—¿Pero quién podría cansarse de ti? —le preguntó y enseguida se puso roja.
—La mujer con la que me casé, por lo visto, y me lo dejó muy claro cuando la encontré en la cama con mi mejor amigo.
—¿Estás hablando en serio? —le preguntó Deanna, sin dar crédito.
—Por desgracia, sí.
De repente, ella sintió una oleada de empatía por el joven ingenuo que quizá hubiera sido alguna vez.
—Y acababas de salir de la universidad. Vaya.
Él se limitó a hacer una mueca, como si quisiera dejar el tema de una vez.
—Y tu familia sabe lo que pasó, ¿no? Tu primo se ha excedido un poco sacando el tema de esa forma.
—Sólo saben que las cosas no salieron bien. Eso es todo.
Ella se le quedó mirando unos segundos.
—No… ¿No les contaste lo que pasó?
—¿Para qué? ¿Para que piensen que soy un tonto que se deja engañar fácilmente?
—Drew…
—Es agua pasada —le dijo en tono seco—. Estuve casado muy poco tiempo. No salió bien. Fin de la historia.
Dio un paso hacia la iglesia, pero ella se interpuso en su camino.
—No. Desde que llegamos a Red Rock, he intentado averiguar por qué le tenías tanta fobia a las bodas. Siempre he pensado que tenía que ver con algo de la infancia, algún problema con tu madre y tu padre, o algo parecido. Pero entonces conocí a J.R. y es evidente que no hay ninguna tensión entre vosotros. Y, aparte de Jeremy, que no ha dicho prácticamente nada de la boda, tú eres el único aquí que no se alegra por tu padre. Ahora todo cobra sentido. Ella te rompió el corazón.
Drew se alisó la corbata.
—No empieces con la cantaleta sentimental.
—¿Todavía la amas? —le preguntó ella, sintiendo un nudo en el estómago.
—No. Claro que no —Drew levantó la voz y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los estaba oyendo.
La gente seguía entrando por las puertas de madera de la iglesia.
No obstante, de repente, sus ojos se hicieron más pequeños, como si estuviera escudriñando la multitud. Deanna se volvió para ver qué había captado su atención.
Había una mujer que salía de la iglesia mientras todos entraban. Llevaba un vestido azul espectacular e, incluso a esa distancia, Deanna podía ver que era toda una belleza.
—¿Qué hace Frannie? —preguntó Drew en voz alta.
—Yo diría que está buscando a alguien —dijo Deanna y corrió detrás de Drew, que se dirigía hacia la joven.
Cuando se acercaron un poco más, se dio cuenta de que el murmullo alegre de la multitud acababa de convertirse en susurros y miradas furtivas.
Drew le agarró la mano con fuerza. Él también había notado el cambio.
Se abrieron paso entre la gente y llegaron hasta Nick y Darr.
—¿Qué sucede? —preguntó Drew.
Frannie miró a su primo. Sus ojos eran de preocupación.
—No encontramos a William.
Capítulo 6
TRES horas más tarde, el novio seguía sin aparecer. Todos los invitados se habían marchado, pero los miembros de la familia seguían dentro de la iglesia, caminando entre los bancos con gesto pensativo. En la parte de atrás del templo, Bethany estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas. Su precioso vestido claro se abría a su alrededor. Con un brazo sujetaba al niño de Nick y de Charlene y con el otro le tiraba una pelota a la pequeña Randi. Cerca del altar estaba Lily, deambulando de un lado a otro, asiendo con fuerza el teléfono móvil. Cada unos cuantos minutos miraba la pantalla o marcaba un número. Llevaba unos zapatos de salón color marfil que la hacían parecer mucho más alta. Además, su tez morena y saludable le daba un aire de juventud que nada tenía que ver con sus sesenta y cinco años de edad. Llevaba el cabello recogido en un moño adornado con pequeñas rosas y el vestido color crema que había escogido para la ocasión bien podría haber salido de una película de los años cincuenta, de no haber sido por el color, moderno y fresco. Deanna no podía apartar la vista de ella. Parecía tan elegante y estilosa… Era muy triste saber que su prometido se había esfumado de la faz de la Tierra.
De repente se abrió una puerta lateral y Lily giró sobre sí misma. Pero sólo eran Darr y Drew.
—He hablado con la policía —dijo Darr sin más preámbulos—. No ha habido ningún accidente en las inmediaciones de Red Rock. Sólo ha habido un accidente a unos ciento diez kilómetros, en la carretera que lleva a Haggarty.
Lily se puso pálida, pero Darr levantó una mano.
—Sólo había una persona en el coche, una mujer —Darr se puso muy serio—. Murió, pero eso no tiene nada que ver con papá, Lily. No ha habido llamadas de emergencia provenientes de Red Rock, ningún problema de aquí a San Antonio. Tengo unos amigos en el departamento de bomberos. Van a volver a mirar en los hospitales dentro de unas horas —sacudió la cabeza—. Drew fue al hotel donde se hospedaba papá.
Drew estaba sentado al borde del banco de la primera fila, al lado de Deanna.
—Su maleta estaba hecha, sobre la cama, lista para meter en el coche —les dijo—. Pero ninguno de los empleados recuerda haberlo visto salir esta mañana y, desde luego, no pasó por la recepción.
—Lily, ¿por qué no te sientas? —sugirió Isabella, interponiéndose en su camino.
Al igual que Lily, Isabella tenía una melena oscura, pero la suya era totalmente lisa y le caía en cascada sobre su llamativo vestido rojo. Deanna se alegró al ver que intentaba quitarle el teléfono de las manos a Lily. Pero ésta se resistió a dárselo y siguió caminando de un lado a otro.
—Ha pasado algo —dijo—. Conozco a William. Estaba deseando que llegara este día, tanto como yo. Podría estar enfermo en algún sitio o… —sacudió la cabeza.
Deanna miró a Drew de reojo, pero él continuó en silencio. Sus pensamientos parecían estar en otra parte.
—Claro que estaba deseando casarse contigo, Lily —le dijo Isabella, intentando consolarla—. Lleva varios años hablando de ello sin parar. Se nos ocurrirá algo pronto. Ya lo verás.
En ese momento entró J.R. Había ido al Double Crown, el lugar en el que iban a celebrar el banquete, pero allí tampoco había noticias. William ya vivía con Lily, pero se había quedado en el hotel esa noche para no ver a la novia el día antes de la boda.
—Les dije que lo cancelaran todo —miró a Lily—. No quería que tuvieras que ocuparte también de eso.
—Gracias, cariño —Lily se volvió hacia la sencilla cruz de madera que estaba encima de la zona del presbiterio y respiró hondo—. Desde que perdí a Ryan, siempre he sentido que estaba ahí, velando por todos nosotros —dijo con un hilo de voz—. Tengo que seguirlo creyendo.
Deanna parpadeó varias veces y apartó la vista. Sin embargo, un momento después, la novia se volvió hacia ellos nuevamente. Su expresión era grave y seria, pero tenía la frente muy alta.
—Todavía lo creo. Pero no tiene sentido seguir esperando aquí —bajó los tres peldaños que llevaban al presbiterio—. El catering no se llevará la comida, así que si alguien tiene hambre puede ir al Double Crown ahora mismo. No resolveremos nada pasando hambre —miró a Isabella—. ¿Podrías decirle al reverendo que ya nos vamos para que puedan cerrar y limpiar?