Ficción-historia. Juan José Barrientos. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan José Barrientos
Издательство: Bookwire
Серия: Hetorodoxos
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9786073041775
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y relata que “murió en España, pero su cadáver fue llevado años después al Nuevo Mundo… enterrándolo en la catedral de la ciudad de Santo Domingo”, así como que, “En 1795, al abandonar España a la República Francesa, por el tratado de Basilea, la parte española de dicha isla…, creyó oportuno llevarse el cadáver de Colón, y después de numerosas investigaciones notariales y demás ceremonias lo trasladaron con gran pompa a la catedral de La Habana”; posteriormente, “cuando reconoció España la independencia de Cuba, se llevó de nuevo el cadáver a Sevilla, y allí reposa actualmente, en la catedral de dicha ciudad” (326). Sin embargo, en 1877, el obispo de Santo Domingo:

      que se llamaba Cocchia y un canónigo Bellini, los dos italianos a juzgar por sus apellidos, […] encontraron un segundo cadáver de Colón, dando a entender que los comisionados españoles del siglo xviii se habían equivocado al hacer el traslado de sus restos, y en vez de llevarse el cadáver del Almirante habían cargado con el de su hijo o nieto, pues los tres estaban enterrados en el mismo altar (327).

      En realidad, Blasco Ibáñez no cree en esa equivocación, pero de cualquier modo anota que a Colón no sólo se le han atribuido varios lugares de nacimiento sino también dos tumbas. Por su parte, Alejo Carpentier nos entera en la primera parte de su novela de que Pío IX “había encargado al historiador francés, el conde de Roselly de Lorgues, una Historia de Cristóbal Colón varias veces leída y meditada por él, que le parecía de un valor decisivo para determinar la canonización del descubridor del Nuevo Mundo” (17), así como de que esta idea se le había ocurrido durante un viaje a Argentina y Chile realizado en su juventud. El desenlace de esta historia tiene lugar en la tercera parte de la novela, donde el fantasma de Colón asiste a la reunión de la Congregación de los Ritos en que, después de oír el testamento del padre Las Casas y las opiniones de Victor Hugo y Julio Verne, se rechaza definitivamente la beatificación que habían solicitado cientos de obispos. Es como si en vez de un epílogo Carpentier hubiera escrito dos, pues en ambos textos —la primera y la tercera parte de su novela— se exponen hechos posteriores a los de la parte central, cuyo sentido aclaran; también se podría decir que Carpentier dividió el epílogo en dos partes, colocando una al principio y otra al final de la novela, porque lo que cuenta en la tercera parte es continuación de la primera. El arpa y la sombra es de cualquier manera un tríptico. Las confesiones de Colón ocupan la parte central, mientras que a los lados se refiere la historia de su frustrada incorporación al santoral. En la parte central, Alejo Carpentier escribe de manera específica contra Blasco Ibáñez, pero en general se opone a Paul Claudel, a quien se le dedican además la primera y tercera parte.

      Obras citadas

      Anzoátegui. Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón, trad. de José García de Villalba, Madrid, 1833-34.

      Blasco Ibáñez, Vicente. En busca del Gran Khan, Barcelona, Plaza y Janés, 1978.

      Carpentier, Alejo. El arpa y la sombra, México, Siglo XXI, 1979.

      Colón, Fernando. Vida del almirante Don Cristóbal Colón, ed. de Ramón Iglesia, México, Fondo de Cultura Económica, 1947.

      Gandía, Enrique de. Historia de Cristóbal Colón: Análisis crítico de las fuentes documentales y de los problemas colombinos, México, Editora Latino Americana, 1953.

      Gerbi, Antonello. La naturaleza de las Indias nuevas, de Cristóbal Colón a Fernández de Oviedo, trad. de A. Alatorre, México, Fondo de Cultura Económica, 1978.

      Heers, Jacques. Christophe Colomb, París, Hachette, 1981.

      Leante, César. “Confesiones sencillas de un escritor barroco”, en Homenaje a Alejo Carpentier: Variaciones interpretativas en torno a su obra, ed. de Helmy Giacoman, Nueva York, Las Américas, 1970.

      Madariaga, Salvador de. Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón, 3a. ed., Buenos Aires-Sudamericana, 1944.

