La chica que se llevaron (versión española). Charlie Donlea. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Charlie Donlea
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418711046
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—Dana bajó la mirada a sus anotaciones antes de volver a sonreír—. No es ningún secreto que el país entero se ha enamorado de ti. Hay tanta gente que quiere saber cómo estás y cómo sigue tu vida ahora. ¿Van a encontrar algo de eso en el libro? ¿Algo sobre tus planes para el futuro?

      Megan sacó la mano de debajo del muslo y la movió en el aire para ayudarse a pensar.

      —Hay mucho sobre lo que ha sucedido desde aquella noche, sí.

      —¿Contigo y tu familia?

      —Sí.

      —¿Y en cuanto a la investigación que se lleva a cabo?

      —Lo que sabemos hasta ahora, sí.

      —¿Es muy difícil para ti saber que tu secuestrador sigue libre?

      —Es duro, pero sé que la policía está haciendo todo lo posible para encontrarlo. —Megan se dijo que recordaría agradecerle a su padre esa respuesta. Se la había brindado la noche anterior.

      —Antes de que sucediera todo esto, ibas a comenzar tus estudios en la Universidad Duke. Todos queremos saber si sigues con esos planes.

      Megan se pasó la lengua por el interior de los labios ásperos como papel de lija.

      —Emm… me había tomado un año después de lo sucedido. Pensaba comenzar este otoño, pero no resultó. No pude… no he podido organizar las cosas a tiempo.

      —Debe de ser difícil volver a la normalidad, desde luego. Pero entiendo que la universidad te ha dejado una invitación abierta para cuando estés preparada, ¿verdad?

      Hacía tiempo que Megan había dejado de cuestionarse la fascinación de la gente con su secuestro y sus ansias por conocer los datos escabrosos del cautiverio. Y ahora, ese deseo lujurioso de que prosiguiera su vida como si nada hubiera sucedido. Dejó de cuestionárselo cuando por fin comprendió el razonamiento que había detrás. Entrar en la Universidad Duke y llevar una vida normal permitiría a todos los que saboreaban los detalles morbosos de su cautiverio sentirse bien consigo mismos. Para ellos, la normalidad de ella los alejaba de su propio pecado. Porque si ella se mostraba desequilibrada por lo sucedido, ¿cómo podían ellos o Dana Campbell desear tan intensamente adentrarse en los detalles más perturbadores del secuestro? Si ella fuese una joven destrozada, con una vida hecha pedazos que nunca volvería a ser igual, el afán de ellos por conocer su historia resultaría sencillamente inaceptable. No podían permitirse esa atracción por su relato si terminaba de algún modo que no fuera feliz. Sin embargo, si ella había sanado, si se veía que había salido adelante gracias a su libro terapéutico y ocupaba un asiento reluciente en el aula de primer año de la Universidad Duke, y si se la veía como una persona de éxito… entonces todos podían retorcerse como gusanos en la suculenta carne de su inquietante historia y alejarse volando limpios y perlados como mariposas.

      Era necesario que Megan McDonald fuera una historia de éxito: tan simple como eso.

      —Sí —dijo Megan por fin—. Duke me ha ofrecido muchas opciones para el próximo semestre, o incluso para dentro de un año.

      Dana Campbell volvió a sonreír con mirada suave.

      —Bien, sé que has pasado por muchas cosas y que eres una inspiración para supervivientes de secuestros en todas partes. Y no dudo que este libro será un faro de esperanza para ellos. ¿Vendrás a conversar con nosotros de nuevo más adelante? ¿A ponernos al tanto sobre tu vida?

      —Por supuesto. —Sonrisa apretada.

      —Megan McDonald, mucha suerte.

      —Gracias.

      Después de repetir para la audiencia dónde podía adquirirse el libro Perdida, la señora Campbell dio paso a una pausa comercial y el estudio volvió a llenarse de voces procedentes de la zona a oscuras detrás de las cámaras.

      —Has estado muy bien —dijo a Megan.

      —No me has preguntado sobre Nicole.

      —No ha habido tiempo, querida, íbamos con retraso. Pero pondremos un enlace sobre Nicole en el sitio web.

