El arte de poner límites. Sonia Kliass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Sonia Kliass
Издательство: Bookwire
Серия: Colección Vivir con niños
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9788494830099
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cosas de una forma distinta. Estamos en proceso, buscando referentes y modelos que nos satisfagan, que sean coherentes con una nueva forma de educar a nuestros hijos o a los niños1 que tenemos a nuestro cargo como profesionales. Además, vivimos en un contexto social que ha cambiado muchísimo en poco tiempo y que tiene algunas dificultades añadidas. Seguramente es más complejo educar, por ejemplo, entre elevados niveles de consumismo y con las nuevas tecnologías tan a nuestro alcance.

      Actualmente nos encontramos con muchas modas, propuestas, ideas innovadoras y teorías diversas, pero muy pocas se fundamentan en una experiencia sólida. Que sean muy populares no significa necesariamente que sean válidas para todos. Teniendo tanta información disponible, ¿cómo podemos saber qué es fiable y qué no? A mí, personalmente, me sirven los referentes que están construidos sobre una base firme. Yo también, como madre y como profesional, he recorrido mi camino personal buscando, experimentando, construyendo. En este camino he recibido muchas ayudas, pero hay dos modelos principales que me han servido especialmente, porque he encontrado en ellos esa solidez que necesitaba: la propuesta de la visión pikleriana y la pedagogía Waldorf.

      En este camino personal, quiero dedicar un especial agradecimiento a Ute Strub, a quien conocí en 1995 y quien ha sido, desde entonces, un modelo, una maestra y una amiga. Ute me mostró una visión tan nueva del niño y de sus procesos que lo trastocó todo y ya nada volvió a ser como antes.

      De la mano de Ute conocí el trabajo de Emmi Pikler (entre muchas otras cosas) y más adelante me formé en el Instituto Pikler de Budapest. Pocos años después de conocer a Ute me introduje en el mundo de la pedagogía Waldorf, primero participando en grupos de estudio que se hacían en Gerona y más adelante apuntándome a la primera formación de maestros que se hizo en Cataluña, en 1999.

      En este libro hablo de cómo podemos ayudar a los niños a integrar límites y normas sociales. Es un tema complejo y este es un libro que quiere aportar una reflexión, pero también dar herramientas prácticas para el día a día con los niños. Me dirijo tanto a profesionales como a familias, del mismo modo que cuando hago cursos y charlas me gusta tener a ambos colectivos presentes. Estoy convencida de que unos y otros se pueden nutrir de los ejemplos y las reflexiones, independientemente de si hacen referencia a situaciones de espacios educativos o si describen situaciones más propias del ámbito familiar. El ámbito educativo incluye un amplio abanico de profesionales, como cuidadores, canguros, educadores, maestros, etc. Y siempre es bueno recordar que el ámbito familiar no se reduce a los progenitores, por lo que puede ser interesante compartir estos contenidos también con abuelos, tíos, padrinos, etc.

      Cuando descubrí cómo trabajan los límites y la gestión de conflictos en el Instituto Pikler de Budapest entendí que poner límites puede llegar a ser un verdadero arte, de aquí el nombre El arte de poner límites. Las reflexiones que los profesionales del Instituto Pikler comparten acerca de este tema son de una gran profundidad y hacen patente el amplio conocimiento que tienen sobre los niños. Las educadoras y las formadoras del Instituto Pikler son unas verdaderas artistas y estoy muy agradecida de haber podido beber de esa fuente. No es mi única referencia, pero, en relación con la temática de este libro, es la principal. Aunque el trabajo que se hace en el Instituto se centra principalmente en la etapa de cero a tres o cuatro años, su visión y su puesta en práctica conforman en realidad una verdadera «escuela» que nos sirve para lo que encontraremos más allá de los 3-4 años. Quiero aclarar que nunca hablaré en nombre del Instituto Pikler, y que cuando digo desde la perspectiva pikleriana me refiero a la forma en que yo, personalmente, entiendo e integro estos conocimientos. Espero sinceramente que el contenido de este libro esté a la altura de lo que he aprendido con los profesionales del Instituto.

