La tercera razón es que, ante los problemas estructurales, se plantea una bifurcación: o tienen prevalencia los principios familiares dentro de la empresa o la tienen los requerimientos de la misma.
La familia que ha identificado su unidad y su progreso con la unidad y el progreso de la firma estará inclinada a tomar, en esa alternativa, una decisión errónea: optará por una serie de supuestos principios familiares, pensando que, de lo contrario, sacrificará a la familia en aras de la empresa, subordinando una entidad a la otra, cuando en realidad se trata de dos entidades autónomas. A esta postura llegan indefectiblemente los negocios que han sido fundados en función de la familia.
FUNCIÓN SOCIAL DE LA PROPIEDAD
Si no se distinguen claramente la institución familiar y la empresa, esta puede haber estado viviendo no al servicio de la sociedad, sino de una sociedad en particular y reducida: una familia.
La propiedad de la compañía no es absoluta, está en función del bien social. La empresa no puede supeditarse antes a los derechos particulares de sus dueños, sean o no familiares, que a los derechos generales de la sociedad.
La renuncia al control familiar del negocio para que cumpla más eficazmente sus objetivos y requerimientos como empresa es un modo concreto de esta función social de la propiedad. Cuando se tiene una errónea concepción absoluta de la propiedad, se estará abusando de ella y serán firmas fundadas con el deseo de prolongar la obra personal de sus fundadores.
En cambio, si se considera a la empresa como tal, puede conservar el carácter familiar en el control del capital y, en los puestos básicos, tener directivos plenamente capacitados. Las metas y la organización de la firma familiar se doblegan y modifican para satisfacer los requerimientos industriales y la familia logra superar la crisis de liderazgo. Otra posibilidad es reemplazar la empresa de familia por una sociedad anónima, administrada de forma corporativa.
Las opciones parciales, que no encaran la realidad, es decir, que no deciden la prevalencia de la empresa como tal, mantienen el carácter familiar atenuado, sin tomar una decisión crucial, y convierten cada decisión parcial en un problema que compromete tanto a la familia como a la compañía.
Lo que nadie puede hacer es engañarse a sí mismo, aparentando prescindir de un aspecto de dominio, ya sea de propiedad o directivo, con la esperanza oculta de conservar los dos: nombrando así a un director profesional, pensando en poder dirigirlo desde la propiedad, o bien, seguir ejerciendo la dirección acompañado de familiares, aunque se tenga que perder el capital mayoritario, pensando que son necesarios y que poseen derechos fundacionales intransferibles. La dirección no logra olvidarse del carácter familiar y los inversionistas tendrán que desprenderse de esa dirección (y de la familia que pretende seguir en esa posición).
ARMONÍA Y DEDICACIÓN, LA FÓRMULA
La empresa familiar no está condenada a la muerte ni vacunada contra la expansión. Sus límites no están señalados ni por el tiempo ni por el volumen; no son convencionales ni genéricos. Derivan de la presencia o ausencia de sus dos cualidades competitivas: la armonía y la dedicación, y de la presencia o ausencia de su defecto congénito: proclividad a la confusión de los flujos económicos de la empresa.
Antes de que entren en decadencia aquellas dos cualidades ventajosas, la empresa deberá tener el acierto y valentía para dejar de fundamentarse solo en su carácter familiar. Cuando la competencia en la dirección general tenga menos peso que el carácter familiar, la empresa de familia habrá firmado su sentencia de muerte.
[1] Reseña del capítulo 15 del libro de Carlos Llano (1979) realizada por Ricardo Aparicio Castillo y Paola Espino Garza.
Greiner, L. E. (1971). “Evolution and Revolution as Organizations Grow”. Harvard Business Review. Julio-agosto.
Llano, C. (1979). Análisis de la acción directiva. México: Limusa.
FUE DIRECTOR Y PROFESOR FUNDADOR DEL IPADE Y DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA. FUE DOCTOR EN FILOSOFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE SANTO TOMÁS EN ROMA. ESTUDIÓ ECONOMÍA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID Y REALIZÓ ESTUDIOS DOCTORALES DE FILOSOFÍA EN LA UNAM. FUE POR MÁS DE TREINTA AÑOS PROFESOR DEL ÁREA DE FACTOR HUMANO DEL IPADE Y PROFESOR EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA. AUTOR DE MÁS DE VEINTE LIBROS.
EMPRESA-FAMILIA: UNA
RELACIÓN CONSTRUCTIVA[1]
RAMÓN IBARRA RAMOS
El doctor Ibarra plantea, de manera central en su obra, la necesidad de apoyar a la familia desde la empresa en una dinámica de mutuo beneficio. Ambas instituciones son fundamentales para construir una sociedad donde las personas buscan una meta vital: su felicidad.
Se parte de la premisa de que el futuro de la sociedad se fragua en la familia. Ambas instituciones se relacionan y entrelazan. La educación de cada individuo empieza en el hogar; ahí se forjan los cimientos que formarán hombres educados, con cualidades y virtudes que se habrán de desarrollar y aplicar en el futuro.
La historia de la sociedad y de las compañías se funda en la familia. Hay que crear conciencia, especialmente en los empresarios, para aportar en esta dirección y propiciar que el entramado social, compuesto por familias, funcione mejor.
LA EMPRESA: NATURALEZA E HISTORIA
La empresa se define como aquella organización humana que se estructura con fines estables, que pretende mantener durante un tiempo razonablemente largo y se esfuerza por incorporar valores en lo que se ha denominado proceso de institucionalización.
Los negocios tienen fines genéricos, que no tienen que ver con los propósitos específicos que se relacionan con el tipo de producto o servicio que ofrecen, sino que son comunes entre todos ellos:
• Poner a disposición de la comunidad una serie de bienes y servicios que la sociedad reclama y cuya necesidad da origen, sentido y permanencia a la empresa en el mercado.
• Desarrollar a las personas en la organización, es decir, contribuir en el desarrollo y perfeccionamiento personal de quienes se relacionan con la empresa.
• Crear un valor económico agregado.
• Continuar, pues la empresa buscará permanecer por mucho tiempo en operación.
Usando la terminología de Pérez López (1996), podría explicarse a través de tres criterios de actuación:
• Eficacia. Se refiere al logro de sus metas, medido en términos cuantitativos monetarios, en el que se busca la generación de valor económico agregado.
• Eficiencia. Implica un aprendizaje y mejora continua, donde sus integrantes aprenden positivamente; es necesario garantizar los procesos educativos y de desarrollo.
• Consistencia. Señala que las personas necesitan estar motivadas, no solo por intereses personales, sino por razones trascendentes, esto es, por el bien de los demás.
Resulta importante tener en cuenta que las empresas en la Antigüedad estaban íntimamente ligadas a la dinámica familiar, a través de una economía básicamente agrícola y la creación de talleres y gremios de productores. No es sino a partir de la Revolución industrial que se rompe con esta dinámica, con la aparición de nuevas estructuras sociales.
LA EMPRESA Y SU FUNCIÓN SOCIAL
La empresa familiar, como toda