1.12. Advertencia
Para que lo que voy a explicar ahora no parezca parte de las reacciones conservadoras, voy a apartarme de ellas. Es cierto que ha habido abusos de la idea misma del abuso de niños. Las pasiones que despiertan los intentos por ayudar a los inocentes que han sido lastimados, también han dañado seriamente a quienes no eran culpables. Pero en un análisis exclusivamente utilitarista, se ha hecho más bien que mal. La sola existencia de reacciones conservadoras, ellas mismas excesivas, es un correctivo suficiente para el celo desmesurado. También nos recuerda que el movimiento sobre el abuso de niños es abiertamente moral y político. Nadie debería esperar de él el tipo de integridad superficial que despliega la ciencia que se basa en registros de laboratorio.
2. La crueldad hacia los niños
El abuso de niños fue un tema importante en una ocasión anterior: a finales de la época victoriana. Se cristalizó alrededor de eventos ocurridos en Nueva York, de donde se movió rápidamente a Liverpool y Londres. Algunas de las cosas que pasaron hoy nos parecen normales: la creación de sociedades filantrópicas para la prevención de la crueldad hacia los niños, la presión constante sobre los legisladores, las medidas para hacerse cargo de los niños maltratados, y un aumento significativo en las investigaciones penales de las conductas de los padres que maltrataban a sus hijos. Otros aspectos han sido olvidados. Por ejemplo: los primeros en expresar las preocupaciones por la crueldad en contra de los niños fueron las sociedades protectoras de animales y, muy cercanos a estas, el Water Foundation Movement (cuya principal línea de acción era impulsar a las ciudades a tener fuentes de agua de tres niveles: una para las personas, una para los caballos y una para los perros). Entendemos mejor, así los hayamos olvidado, los movimientos de los albergues y los niños repartidores de periódicos. La reforma estaba en otra parte: la prohibición, la antivivisección, el abolicionismo y los movimientos de mujeres. Quienes decían hablar por uno, generalmente en realidad hablaban por otros.
A pesar de esto, algunas de las cosas que les preocupaban parecen extrañas para nosotros: por ejemplo, casos como el del Dr. Barnardo en el este de Londres quien, con la ayuda de luchadores y corredores, recogía niños en carruajes para que fueran llevados a “hogares” en los que recibirían albergue y una educación protestante, en contra de las fuertes protestas por parte de la Iglesia Católica Romana –la mayoría de las familias afectadas eran católicas–. Más de ciento cuarenta mil niños de estos fueron enviados a Toronto, muchos de los cuales fueron directamente secuestrados (18). Este tipo de filantropía no estaba desligada de intereses personales. “La idea de convertir, lo que en Inglaterra solo era una fuente de llanto y debilidad, en una fuente de riqueza en Canadá es una de proporciones y urgencia imperiales” (Batt, 1904, p. 129).
Los fundadores, en 1853, de la primera Sociedad de Ayuda a los Niños –Children’s Aid Society– en Nueva York tenían preocupaciones similares. La mitad de los pequeños infractores que se encontraban en las cárceles eran niños de veintiún años. Los niños debían ser salvados, de lo contrario “influenciarán las elecciones, cambiarán la política de la ciudad, y seguramente, de no ser corregidos, contaminarán la sociedad que los rodea. Ayudarán a formar una gran multitud de ladrones, pícaros y vagos” (19). La Sociedad Neoyorquina para la Prevención de la Crueldad en contra de los Niños –New York Society for the Prevention of Cruelty to Children– fue fundada por la siguiente generación, en 1874. Su preocupación era menos política. Surgió con el caso de un niño que regularmente era golpeado por su madrastra. El niño fue rescatado mediante el uso del derecho común inglés del siglo XV de manera creativa. Inmediatamente después, la sociedad inició el cabildeo para la aprobación de leyes nuevas. En el Reino Unido, la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad en contra de los Niños (National Society for the Prevention of Cruelty to Children) se ubicó como el mayor servicio de bienestar social existente en el mundo durante cincuenta años.
Cuando volvemos a nuestra idea moderna de lo que es el abuso de niños, vemos que es extremadamente médica. Fue introducida por médicos y los médicos aún reclaman que les pertenece. Algunos médicos fueron importantes en el antiguo movimiento contra la crueldad hacia los niños, pero solo porque eran miembros prominentes de la sociedad. El Dr. Barnardo había querido ser un médico misionero, pero encontró su inspiración en casa. En ningún momento pensó que su trabajo filantrópico fuera parte del ejercicio de la medicina. Es normal que un médico trate a un niño que ha sido herido por su padre o cuidador, así como trataría las quemaduras causadas por un incendio premeditado. Pero el incendio es un tema para la policía y los bomberos. En el mismo sentido, la crueldad hacía los niños era un tema para la policía, las cortes y las sociedades de filantropía, no para la medicina. El abuso de niños es un concepto médico, la crueldad en contra de los niños no. Este es un punto fundamental para diferenciarlos.
A pesar del extraordinario fervor de los ochentas, la agitación contra la crueldad se fue apagando. Hay muchas razones específicas para explicar este declive. Hasta cierto punto, los objetivos trazados inicialmente por el movimiento se alcanzaron. La preocupación inicial también se desplazó. Apareció una nueva forma de caracterizar al niño problemático: el delincuente juvenil. El rescate de niños empezó separando a los niños de sus cuidadores o recogiéndolos de las calles. Luego se movió hacia un nuevo tipo de niño, el “delincuente”. Se introdujeron nuevos juzgados de niños –Chicago fue el modelo mundial de esto– y reformatorios (20). El niño no debía ser salvado de sus padres sino de él mismo.
La disminución de la movilización en contra de la crueldad en Gran Bretaña ha sido documentada por el libro Child Abuse and Moral Reform in England, 1870-1908 (21). Las fechas son precisas. En Estados Unidos, el surgimiento del trabajo social como profesión fue muy importante. La Sociedad de Massachusetts para la Prevención de la Crueldad en contra de los Niños (Massachusetts Society for the Prevention of Cruelty to Children) lideró el tema y presionó su discusión en la Primera Conferencia sobre el Cuidado de Niños Dependientes en la Casa Blanca en 1909. La Sociedad argumentó que era mejor que los profesionales ubicaran a los niños en casas individuales y no en albergues –aunque el asunto no estaba resuelto–. Los Estados de Nueva York y California habían insistido en que los niños fueran ubicados en instituciones estatales y no en hogares sustitutos, mientras que Michigan, Minnesota, Rhode Island y Wisconsin, opinaban lo contrario. Lo cierto es que la vieja tradición de filántropos aficionados fue desmantelada (Bradbury, 1962).
Vale la pena recordar que el término de “trabajo social” no existía antes de 1900. Sin embargo, para 1910 había escuelas de formación de trabajadores sociales en varios países (con Holanda como pionero en esto). En Estados Unidos, para 1912, la oficina de empleos del Intercambio Nacional de Trabajadores Sociales –National Social Workers Exchange– contaba con un número importante de categorías de posibles empleos. Un nuevo tipo de experto había nacido, y si alguien hubiese tenido que encargarse del asunto de la crueldad contra los niños sería, de acuerdo con la Primera Conferencia de la Casa Blanca, el trabajador social.
Se creó también una nueva agenda para aquellos preocupados por los niños. Después de nueve años de preparaciones, se fundó, en 1912, la agencia federal conocida como la Oficina de Niños –Children’s Bureau–. Su existencia fue asegurada en la Conferencia de 1909. Theodore Roosevelt declaró que la nación debía preocuparse por su cosecha de niños de la misma forma que se preocupaba por su cosecha agrícola.