      He querido incluir muchos ejemplos prácticos de situaciones reales, pero todos los nombres están cambiados para preservar la privacidad de los adultos y los niños implicados. Aprovecho la ocasión para agradecer la confianza de las familias y de los profesionales que compartieron conmigo sus experiencias y sus dificultades en consultas y asesoramientos. Deseo que el material que encontraréis en este libro sea de ayuda para todas las personas que, como yo, quieren educar a los niños con respeto, favoreciendo su potencial para que puedan crecer como personas sanas, con recursos y una buena autoestima.

      CAPÍTULO 1

       UNA NECESIDAD VITAL

Illustration

      Hace muchos años, en un curso, Ute Sturb nos propuso la siguiente imagen: si, estando en un cuarto con los ojos cerrados, necesitáramos movernos por el espacio, ¿qué haríamos? Seguramente pondríamos las manos delante intentando encontrar algún elemento: una pared, por ejemplo, que nos sirviera de referencia. Un límite físico que nos ayudara a orientarnos. Si, estando en esa situación, no encontráramos nada, nos sentiríamos muy desorientados e inseguros.

      Janet Lansbury, en su libro Los niños malos no existen, haciendo referencia a la educadora Janet Gonzalez-Mena, da otra imagen también muy ilustrativa de cómo nos sentimos sin límites claros: ¿cómo avanzamos por un puente sin barandilla? Tenemos que ir poco a poco y vacilando. En cambio, ¡qué confiados y seguros nos sentimos cuando hay barandilla!

      Estas imágenes, que hacen referencia a límites físicos, nos pueden servir como metáfora para entender la importancia de los límites para los niños. Si los niños no encuentran límites que los ayuden a orientarse en el mundo de las relaciones sociales, se encuentran igualmente perdidos, desorientados e inseguros. Necesitan tener a su lado a adultos que sean capaces de ayudarlos en este proceso, es una necesidad vital de los niños. Por este motivo, Magda Gerber dice que «lack of discipline is not kindness, it is neglect»: la falta de disciplina no es amabilidad, es negligencia (Dear Parent: Caring for Infants with Respect, p. 108).

      Sin embargo, poner límites no es lo único que tiene que hacer el adulto. Los niños tienen otras muchas necesidades: necesitan sentirse queridos, seguros, protegidos, que alguien se interese por ellos; necesitan jugar, moverse, experimentar, desarrollar ciertas capacidades. Muy a menudo me encuentro con adultos, familiares o profesionales, que me piden ayuda porque creen que sus niños tienen problemas relacionados con los límites. Pero, cuando observo, veo que, a menudo, esos niños no tienen realmente un problema de límites. Lo que me encuentro a menudo es alguna carencia en la atención de sus otras necesidades vitales; por ejemplo, que los niños no pueden jugar o moverse todo lo que necesitan, o que el adulto no tiene suficiente presencia o atención hacia ellos. Las dificultades que experimentan los adultos son el resultado, al final, de estas carencias, porque los niños, con sus comportamientos, están expresando un malestar.

      Hoy en día oímos a menudo que los niños no tienen límites. Quizás esta afirmación no es del todo correcta. Nada más entrar en una tienda de artículos para familias se hace evidente que gran parte de los productos buscan la inmovilidad de los niños: cochecitos, sillitas, hamacas, tronas, mochilas, etc. Así pues, ¿qué pasa con la libertad de movimiento y juego? La tendencia general es justamente privarlos de libertad. O sea que, en realidad, en relación con el juego y el movimiento no les faltan límites, al contrario: ¡tienen demasiados! Tienen demasiados límites donde no corresponde, están demasiado limitados en el juego y en el movimiento, justamente donde necesitan mucha libertad. Y, por otro lado, quizás algunos niños tienen pocos límites donde