      Y sin más, Dana Campbell se puso de pie y se alejó, dándole una palmada en el hombro al pasar. Megan asintió, ya sola en el sillón del estudio. Esto también lo comprendía. La entrevista de hoy solamente podía incluir los detalles agradables. Las partes inspiradoras. La huida heroica, el futuro prometedor y las jóvenes a quienes el libro sin duda ayudaría. La entrevista matutina era la conclusión del melodrama de Megan McDonald, que debía terminar exitosamente. No podía incluir ninguno de los elementos repugnantes de ese verano que todavía flotaban en el aire. En especial sobre Nicole.

      Nicole Cutty ya no estaba. Nicole Cutty no era una historia de éxito.

      “Una vida puede terminar pero, en ocasiones,

      el caso perdura para siempre…”

      -Gerald Colt, médico

      Septiembre de 2017

      Doce meses después de la huida de Megan

      ¿POR QUÉ PATOLOGÍA FORENSE?

      Era una pregunta que le hacían a Livia Cutty en todas las entrevistas para becaria. Generalmente mencionaba el deseo de ayudar a las familias a cerrar su duelo, el amor por la ciencia y el deseo de encontrar respuestas donde otros veían preguntas.

      Todas estas frases estaban muy bien y seguramente eran las que daban muchos de los becarios como ella. Pero, a juicio de Livia, su respuesta era diferente de todas las demás. Existía una razón por la que Livia Cutty estaba tan valorada. Una explicación por la que había sido aceptada en todos los programas para los que se había postulado. Tenía las calificaciones requeridas en la carrera de Medicina y la experiencia necesaria como residente. Sus trabajos habían sido publicados y venían altamente recomendados por sus superiores. Pero estos logros por sí mismos no eran los que la hacían destacar; muchos colegas ostentaban currículums similares. Livia Cutty era diferente por otra razón. Tenía una historia.

      —Mi hermana desapareció el año pasado —decía Livia en cada entrevista—. Elegí la medicina forense porque algún día mis padres y yo recibiremos una llamada diciendo que han hallado su cuerpo. Tendremos muchas preguntas sobre lo que le sucedió. Quién la raptó y qué le hicieron. Me gustaría que esas respuestas las proporcione alguien a quien ella le importe, alguien que sienta compasión. Alguien que tenga las habilidades necesarias para leer la historia que contará el cuerpo de mi hermana. Con mis estudios, yo quiero ser esa persona. Cuando recibo un cuerpo alrededor del cual hay preguntas, quiero responderlas para la familia con el mismo cuidado, empatía y conocimiento que espero recibir algún día de la persona que me llame por mi hermana.

      Cuando comenzó a recibir ofertas, Livia analizó las opciones. Cuanto más lo pensaba, más evidente se volvía su elección: Raleigh, en Carolina del Norte, quedaba cerca de Emerson Bay, donde había crecido. Era un programa prestigioso y con fondos sólidos, y lo dirigía el doctor Gerald Colt, considerado como un pionero en el mundo de la medicina forense. Livia se sentía feliz de poder formar parte de su equipo.

      La otra ventaja —aunque le atormentaba pensar en ella— era que, con la promesa de realizar entre 250 y 300 autopsias durante su año de entrenamiento como becaria, Livia sabía que había bastantes posibilidades de que algún corredor, en alguna parte, tropezara con una fosa poco profunda y encontrara los restos de su hermana. Cada vez que un NN llegaba a la morgue, Livia se preguntaba si sería Nicole. Por lo general, solo necesitaba abrir la bolsa negra de plástico y echarle una mirada rápida al cadáver para calmar sus temores. En los dos meses que llevaba en la Jefatura de Medicina Forense (JEMEFO), muchos NN habían llegado, pero ninguno había salido de allí con esas iniciales anónimas. Todos habían sido identificados y ninguno era el de su hermana. Livia sabía que podía pasarse toda su carrera esperando la llegada de Nicole a la morgue, pero ese día aún no había llegado. Era un momento suspendido en el tiempo al que perseguiría sin alcanzarlo nunca.