      Menéndez Pidal, Marcelino. La lengua de Cristóbal Colón, 5a. ed., Madrid, Espasa-Calpe, col. Austral núm. 280, 1960.

      Morison, Samuel Eliot. Admiral of the Ocean Sea, Boston, Little Brown and Company, 1942.

      Wassermann, Jacob. Cristóbal Colón, el Quijote del océano, 5a. ed., Buenos Aires, Losada, 1958.

      1 “Le livre de Christophe Colomb” en Théatre, Bibliothèque de la Pléiade núm. 73, París-Gallimard, 1965, ii, 149-156 y 1139-1141.

      2 Véase “Colón y los vikingos”, de Arturo Arnaiz y Freg, una conferencia de 1965 publicada en Diorama (suplemento cultural del periódico Excélsior) el 31 de agosto y el 7 de septiembre de 1980.

      3 Así lo dice Jacques Heers. Christophe Colomb (París, Hachette, 1981), 25, pero en su bibliografía no figura ningún escrito de Vignaud publicado en 1913 y tampoco ningún trabajo de Nowell; sin embargo, Gandía menciona “Columbus, a Spaniard and a Jew” de Vignaud, publicado en la American Histórical Review, 18 (1913), núm. 3, así como “The Columbus Question”, de Nowell, publicado en la misma ahr, núm. 44 (1939), 802-822.

      4 De esta comedia se conserva una escena en las Gesammelte Werke (Reinbeck, 1972) de Kurt Tucholsky, que la escribió con Walter Hasenclever, además la describe Ernest Wetzel en Der Kolumbus-Stojff im deutschen Geistesleben (Breslau: 1935), 84-85, y la considera bastante mala.

      5 La descripción de la reina coincide con la de Hernando del Pulgar en Claros varones de Castillia, (Buenos Aires, Espasa-Calpe, colección Austral núm. 832, 1948), 135 y 136; la de Colón con la de su hijo Fernando, pero el genovés parece aquí mucho menos claro de piel, pues Carpentier no dice que tuviera “la color blanca y encendida”, sino que más bien lo presenta bronceado.

      6 Menéndez Pidal escribe que el cronista Alonso de Patencia “va recogiendo noticias de cómo aquí y allá las gentes murmuraban porque la voluntad del rey se supeditaba a la de la reina”, y anota que “el viajero Nicolau Von Poppelau, que en 1484 vio a los Reyes en Sevilla, pudo percibir cómo el rey no hacía nada sin consentimiento de la reina, no sellaba sus propias cartas sin que la reina las leyese, y si la reina desaprobaba alguna, el secretario la rasgaba en presencia del mismo rey; observaba también este viajero que las órdenes del rey, aun en Aragón o en Cataluña, no eran tenidas en mucho, pero todos temblaban al nombre de la reina”. Además, recuerda que Lucio Marineo Sículo había dicho que “tametsi multorum iudicio forma Regina pulchrior ingenio acutior animo splendidior et decoro gravior habebatur”, es decir, que “a juicio de muchos la reina era de aspecto más majestuoso, de ingenio más vivo, de alma más grande y de conducta más grave”, según traduce en una parte, pues en otra escribe simplemente que “a juicio de muchos, la reina era de ingenio más vivo, de corazón más grande y de mayor gravedad”. No hay duda de que Carpentier se basa en Menéndez Pidal y sólo modifica su traducción. Los Reyes Católicos y otros estudios (Buenos Aires, Espasa-Calpe, colección Austral núm. 1268, 1962), 31-32 y 62.

      7 Acerca de la navegación en esa época lo mejor es leer los capítulos ix, x, xi, xii, xiii, xiv y xv de Morison, sobre todo el xiii titulado “How Columbus navigated”.

      8 Wassermann escribe que “La dramática escena en la que la chusma alborotada otorga a Colón un plazo de tres días para descubrir tierra, sentenciándolo a muerte en caso de que fracase, este toque de folletín se remonta a Oviedo, compilador sin crítica de datos inse­guros. Por muy escépticos que seamos respecto a las demás noticias suministradas por el almirante, podemos en este caso aceptar confiadamente su testimonio de que el motín no pasó a mayores; si los sublevados hubieran cometido semejantes excesos, de seguro no habría desperdiciado la ocasión de contárnoslo