De pronto, Juan ve que Jesús «pasaba» por allí. No se nos dice de dónde viene ni adónde se dirige. No se detiene junto a Juan. Va más lejos que este grupo que busca ser limpiado de su pecado en las aguas del Jordán. Juan se fija en él e inmediatamente lo comunica a sus discípulos: «Este es el Cordero de Dios».
Jesús viene de Dios, no con poder ni gloria, sino como un cordero indefenso e inerme. Nunca se impondrá por la fuerza, a nadie forzará a creer en él. Nunca se defenderá. Un día será sacrificado en una cruz. Los que quieran seguirlo habrán de acogerle libremente.
Seguramente, los dos discípulos no han entendido gran cosa. Jesús sigue siendo para ellos un desconocido, pero, al oír a Juan, algo se despierta en su interior. Abandonan al que hasta ahora ha sido su profeta y maestro y siguen a Jesús. Se distancian del Bautista y comienzan un camino nuevo.
El texto lo dice de manera clara: «Oyeron a Juan y siguieron a Jesús». Así comienza con frecuencia el seguimiento a Jesús. Estas palabras subrayan lo importantes que son las personas que ayudan a otros a entrar en relación con Jesús. Estos dos discípulos encontraron a Jesús gracias a las palabras y la orientación de Juan. No hemos de olvidarlo.
2. Segunda escena: primer diálogo con Jesús
(vv. 38-39a)
Los dos discípulos que han escuchado a Juan comienzan a seguir a Jesús sin decir palabra alguna. Todavía no ha habido un contacto personal con él. Hay algo en Jesús que los atrae, aunque todavía no saben quién es ni hacia dónde los lleva. Sin embargo, para seguir a Jesús no basta escuchar lo que otros nos dicen de él. Es necesario vivir una experiencia personal.
Es Jesús quien rompe el silencio. Durante un cierto tiempo, los discípulos caminan tras él y Jesús es consciente de que le siguen. El texto sugiere que, cuando alguien se está acercando a Jesús, es él quien sale a su encuentro.
«¿Qué buscáis?». Es la primera palabra de Jesús en el evangelio de Juan y también la pregunta que, desde el Evangelio, Jesús nos hace a los lectores de todos los tiempos: ¿qué buscáis? ¿Qué esperáis de mí? ¿Por qué me seguís precisamente a mí?
«Maestro, ¿dónde vives?». La respuesta de los discípulos es decisiva en este relato evangélico. Ya el título con el que se dirigen a Jesús es significativo: «Maestro». Los dos discípulos sienten que Jesús es alguien que les puede enseñar a vivir. Más aún. Están dispuestos a convertirse en discípulos. Es el primer paso. «¿Dónde vives?», ¿dónde está el secreto de tu vida?, ¿qué es para ti vivir? Jesús los está encaminando hacia un lugar nuevo, y lo quieren conocer: ¿dónde vives? Estos dos discípulos no andan buscando en Jesús nuevas doctrinas. Quieren aprender de él un modo diferente de vivir que todavía no conocen: les atrae aprender a vivir como él. El texto nos plantea a quienes queremos vivir como Jesús esa misma pregunta: ¿dónde podemos encontrar hoy a Jesús? ¿Dónde experimentar su estilo de vivir?
«Venid y lo veréis». Esta es la respuesta de Jesús. Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis por fuera información de otros. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo, cómo oriento mi vida, a qué me dedico y qué es lo que me hace vivir. Esto dice el texto evangélico: solo teniendo la experiencia de un encuentro personal y vivo con él es posible ser discípulo de Jesús.
3. Conclusión (v. 39b)
«Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él». Los discípulos escuchan a Jesús y toman la decisión que cambiará para siempre su vida. Se olvidan de Juan, dejan otros caminos y se quedan con Jesús. Entran en contacto con el lugar donde vive. Se introducen en su mundo y se quedan con él.
Los tres verbos que emplea el autor expresan de forma precisa y clara el camino que conduce a la verdadera fe. Para conocer a Jesús no basta con oír hablar de él, no es suficiente obtener información sobre sus hechos y sus dichos. Es necesario encontrarnos con él, experimentar dónde vive y quedarnos con él. La lectura orante del Evangelio nos ofrece uno de los mejores caminos para ir a Jesús, contemplar cómo vive y dejarnos enseñar por sus palabras.
Este texto que estamos leyendo tiene gran importancia para nosotros. Escuchamos las primeras palabras que pronuncia Jesús en el evangelio de Juan. Nos ofrece el primer diálogo que tiene Jesús con los que comienzan a seguirle. Nos indica en qué actitud podemos empezar a practicar la lectura orante del Evangelio. Nos dice en pocas palabras lo esencial mejor que muchas palabras complicadas.
MEDITAMOS
Nos disponemos a meditar lo que hemos leído. Ahora nos disponemos a escuchar a Jesús, nuestro Maestro interior. Está dentro de mí. ¿Qué me dice a mí a través de este texto?
1. Primera escena: orientados por el Bautista, dos discípulos entran en contacto con Jesús
Leemos con atención cómo se produce el encuentro de dos discípulos del Bautista con Jesús (vv. 35-37).
– ¿He sentido alguna vez que Jesús pasaba por mi vida?…
– ¿Estará pasando hoy?… ¿En estos momentos?…
– ¿Qué es lo que me atrae a encontrarme con Jesús?…
2. Segunda escena: el primer diálogo con Jesús
Leemos pausadamente el primer diálogo entre Jesús y los dos discípulos (vv. 38-39a). Lo saboreamos, lo grabamos en nuestro interior…
«¿Qué buscáis?»
– ¿Cómo respondo yo a esta pregunta de Jesús?…
– ¿Qué busco sobre todo en estos momentos?…
– ¿Qué espero de él?…
«Maestro, ¿dónde vives?»
– ¿Siento a Jesús como Maestro?… ¿Estoy dispuesto a dejarme enseñar por él?…
– ¿Me atrae aprender a vivir como él?…
– ¿Qué es lo que más necesito aprender de él?…
«Venid y lo veréis»
– ¿Cómo respondo yo a esta llamada de Jesús?…
– ¿Me siento llamado a buscarlo en mi interior como Maestro?…
3. Conclusión
Leemos la conclusión del relato tomando conciencia de su contenido (v. 39b).
– ¿Quiero «quedarme» con Jesús… y aprender a vivir como él?…
– ¿Me comprometo a practicar la lectura orante del Evangelio?…
ORAMOS
Hasta ahora hemos estado recibiendo de Jesús su luz y acogiendo sus llamadas. Ha llegado el momento de responderle y dialogar con él. Ofrezco algunas sugerencias para quienes deseen un punto de partida.
– Me llena de alegría saber que sigues pasando por mi vida… Nunca te lo agradeceré bastante…
– Quiero empezar un camino nuevo para seguirte con más fidelidad… Necesito más que nunca de tu ayuda… ¿Cómo me ves?…
– Me preguntas qué busco al acercarme a ti… Creo que nunca te había escuchado estas palabras… No sé si lo tengo claro… Dame tu luz…
– Cómo cambiaría todo si pudiera aprender a vivir como tú… ¿Qué puedes hacer por mí?…
– «Ven conmigo y lo verás». Cómo me animan tus palabras… Siento que son de verdad… Te escucho en silencio…
CONTEMPLAMOS
Vamos