La disciplina del corazón nos ayuda a dejar entrar a Dios en nuestro corazón para que podamos conocerle ahí, en los más recónditos rincones de nuestro propio ser.
Cómo vivir una vida espiritual en un mundo material
19 DE ENERO
Estás en casa, aunque aún estés en camino
Cuando Dios se ha convertido en nuestro pastor, en nuestro refugio, en nuestra fortaleza, entonces podemos tenderle la mano en medio de un mundo fragmentado y sentirnos como en casa, aunque aún estemos de camino. Cuando Dios mora en nosotros, podemos entrar en un diálogo sin palabras con él mientras seguimos esperando el día en que nos conducirá a la casa donde ha preparado un lugar para nosotros (Jn 14,2). Entonces podemos esperar, aunque ya hayamos llegado y podemos pedir aquello que, sin embargo, ya hemos recibido. Y entonces podremos reconfortarnos unos a otros con las palabras de Pablo (Flp 4,6-7):
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Abriéndonos
20 DE ENERO
Aprender a confiar en Dios
La mayoría de nosotros desconfiamos de Dios. La mayor parte de nosotros pensamos en Dios como un poder aterrador y represor, o como una nada vacía e impotente. El mensaje central de Jesús era que Dios no es ni un débil indefenso ni un amo poderoso, sino un amante cuyo único deseo es darnos lo que más profundamente desea nuestro corazón.
Orar es escuchar esa voz de amor. Es aquello en lo que consiste la obediencia. La palabra «obediencia» procede del latín ob-audire, que significa «escuchar con gran atención». Si no escuchamos, nos hacemos «sordos» a la voz del amor. El término latino para sordo es surdus. Estar completamente sordo es estar absurdus, sí, absurdo. Cuando dejamos de orar, cuando dejamos de escuchar la voz amorosa que nos habla en el momento, nuestras vidas se vuelven vidas absurdas, en las que somos zarandeados de un lado a otro entre el pasado y el futuro.
Si tan solo pudiéramos, unos minutos al día, estar enteramente donde estamos, descubriríamos de verdad que no estamos solos, que quien está con nosotros solo quiere una cosa: darnos amor.
Aquí y ahora
21 DE ENERO
Lectura espiritual
La lectura espiritual no es solo leer sobre personas espirituales o asuntos espirituales. Es también leer espiritualmente, es decir, ¡de forma espiritual! Leer de forma espiritual es leer con el deseo de dejar que Dios se acerque más a nosotros...
El objetivo de la lectura espiritual no es dominar el conocimiento o la información, sino dejar que el Espíritu de Dios nos domine. Por extraño que pueda sonar, la lectura espiritual consiste en dejarnos leer por Dios...
La lectura espiritual es leer con una atención interna al movimiento del Espíritu de Dios en nuestra vida exterior e interior. Con esa atención permitiremos que Dios nos lea y nos explique qué somos realmente.
Aquí y ahora
22 DE ENERO
El amor de Dios sopla donde quiere
No podemos comprender a Dios: la mente humana no es capaz de captarlo. La verdad escapa a nuestras capacidades humanas. La única manera de acercarnos a ella es poniendo constantemente el énfasis en las limitaciones de nuestras capacidades humanas para «tener» o «saber» la verdad. No podemos explicar a Dios ni su presencia en la historia. En cuanto identificamos a Dios con un acontecimiento o situación determinados jugamos a ser Dios y distorsionamos la realidad. Solo podemos ser fieles en nuestra afirmación de que Dios no nos ha abandonado, sino que nos llama en medio de las inexplicables paradojas de la vida. Es muy importante ser conscientes de esto. Existe la gran y discreta tentación de pensar o decir a otros dónde está Dios actuando y dónde no, cuándo está presente y cuándo no; pero nadie, ni cristiano, ni sacerdote, ni monje, tiene ningún conocimiento «especial» sobre Dios. Dios no puede estar limitado por ninguna idea o predicción humana. Es superior a nuestra mente y a nuestro corazón, y perfectamente libre de revelarse donde quiera y cuando quiera.
Mi diario en la abadía Genesee
23 DE ENERO
Tu vida está guiada por Dios
Caminar en presencia del Señor significa avanzar en la vida de tal manera que todos nuestros deseos, pensamientos y acciones estén constantemente orientados por él. Cuando caminamos en presencia del Señor, todo lo que vemos, oímos, palpamos o saboreamos nos recuerda a él. Esto es lo que significa llevar una vida de oración. No es una vida en la que recemos muchas oraciones, sino una vida en la que nada, absolutamente nada, se hace, se dice o se entiende fuera de él, que es el origen y el fin de nuestra existencia. Esto lo expresó apasionadamente el stárets ruso ortodoxo del siglo XIX Teófanes el Recluso:
En cada tarea se debe poner el corazón temeroso de Dios, un corazón constantemente impregnado por la idea de Dios; y esta será la puerta a través de la cual el alma entrará en la vida activa [...] Lo importante es permanecer en el recuerdo de Dios y caminar en su presencia 1.
La memoria viva de Jesucristo
24 DE ENERO
Estar en el mundo sin ser del mundo
«Estar en el mundo sin ser del mundo». Estas palabras resumen bien la forma en que Jesús habla sobre la vida espiritual. Es una vida en la que estamos totalmente transformados por el Espíritu del amor. Y aun así es una vida en la que todo parece permanecer igual. Llevar una vida espiritual no significa que debamos dejar nuestra familia, renunciar a nuestro trabajo o cambiar nuestra forma de trabajar; no significa que tengamos que retirarnos de las actividades sociales o políticas o perder interés por la literatura y el arte; no requiere formas rigurosas de ascetismo o largas horas de oración. Cambios como estos podrían aumentar, de hecho, nuestra vida espiritual, y para ciertas personas puede ser necesario tomar decisiones radicales. Pero la vida espiritual puede llevarse de tantas formas diferentes como personas hay en el mundo. La novedad es que nos hemos trasladado de las innumerables cosas hasta el Reino de Dios. La novedad es que nos hemos liberado de los apremios de este mundo y hemos puesto nuestro corazón en la única cosa necesaria. La novedad es que ya no sentimos que todas las cosas, la gente y los acontecimientos son causas interminables de preocupación, sino que empezamos a vivirlas como la rica variedad de formas en que Dios nos da a conocer su presencia.
Cambiar desde el corazón, escuchar al espíritu
25 DE ENERO
La casa del amor
«No temas, no tengas miedo», son las palabras que más necesitamos escuchar. Estas palabras las escuchó Zacarías cuando Gabriel, el ángel del Señor, se le apareció en el Templo y le dijo que su mujer, Isabel, iba a dar a luz a un hijo; fueron las palabras que escuchó María cuando el mismo ángel entró en su casa en Nazaret y le anunció que iba a concebir, a dar a luz a un hijo, y que le llamaría Jesús; fueron las mismas palabras que escuchó la mujer que se acercó al sepulcro y vio que la piedra de la entrada había sido rodada. «No temas, no temas, no temas». La voz que pronunció esas palabras resuena a lo largo de la historia como la voz de los mensajeros de Dios, ya sean ángeles o santos. Es la voz que anuncia una nueva forma de ser, de estar en la casa del amor, la casa del Señor... La casa del amor no es solo un lugar en la vida después de la muerte, un lugar en el cielo más allá de este mundo. Jesús nos ofrece esta casa aquí mismo, en medio de nuestro agitado mundo.
Signos de vida
26 DE ENERO
Todo