Anónimos y, desde ese instante, mi vida nunca ha sido la misma. Al reflexionar sobre ese momento muy especial, sé que Dios estaba trabajando en mi vida mucho antes de que yo reconociera y aceptara conceptos espirituales. Mediante este único acto de la Providencia pude quitarme de la bebida y empezar mi viaje hacia la sobriedad. Mi vida continúa desarrollándose con cuidado y dirección divina. El Paso Uno, admitir que yo era impotente ante el alcohol, y que mi vida se había vuelto ingobernable, cobra cada día más sentido para mí en la Comunidad salvadora y vivificadora de Alcohólicos Anónimos.
10 de ENERO
UNIDOS NOS MANTENEMOS
Llegamos a comprender que teníamos que admitir plenamente, en lo más profundo de nuestro ser, que éramos alcohólicos. Este es el primer paso hacia la recuperación. Hay que acabar con la ilusión de que somos como la demás gente, o de que pronto lo seremos.
ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 30
Vine a Alcohólicos Anónimos porque ya no podía controlarme bebiendo. Puede que fuese por las quejas de mi esposa por mi costumbre de beber, o quizá porque la policía me obligaba a asistir a las reuniones de A.A. o tal vez, porque en lo más íntimo de mi propio ser, me daba cuenta de que no podía beber como las demás personas y no estaba dispuesto a admitirlo porque la alternativa me aterraba. Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres unidos contra una enfermedad común y mortal. Nuestras vidas están vinculadas unas con otras y somos como un grupo de náufragos en una balsa salvavidas en alta mar. Si trabajamos unidos, podemos llegar sanos y salvos, a tierra firme.
11 de ENERO
EL PASO CIEN POR CIEN
Solamente el Primer Paso, en el que admitimos sin reserva alguna que éramos impotentes ante el alcohol, se puede practicar con perfección absoluta.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 65
Mucho antes de que yo lograra la sobriedad en A.A., sabía sin duda alguna que el alcohol me estaba matando; sin embargo, aun con este conocimiento, yo era incapaz de dejar de beber. Así que, cuando me enfrenté al Paso Uno, me resultó fácil admitir que no tenía la capacidad para no tomar. ¿Pero era mi vida ingobernable? ¡Qué va! Cinco meses después de llegar a A.A., estaba bebiendo otra vez y me preguntaba por qué.
Más tarde, de regreso en A.A. y doliéndome todavía de mis heridas, llegué a darme cuenta que el Paso Uno es el único Paso que se puede dar al cien por ciento. Y la única manera de darlo completamente es darlo completo. Desde entonces, ya han pasado muchas veinticuatro horas y no he tenido que volver a dar el Primer Paso.
12 de ENERO
ACEPTAR NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS ACTUALES
Nuestro primer problema es aceptar nuestras circunstancias actuales, tales como son, a nosotros mismos, tales como somos, y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede empezar a hacer progresos. Una y otra vez, tendremos que volver a este punto de partida poco halagüeño. Es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas.
Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos diligentemente convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía y el derrotismo, pueden ofrecernos una base segura, sobre la cual se puede establecer una más estable salud emocional y, por lo tanto, un más amplio progreso espiritual.
COMO LO VE BILL, p. 44
Cuando me resulta difícil aceptar a la gente, los lugares