Los procesos de adopciones de niños, niñas y adolescentes. María Federica Otero. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Federica Otero
Издательство: Bookwire
Серия: Conjunciones
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789875387966
Скачать книгу
el verdadero significado de la adopción a las personas interesadas en realizar una?

      Este libro refleja también las resistencias, los prejuicios y el modo en que estos se manifiestan en todos nosotros: los magistrados, los profesionales intervinientes, los guardadores, los operadores de hogares. Además, la dinámica de las construcciones de los vínculos está presente en toda la obra, en sus diferentes dimensiones y realizaciones, por lo que impacta en nuestras relaciones familiares e institucionales. Nos advierte que una de las principales características de los lazos familiares es que trascienden lo observable, lo objetivo y lo tangible, pues el sujeto en familia no está conformado solo por lo que la ley dice y la biología impone, sino también por los afectos, experiencias y posibilidades reales y simbólicas de cada sujeto. Los vínculos familiares se pueden comprender y entender de diversos modos.

      Este libro nos convoca una y otra vez al reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos humanos que deben garantizarse y asegurarse como prioridad absoluta.

      Para quienes trabajan con niños y adolescentes en situación de adoptabilidad, para quienes diagnostican a las personas interesadas en adoptar en nuestro país, para quienes tienen la responsabilidad de resolver e incidir en la vida de los chicos y para quienes tienen la intención de profundizar sus conocimientos sobre el proceso de adopción, el presente libro será de suma importancia, más allá de la profesión o el quehacer de quienes lo lean.

      Finalmente, este trabajo aborda las cuestiones más significativas de los procesos de adopción y, desde una visión interdisciplinaria, estimula el deseo de poseer más conocimiento acerca de estos temas. Esto sin duda abre el debate y la reflexión sobre sus complejidades y alienta la formación constante de todos aquellos que trabajamos por y para las infancias, y también para la sociedad argentina en su conjunto.

      Agradezco a la licenciada Otero por esta obra de excelencia y de obligatorio estudio, tan útil para todos nosotros como operadores del sistema integral de protección de derechos, de la salud y de las ciencias sociales y jurídicas.

      El deseo de escribir este libro se fue construyendo durante mi recorrido profesional, en el ámbito privado, estatal y de docencia universitaria.

      Desde los inicios de mi carrera como psicóloga, me interesé en metodologías adecuadas para garantizar y restituir los derechos de los chicos sin cuidados parentales. A medida que transcurrían los años, me fui desempeñando en varios Organismos del Estado, (en el ámbito local y nacional), tanto en el Poder Ejecutivo como en el Judicial, siempre en temas de infancias, adolescencias y familias.

      En ese camino, y desde distintas funciones, me tocó especialmente abordar la complejidad de los procesos adoptivos de niños, niñas y adolescentes.

      Actualmente, hallo nuevas preguntas, reflexiones, aciertos, desaciertos y propuestas. Pero siempre me guía el mismo desafío personal: mejorar cada día más las prácticas profesionales en favor de cada niño y su proceso adoptivo.

      Por otra parte, la docencia universitaria a colegas de la salud mental y a profesionales del área de derecho de familia me permite reconocer que la psicología tiene aún mucho caudal para ofrecer, tanto en la comprensión como en los abordajes de los procesos adoptivos.

      El objetivo de este libro es poder transmitir esas reflexiones así como algunas preguntas y respuestas y proponer herramientas concretas de abordaje transdisciplinar para una adecuada incorporación e integración familiar adoptiva.

      Este volumen está dirigido a todo aquel profesional interesado en la temática, pero también a personas que quieren adoptar o que ya lo han hecho.

      Finalmente, quiero agradecer a quien me ha enseñado e impulsado a involucrarme profesionalmente en los procesos de adopción. A Eva Giberti, mi más profundo agradecimiento y admiración por su increíble talento, generosidad y calidad humana.

