El Imperialismo, fase superior del capitalismo. V. I. Lenin. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: V. I. Lenin
Издательство: Bookwire
Серия: Cuadernos de Octubre
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789874039347
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y a los esclavos asala­riados del capital en los países “civilizados”.

      La propiedad privada fundada en el trabajo del peque­ño propietario, la libre concurrencia, la democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los capitalistas y su prensa engañan a los obreros y a los campesinos, per­tenecen a un pasado lejano. El capitalismo se ha trans­formado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “avan­zados”. Este botín se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo.

      III

      La paz de Brest-Litovsk, dictada por la monárquica Alemania, y la paz aún más brutal e infame de Versalles, impuesta por las repúblicas “democráticas” de América y de Francia y por la “libre” Inglaterra, han prestado un ser­vicio extremadamente útil a la humanidad, al desenmas­carar al mismo tiempo a los coolíes de la pluma a sueldo del imperialismo y a los pequeños burgueses reacciona­rios -aunque se llamen pacifistas y socialistas-, que cele­braban el “wilsonismo” y trataban de hacer ver que la paz y las reformas son posibles bajo el imperialismo.

      Decenas de millones de cadáveres y de mutilados, víc­timas de la guerra -esa guerra que se hizo para resolver la cuestión de si el grupo inglés o alemán de bandoleros financieros recibiría una mayor parte del botín-, y enci­ma, estos dos “tratados de paz” hacen abrir, con una ra­pidez desconocida hasta ahora, los ojos de millones y decenas de millones de hombres sojuzgados, oprimidos, embaucados y engañados por la burguesía. Sobre la rui­na mundial creada por la guerra, se agranda así la crisis revolucionaria mundial, que, por largas y duras que sean las peripecias que atraviese, no podrá terminar sino con la revolución proletaria y su victoria.

      El Manifiesto de Basilea de la II Internacional, que, en 1912, caracterizó precisamente la guerra que estalló en 1914 y no la guerra en general (hay diferentes clases de guerra; hay también guerras revolucionarias), ha quedado como un mo­numento que denuncia toda la vergonzosa bancarrota, toda la traición de los héroes de la II Internacional.

      IV

      Hemos prestado en este libro una atención especial a la crítica del “kautskismo”, esa corriente ideológica interna­cional representada en todos los países del mundo por los “teóricos más eminentes”, por los jefes de la II Internacional (Otto Bauer y Cía. en Austria, Ramsay MacDonald y otros en Inglaterra, Albert Thomas en Francia, etc., etc.) y por un número infinito de socialistas, de reformistas, de pacifistas, de demócratas burgueses y de clérigos.

      Esa corriente ideológica, por una parte, es el producto de la descomposición, de la putrefacción de la II Internacional y, por otra parte, es el fruto inevitable de la ideología de los pequeños burgueses, a quienes todo el ambiente los hace pri­sioneros de los prejuicios burgueses y democráticos.

      En Kautsky y las gentes de su calaña, tales concepcio­nes significan precisamente la abjuración completa de los fundamentos revolucionarios del marxismo, defendidos por Kautsky durante decenas de años, sobre todo, dicho sea de paso, en la lucha contra el oportunismo socialis­ta (de Bernstein, Millerand, Hyndman, Gompers, etc.). Por eso, no es un hecho casual que los “kautskistas” de todo el mundo se hayan unido hoy, práctica y política­mente, a los oportunistas más extremos (a través de la II Internacional o Internacional amarilla) y a los gobiernos burgueses (a través de los gobiernos de coalición burgue­ses con participación socialista).

      El movimiento proletario revolucionario en general, que crece en todo el mundo, y el movimiento comunis­ta en particular, no puede dejar de analizar y desenmas­carar los errores teóricos del “kautskismo”. Esto es tanto más necesario cuanto que el pacifismo, y el “democratis­mo” en general -que no tienen pretensiones de marxis­mo, pero que, enteramente al igual que Kautsky y Cía., disimulan la profundidad de las contradicciones del im­perialismo y la inevitabilidad de la crisis revolucionaria engendrada por éste- son corrientes que se hallan toda­vía extraordinariamente extendidas por todo el mundo. La lucha contra tales tendencias es el deber del parti-do del proletariado, que debe arrancar a la burguesía los pequeños propietarios que ella engaña y los millones de trabajadores cuyas condiciones de vida son más o menos pequeño-burguesas.

      V

      Se encuentra precisamente en el parasitismo y en la des­composición del capitalismo, inherentes a su fase histórica superior, es decir, al imperialismo. Como lo demostramos en este libro, el capitalismo ha destacado ahora una posi­ción privilegiada a un puñado (menos de una décima parte de la población de la tierra, menos de un quinto, calcu­lando “con generosidad”) de Estados particularmente ricos y poderosos, que saquean a todo el mundo con el simple “recorte del cupón”. La exportación de capital da ingresos que se elevan a ocho o diez mil millones de francos anua­les, de acuerdo con los precios de antes de la guerra y se­gún las estadísticas burguesas de entonces. Naturalmente, ahora eso representa mucho más.

      Es evidente que una superganancia tan gigantesca (ya que los capitalistas se apropian de ella, además de la que exprimen a los obreros de su “propio” país) permite co­rromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de los países “adelan­tados” los sobornan, y lo hacen de mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas.

      Esta capa de obreros aburguesados o de “aristocracia obrera”, completamente pequeños burgueses en cuan­to a su manera de vivir, por la magnitud de sus salarios y por toda su mentalidad, es el apoyo principal de la II Internacional, y, hoy día, el principal apoyo social (no mi­litar) de la burguesía. Pues éstos son los verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, los lu­gartenientes obreros de la clase capitalista (labour lieute­nants of the capitalist class), los verdaderos portadores del reformismo y del chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se ponen inevitablemente, en número no despreciable, al lado de la burguesía, al lado de los versalleses contra los comuneros. Sin haber com­prendido las raíces económicas de ese fenómeno, sin ha­ber alcanzado a ver su importancia política y social, es imposible dar el menor paso hacia la solución de las ta­reas prácticas del movimiento comunista y de la revolu­ción social que se avecina.

      El imperialismo es el preludio de la revolución social del proletariado. Esto ha sido confirmado, en una esca­la mundial, desde 1917.

      N. Lenin

      6 de julio de 1920

      6 E1 presente prólogo fue publicado por primera vez, bajo el título de El imperialismo y el capitalismo, en el N° 18 de la revis­ta La Internacional Comunista, correspondiente