¡Vamos Racing, carajo! ¿Qué hay en esa frase que no sea pasión? ¿Un entusiasmo definitivo hacia un deseo que se devora los otros deseos? En la expresión lanzada, con los puños apretados, con el cuerpo echado atrás, las piernas abiertas y el empujón al aire desde los testículos, va todo. Mis broncas, frustraciones, sueños, deseos, va todo ¡carajo! La mía y la de todos los que me rodean en mi tribuna, mi pasión desenfrenada como debe ser, porque si no, no es pasión. Mi pasión colectiva, inundados mis ojos de banderas blancas y celestes, metiendo y metiendo, como si tuviera un bombo bajo mis pies, colgado de mi estómago, sostenido por mis atributos de varón. Es el alma colectiva que cita el autor, a través de otros pensadores, la que limita facultades del intelecto y propone un aumento de la afectividad.
Este libro es un ida y vuelta entre la historia, las anécdotas, los desastres dirigenciales, las glorias acumuladas a veces, en otras extrañadas mucho tiempo, y la búsqueda de la explicación de por qué en eso se nos va la vida.
Víctor Hugo Morales
Introducción
UNA PASIÓN. UN SENTIMIENTO. LA HINCHADA (simpatizantes, fans, torcedores, seguidores). Son significaciones, opiniones, palabras que no faltan en cualquier conversación de fútbol de un grupo de amigos o amigas. Perspectivas que el hincha de Racing destaca de sí mismo, características acentuadas como propiedades exclusivas de su ser –ser hincha de Racing–. Sin embargo, los simpatizantes del resto de los ochenta clubes de fútbol, afiliados a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) (distribuidos en las cinco categorías, determinadas por la Primera División, B Nacional, Primera B, Primera C, Primera D), hacen referencia a las mismas significaciones para expresar su comunión al equipo que alientan.
Si existiera la posibilidad de desplazarse un poco de ese torbellino que se forma en los debates o discusiones acaloradas de amigos y amigas, en los que hasta se levanta el tono de voz, como dominados por el énfasis, seguramente escucharíamos las mismas palabras y significaciones de ambos lados. Cada cual apelará a distintos argumentos para sostener el debate y no solo eso, sino para ganarlo si esto fuera posible. Se escucharía y se observaría una competencia que expone quién es más pasional, o quién es el que tiene el mayor sentimiento, apoyado, justificado, vinculado al club que los representa (?).
Lo último remite a un viejo chiste que dice que los argentinos tenemos la más larga y la más ancha del mundo (haciendo referencia a la avenida Rivadavia y a la avenida 9 de Julio respectivamente). El chiste hace referencia a la potencia masculina específicamente. Transcurriendo la década de 1880, Freud inicia un proceso de investigación del aparato psíquico, abordándolo desde una teoría falocéntrica. Extrae de las fantasías sexuales infantiles que el niño se da cuenta de que tiene pene y ve que la niña no lo tiene, lo perdió o se lo cortaron (como si alguna vez lo hubiera tenido). La idea de castración se convierte en amenaza de pérdida y el tener, en una exigencia que empuja a tener más, y cada vez más, dando lugar al aspecto competitivo de la masculinidad, ubicado tanto en hombre como en mujeres. La mayor representación popular de competitividad deportiva en la Argentina es el fútbol. Es un escenario propicio para intentar ser único para los otros. Como si fuera una réplica de la competencia entre hermanos que intentan ser los más queridos por la madre. En el proceso de construcción del aparato psíquico, esta fantasía sexual infantil define una posición desde donde se mirará la realidad exterior. Sería el capítulo cero de una serie que tiene tantas temporadas como años de vida una persona. Se trata de una posición subjetiva arraigada que ofrecerá resistencia a ser modificada. El viaje entre ser potente o tener potencia nos ubica en un modo de vivir frente a la castración. Claro que en esta lógica fálico/castración no hay nada más fálico que ser hincha de un club BIEN GRANDE.