      Espero que las líneas que siguen sean de utilidad para ustedes, los lectores, y principalmente para los niños, niñas y adolescentes vinculados a ustedes. Muchas gracias.

      María Federica Otero

      Los procesos de adopción(es) y el paradigma emergente

       Contextualizando los procesos de adopción(es)

      Los procesos de adopción(es) estuvieron presentes a lo largo de toda la historia. Ya en la sociedad de la Antigua Roma se constituían a través de rituales y de protocolos sociales.

      Por un lado, los hijos adoptivos eran elegidos por las familias aristócratas para asegurar su descendencia y, por el otro, la sociedad veía con buenos ojos las acciones de quienes adoptaban, por entenderlas como actos de caridad y beneficencia.

      En la Argentina, durante el siglo XIX, la adopción estuvo ligada al “auxilio” de los niños huérfanos y abandonados. Como lo señala Villalta (2003), las prácticas conocidas como “colocación de menores”, tanto para convertirlos en hijos como para “erigirlos” en servicio doméstico, estaban a cargo de la Sociedad de Beneficencia.

      Sin lugar a dudas, estas primeras concepciones dejaron sus huellas en el tiempo en relación con lo que entendemos por adopción. Así, este instituto jurídico filiatorio vendría a saciar el deseo de ser padre o madre de quien no puede serlo de modo natural, asimilándolo al mismo tiempo con actos de misericordia, beneficencia y auxilio.

      Este enfoque también arraigó en los ámbitos jurídicos y académicos entre quienes deseaban adoptar y, por ende, en la sociedad argentina en su conjunto. De este modo, resulta sencillo observar cómo, hasta hace muy poco tiempo, las opiniones, los interrogantes y los reclamos –tanto de la sociedad como de los mismos operadores de la justicia, profesionales y periodistas– se construían coherentemente desde esa lógica.

      En consecuencia, las inquietudes de la sociedad en general se expresaban en conceptos tales como por qué existe tanta burocracia para adoptar; por qué se solicita que cumplan tantos requisitos los adoptantes, si a los padres por naturaleza no se les demanda nada; cuánto tiempo demoran los trámites y por qué no se agilizan, si hay tantos chicos en la calle y tantas familias que quieren adoptar, tanta gente sufriendo, tantas personas con amor para dar…

      Por otra parte, también sería oportuno tener presente que los procesos de adopción se desarrollan en un contexto macropolítico social mayor: el del paradigma y las políticas públicas en materia de infancia de la época.

      En ese sentido, si tenemos en cuenta el período comprendido entre la primera Ley de adopción, desde 1948 hasta la fecha muchas han sido las modificaciones en el trato que el Estado les otorgó a los niños, a las niñas y a los adolescentes en general.

      Así, durante los últimos setenta años hemos transitado un camino de transformaciones iniciado en la convicción de entender a los chicos y chicas como objetos de tutela, hasta la comprensión y valoración de los infantes como sujetos plenos de derechos.

      Paralelamente a este proceso conceptual evolutivo “de objeto a sujeto de derecho”, fue dándose también –aunque con muchos obstáculos y muy de a poco– la evolución de la concepción de la adopción entendida como “darle un hijo a quien no lo tiene” o a quien tiene “mucho amor para dar” (Giberti, 2010) hasta la concepción de la adopción como el derecho del niño a tener una familia, cuando se haya comprobado fehacientemente que no puede ser cuidado por la suya de origen.

      A fines del 2009, con la creación y el comienzo de la implementación de la Red Federal de Registros, el Estado argentino asumió la responsabilidad de ir organizando un sistema registral de adultos interesados en adoptar que colaborara con la justicia en garantizar a los niños y niñas el derecho a vivir en una familia y satisfacer sus necesidades particulares. Ya no se trataría de “darle hijos a quienes no podían tenerlos por naturaleza”, sino que ahora:

      El Estado debe retomar