En esta oportunidad, nada va a ser diferente. También apelaremos a argumentos con un único objetivo que es el de ser subjetivos, con el único objeto de ser sujetos. A modo de spoiler, se anuncia que no habrá imparcialidad en la selección de datos históricos ni en el recorte de la información volcada en el recorrido que emprenderemos. Si el lector llegó a este punto, ya puede quedarse tranquilo de que no será traicionado en relación a esto. Nada de lo que encuentre en estas líneas se ubicará cercano a la inocencia de la objetividad.
No obstante lo cual, haremos el esfuerzo de realizar un trabajo con la prolijidad necesaria para articular: en primer término, el relevamiento de datos históricos de la constitución y el sostenimiento del club a lo largo de su existencia; en segundo lugar, con los períodos políticos que le corresponden a cada época y vínculos e influencias con personajes importantes del pasado político de la Argentina, y tercero, realizar lo dicho anteriormente pretendiendo hacer una lectura psicoanalítica, perspectiva singular que hace foco sobre la relación entre el deseo y su objeto.
Para cuando este trabajo se publique, si es que alguna vez sea publicado, el club habrá cumplido 117 años de su fundación, el día 25 de marzo de 20201. A lo largo de este tiempo se ha atravesado una importante variedad de contextos sociales, políticos e internacionales. Entre los más destacados del exterior, hubo dos guerras mundiales. En nuestro país, la loca decisión del enfrentamiento bélico con Gran Bretaña por la recuperación de nuestras queridas Islas Malvinas. Entre golpes de Estado a presidentes elegidos democráticamente y los golpes dentro de las FF.AA., ha habido más de diez destituciones. La renuncia de un presidente. Dos hiperinflaciones. Tasas de desocupación que oscilan entre el 25 % y el 6 %.
Podríamos resumir en cuatro los períodos de dictaduras: el primer golpe de Estado que iniciaría la serie es el que inaugura lo que se denominó “Década infame” con la destitución del presidente radical Hipólito Yrigoyen, que va desde 1930 a 1946, conformado por seis presidentes que, más que sucederse uno a otro, se han ido destituyendo uno a otro. El segundo período de dictadura de 1955 a 1958, autodenominado caprichosamente “Revolución Libertadora” que iniciaría un largo tramo de 18 años de proscripción del peronismo. Tercer momento de dictadura, desde el año 1966 a 1973, conformado por tres presidentes, y la cuarta etapa de catástrofe cívica, desde 1976 a 1983, compuesto por cuatro mandatarios. Finalmente, el retorno a la democracia en 1983, iniciado por el presidente electo Raúl Alfonsín, quien ha sido sucedido en ocho oportunidades en su cargo, desde entonces y hasta la fecha.
Estos acontecimientos y otros de suma influencia en la calidad de vida de los ciudadanos, producidos a lo largo de más de un siglo, son atravesados por (lo que al decir de Jorge Valdano, delantero de la selección Argentina, campeón del mundial de México 1986) “lo más importante entre los temas menos importantes”, el fútbol.
Deporte que ha variado, ha cambiado mucho, pero mucho, muchas veces, desde el amateurismo hasta el profesionalismo, pero siempre sostenido por ese lazo social, producido por el amor de sus simpatizantes, con la particularidad de una identificación colectiva a un rasgo, que para cada quien serán los colores de la camiseta, el nombre del club, el gusto por su juego, el afecto por la cercanía al barrio donde se desarrolló la niñez, porque el padre le transmite el legado del club del que debe ser hincha, o vaya a saber cuál será para cada quien ese rasgo que lo identifica.
El material desplegado en las siguientes páginas es consecuencia de un trabajo de investigación, a través de la búsqueda de información de contenido público, de un trabajo de campo realizado con entrevistas a algunos protagonistas y un intento de articulación conceptual desde una perspectiva psicoanalítica, como fue dicho anteriormente. Hasta aquí las consecuencias; lo que causa no puede ser otra cosa que un deseo que motoriza la energía, formada por esos componentes pasionales que fueron mencionados anteriormente, entre otras cosas y que se subliman en estas líneas. La ambición es que el lector pueda hacer este viaje de manera relajada y entretenida y al final del recorrido haya logrado que sus emociones oscilen, que no se aburra y si es posible que haya sonreído alguna vez. Si sucede, misión cumplida. Muchas gracias.